martes, 10 de enero de 2012


Parejas Perdurables (Continuación 82 )

A Rodriguez, fui a verle después de haber contado a Tere la fatalidad, por ella vaticinada.
La actitud irresponsable de Carrión, se debía a su esposa.
Cuando se lo conté a Tere, me expuso lo que leyó de aquella mujer, por sus miradas y posturas altaneras.

-Carlos, vi perfectamente que la mujer de Carrión, se sentía humillada ante nosotros, aunque no hiciéramos nada para provocarla.

-Por lo último discutido con Carrión, deduje que su mujer pretendía unos emolumentos extraordinarios para llevar el restaurante, aún en estado de experimentación. Y que de no ser así, allí solo permanecería siendo la dueña.

-Ya ves el complejo de inferioridad, le afloraba, con ínfulas de gran señora. No me extrañaría que nos odiara a ti y a mí. Considerará que su matrimonio no le permite el nivel social, que supone sea el nuestro. Hay que ver. Nos envidia. A saber que le contaría su marido sobre nosotros. Forzosamente, no la realidad, ya que como contable, la conoce de sobras.

La somera explicación que di a Rodríguez, le puso como siempre sobre aviso de todos los problemas legales que me amenazaban.

-Carlos, tu mujer no va desencaminada y esto tienes que solventarlo de inmediato. Cuanto más tardes en actuar, peor.

-A eso vengo, a decidir como resolverlo con mínimas consecuencias.

-Lo de costumbre. Si lo tiene ya registrado, obligarle a que acuda al Notario, realice nueva escritura anulando la anterior por error. Traelo de inmediato al Registro, para cancelar la anotación previa anterior.
Si no está registrada, acudir contigo al Notario levantando acta de cancelación de la escritura anterior asimismo por error. Y ya no se entrega al Registro.
Y por último, si está registrado de más de dos meses, una posibilidad sería que te escriturara a ti como comprador, aunque fuera por  
cesión gratuita.

-¿No es complicarlo?. Es otro gasto Notarial, y además los aranceles de Hacienda por comra-venta, son veinte veces mayores que los de simple declaración de obra nueva.

-Tal cual, Carlos. Tú decides. Si a lo que decidas, Carrión se opone, la alternativa, ya sabes, como siempre una demanda y quien se lleve la peor parte serás tú.

No tuve ocasión de volver a Tarter para requerir a Carrión. Fue él quien vino a verme en Barcelona.
Se excusó como pudo, visiblemente afectado por el desliz cometido. Fue su mujer que le puso entre la espada y la pared. O era la Señora de Tarter, propietaria del Restaurante, o le abandonaba con su hijo, que ya era mayorcito.

-Don Carlos, le ruego me permita seguir figurando como propietaria mi mujer, cambiando la superficie de terreno que ocupa el Restaurante, por la totalidad del terreno que me resta de las Has, que me regaló.

Aquella confesión me aclaraba definitivamente la doblez de Carrión.
Se había vendido once solares de la finca que puse a su nombre. Con ello disponía de dinero para al menos dos años por los vendidos a plazos, pero es que preparaban la venta también del Restaurante en poco tiempo.

Emigraron regresando a Barcelona, ya que el motivo por el cual vino a Tarter desapareció. Su hijo, halló un empleo y él ya tenía dinero para alquilar un piso decente  y posibilidades de ejercer la profesión.

-Me defraudó Ud, Carrión. Deposité mi confianza, creyendo en verdad que nos sentíamos unidos ante el infortunio, pero ha actuado como lo que se dice vulgarmente, “le tendí la mano y se tomó el brazo”.
Al vender contra lo aconsejado por mí, parte de la finca, ya levantó sospechas, pero luego viendo que se afanaba para levantar la urbanización me las desvaneció y si no voy al Notario para legalizar la obra nueva, ¿cuándo me habría enterado que Ud, se la había apropiado?.

No había forma ya de seguir con él. Prometió que anularía él mismo su escritura.
Dos semanas después, aún no había cumplido su promesa, por lo cual con otra entrevista, le dí una semana de tiempo, o recibiría la consabida demanda Judicial.
Se excusó de nuevo. No quería acudir su mujer al Notario, cosa que era imprescindible si figuraba como propietaria.
Lo consiguió, ignoro como. Desde luego, a regañadientes firmó su mujer, con lo que permutamos una declaración errónea fallida, por la mía tras un mes de zozobra.
No volví a ver más a Carrión y familia, que por supuesto un careo, hubiera sido repelente.

Y tal como preví, ahora dependería exclusivamente del equipo de vendedores por muchos años.
El colofón de tal desventura, lo reviví, cinco años después, cuando ya mis hijos mayores iniciaban estudios superiores.
Estaba atendiendo a una visitadora para captar estudiantes de informática. Era la moda. Nadie conocía nada de esta nueva técnica, pero unas máquinas de tamaños portentosos, figuraban ya en las empresas de solera. 

Los ordenadores, eran conocidos por su capacidad de obtención de datos, a partir de antes haberlos alimentado con ellos, pero realizaban una labor matemática con una celeridad superior al cerebro humano.
Igual de ignorante que el resto de la ciudadanía de a pié, me hallaba yo a este respecto, pero veía lógico que a no tardar la sociedad derivaría hacia este nuevo mundo informático.
Había pocos técnicos que pudieran manejar estas máquinas colosales. Y se requería mucha preparación y demostrar experiencia para que le admitieran al manejo de estos esperpentos de veinte metros de longitud, lo que permitía obtener buenas retribuciones.

Desde luego lacapacidad de aquellas máquinas a pesar de su colosales dimensiones no llegaba ni a la centésima de cualquiera de los ordenadores personales que se popularizaron cinco años después.

Cuando yo inicié mis estudio de Ingeniero, se propalaba la conveniencia de estudiar la electrónica, “la base del futuro”. En pocos años se divulgó de tal manera que pasó a ser una asignatura más de las que quedaron relegadas a un capítulo. Pues ahora esta Srta, veinte años después venía a decir lo mismo para la informática.

Se lo aconsejé a mi tercer hijo, que aceptó, por lo cual di la conformidad a la captadora visitante, y tres años después ya era mi hijo quien daba clases.

Pues bien Tere que por aquél tiempo era mi secretaria, me anunció la visita de unos jóvenes de nombre desconocido por mí.

-Diles que aguarden que acabo en seguida. Estoy firmando la matriculación de Jordi para informática.

Al entrar al despacho dos jóvenes un chico y una chica, se presentaron como hijos de Carrión.
Aquello era una bomba. ¿De dónde surgían?. ¿Porqué, si era hijos de Carrión, no tuve su conocimiento?. ¿Porqué no usaban su apellido?.

A medida que se explicaron, fui comprendiendo muchas cosas de Carrión. Tenía una doble vida y ya me importaba poco conocer detalles pero las cosas encajaban.

Aquella pareja que tenía ante mí, eran fruto de su matrimonio en Valencia, donde él acudía de vez en cuando y no sé si para sacar dinero, o para dejar. Y la mujer de Tarter era con la que tenía al hijo que conocí. En verdad, o mantenía él a dos familias, o la mujer de Valencia le mantenía a él. Es igual, no lo sabré ni me interesa.

Los hijos frente a mí me anunciaron el fallecimiento de su padre en uno de los viajes de ida a Valencia, por accidente en carretera con el coche que manejaba.
Y ahora como herederos, me ofrecían a buen precio, el resto de la finca de Tarter.

¡Pues, qué bien!. Esto era el regodeo, incluso después de morir.







Parejas Perdurables (Continuación 82 a)


La visita de los hijos de Carrión, se produjo cuando por mi cuenta y riesgo, sin equipo de apoyo, aparte del de los vendedores, tramitaba con FECSA la traída de electricidad a Tarter.


Debía acusar pues la ayuda, de Roano y su segundo, Pelón, pero pocos años después se repitió la historia de los ya numerosos colaboradores que a semejanza del dios Jano, disponían de dos caras.


Mis colaboradores, mostraban la cara de cordero obediente por intereses mutuos. Una vez consolidados en su estatus, sin ambages mostraban la del lobo en arras a su lucro personal.
¡ Y lo lograron!.


Franco había muerto, con lo que la era de la Dictadura Franquista Española se acabó. España iniciaba una nueva etapa : la de un Reino Demócrata, que de inventiva no nos falta.
Asimismo, se acabó la etapa de las Parejas Perdurables citadas, en su faceta de formar un hogar e incrementar familia.
La nueva etapa en que como diáspora la prole formaría sus propios nidos, la trataré en una segunda parte de esta narrativa.


Me tomaré al menos otro año para ello, aunque con menos capítulos, para no cansar. Sin embargo, al menos hoy, haré mención de cómo me sacudí de encima a los hermanos Carrión.


-Justo cuando daba por descontado que tendría que prescindir en la Urbanización de la Hectárea que le resta a su Sr. Padre, por no tener noticias desde años, aparecen Uds.


-Los tres últimos los pasó con nosotros en Valencia la mayor parte del tiempo, por lo cual se desenvolvía laboralmente allí. Los viajes a Barcelona fueron esporádicos, hasta el día macabro.


-Pues su terreno, no integrado en el proyecto de Urbanización, por desestimarlo su Padre, carece de valor, a menos que contribuyan en la parte proporcional para la electrificación que ya sin este incremento de posibles solares, asciende a muchos millones de pesetas. FECSA, me obliga a financiar la traída de 6 Km. de línea en Alta tensión, desde el transformador más cercano hasta el centro de Tarter. Y luego tendré que realizar otra inversión para, distribuir la línea en Baja tensión por todas las calles.


Tal como imaginé, desconocían el origen de su propiedad. Tampoco sabían de la jugarreta final que me hizo, ni los problemas que las parcelas que segregó causaron a sus compradores, perdiendo uno de ellos su inversión al negarse a contribuir con el correspondiente rateo.


Con el rabo entrepiernas salieron de mi despacho. Por lo visto, la herencia que les dejó su padre, fueron deudas y orientados por su madre, esperaban con tal venta, sufragarlas.
Esta vez sí que la aventura Carrión, quedó definitivamente archivada.


Volviendo a mi labor en Tarter, para hacer un poco más confortable la estancia a Tere, ya que estaba de nuevo sin servicio en la urbanización desde la partida de Carrión, adquirí un grupo electrógeno a gasóleo de 50 C.V. trifásico, con lo que me atreví a suministrar un mínimo de potencia de 5 A. a 220 V para a lo sumo, cien viviendas.


El tendido provisional por las calles de los que lo solicitaban, lo realicé a falta de capital para un tendido definitivo, yo mismo con la ayuda de mis hijos mayores. 
Pasamos cables de revestimiento sumergible en agua, una parte por el suelo bajo las aceras y el resto colgado en postes de madera embreados, o creosotados.
Era dinero tirado, ya que una vez se obtuviera la traída eléctrica por parte de FECSA, no serviría lo instalado para nada.


Sin embargo, el que unos veinticinco vecinos pudieran disfrutar de alumbrado, nevera y televisor, era un paso muy eficaz para seguir promocionando ventas.
En eso obtuve todo el apoyo de Roano que incluso se brindó de inspector, para asegurar que los parcelistas no introdujeran aparatos eléctricos de fuerte consumo en sus torres, dada la poca potencia que se les podía suministrar. De no cumplir esta premisa, las averías y cortes de corriente, se hubieran generalizado.


La Burra, como se le llamaba al grupo electrógeno, la instalé a mitad de camino entre la balsa captora del agua del torrente y el Restaurante.
A pesar de hallarse distante y en una vertiente inferior, el ruido era atroz. Le puse un silenciador, y además la aislé cobijándola en una barraca de cuatro por cuatro metros con las tochanas recubiertas de porexpan. Y el tubo de escape, mediante un silencioso, lo enterré, aflorando lo imprescindible.


Con todo, de día no se escuchaba, pero con el silencio de la noche, se oía desde el Restaurante, aunque ya sin molestar.
Por aquellos días, proliferaron y se pusieron de moda con la rapidez de una epidemia, las tiendas de Videos en alquiler.


Se me ocurrió que si los vendedores se hacían cargo, podía traer un televisor de color y semanalmente media docena de vídeos alquilados para amenizar los atardeceres, ya que la instalación eléctrica funcionaba a la perfección.
Durante un verano aquello, resultó buena idea, hasta que la gente tuvo en sus propias torres televisores y videos.
Para seguir dando vida y mientras se buscaba un posible regente del Restaurante, Roano organizó bailes para las verbenas. 


Les permitía alumbrado hasta las doce de media noche, no poniendo en marcha la Burra de nuevo, hasta las nueve de la mañana.
Pero los días de Verbena señalada, les permitía hasta las dos de la madrugada aproximadamente, ya que calculaba la cantidad de gasóleo suministrado hasta esta hora.

Los demás días tenía que bajar a parar el generador, a las doce cosa muy incómoda. El regreso, a oscuras mientras que todo el mundo se había metido en cama cuando disponían de alumbrado.
Esto al llegar los fines de semana invernales, se hizo harto desagradable. Más los días lluviosos. 
Lo solventé con un nuevo tendido de cable para instalar el accionamiento eléctomagnético, que desde mi cama, a las doce lo pulsaba, cerrando el suministro a los inyectores de la Burra.


Otro problema era que al ser ya bastante concurrido el Tarter, me convertí en el pito del sereno. Debía acudir para solventar instalaciones, para dar soluciones de construcción, preparar planos para los que iban a realizar su propia torre, señalar solares en venta, conectar acometidas de agua, enfín, que ocupado por cualquier asunto en un confín de Tarter alguna vez se cortó el suministro de la Burra. Antes no podía dedicar mi atención en su resolución, transcurrían horas.


Manera de seguir apañándome sin contratar personal, una lección a mis hijos.
A excepción de la niña por demasiado pequeña, cité a los seis varones para que acudieran a ver como preparaba y ponía en marcha al generador.


-Fijaros bien que lo voy a realizar lentamente y si hace falta lo repetiré, pero aparte de ser el procedimiento lógico, conviene realizarlo en los veintitrés pasos sin olvidar ninguno, ya que son garantía de funcionamiento sin problemas por muchas horas.


Les indiqué cómo asegurarse de los niveles de agua, aceite, gasóleo, para una previsión de dieciséis horas.
Cómo controlar las revoluciones, la frecuencia, la temperatura, la distribución de las fases ya que todo estaba contemplado mediante indicadores.
Al parecer ya lo entendieron y así les dije:


-Bien ahora cada uno lo pondrá en marcha y lo parará.


El mayor se saltó una operación de las primeras diez.
El segundo, se equivocó en la dieciocho, pero ya vieron todos como aquello se aprendía con rapidez. El tercero al realizar la operación diecinueve, saltó el peque.


-No, no es así. Ahora hay que igualar la tensión de las tres fases.


Pues así era. Me sorprendí, puesto que no pensaba en ningún momento permitirle a él siquiera intentar ponerlo en marcha estando yo presente.


Pues el peque fue quien no erró ni un paso. Con los años, demostró una especial recepción de lo que se le enseñaba. Por poco, su facilidad de comprensión e inteligencia nata, estuvo a punto de costarle un disgusto, en su carrera.
Entendía las explicaciones del profesor, y con ello descuidaba estudiar. Salía bien en los exámenes, hasta que su pertinaz abstención le atrasó respecto sus compañeros. Aquél año, para aprobar tuvo por fin que estudiar.


Una vez Tere inserta en nuestro nuevo hábitat veraniego, reconoció que allí también tendría amigas con quienes podría entablar palique y que la selva ya no lo era tanto.


Y en los años de asistencia a Tarter se desarrolló la segunda etapa de la vida de las parejas de nuestro entorno social. Como dije cada cual con sus particulares circunstancias, vivieron lo básico de forma muy similar.

Saludos de Avicarlos
FIN 1ª Parte.

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