No resultó tan lucido como era de esperar el recorrido por los Jardines de Aranjuez. Al no presentarnos como turistas en temporada álgida, pillamos a los barrenderos y personal de limpieza en sus faenas. Sin embargo, pudimos sacar fotos decentes por los rincones donde no estaban trabajando.
El paseo nos abrió el apetito a todos, por lo que entramos al camuflado restorán de los Jardines del Príncipe.
Restaurante El Castillo 1806
Para recrearnos en el paseo preferimos salir cruzando el río Tajo por una pasarela provisional, que carente de belleza artística, mostraba en su entrada un rótulo intrigante:
Por seguridad, máximo 10 personas a la vez. GRACIAS
Como solo éramos cuatro personas, el aviso no iba con nosotros y nos gustó cruzar el Tajo, con la perspectiva que ofrecía. La pasarela era elevada, para permitir el paso de embarcaciones que allí mismo se alquilan, recorriendo el serpentino itinerario navegable.
Unos cuantos años después, la trágica noticia del fallecimiento de ocho turistas por ahogarse en el Tajo al ceder aquella pasarela, presumimos que posiblemente al ir en grupos numerosos, los jubilados, o pasaron por alto la lectura del aviso, o coincidieron con otro grupo de la otra orilla.
Horas después del accidente, en que fallecieron ocho jubilados en 1996
Pasarela de hormigón sustitutiva de la accidentada de madera.
http://www.patrimonionacional.es/Home/Palacios-Reales/Palacio-Real-de-Aranjuez/Horario.aspx#
Interesasntes datos del Palacio Real de Aranjuez
Al jardín del príncipe se puede acceder de dos formas....entrando por las puertas que están por toda la calle de la reina,calle que va a dar con la glorieta de entrada a Aranjuez y el Palacio....o por el puente que se encuentra en las "doce calles" una serie de sotos históricos antes de llegar a la población.Este puente antes era colgante con tablones de madera, pero después de un accidente,se optó por una pasarela de hormigón para hacer mas seguro el cruce del Tajo.Nada mas traspasar el puente se encuentra ya dentro del Jardín el Restaurante el Castillo de 1808 y la casita de Marinos o museo de Faluas.
http://www.foroxerbar.com/viewtopic.php?t=6374
Mas imágenes espectaculares.
Procurando invertir mínimo tiempo para la gira trazada, dos días después nos hallamos ante la barrera de Gibraltar. Deseábamos que los niños pudieran jugar con los monos endémicos de allí.
Son una raza única, que se mezcla con los turistas, con ánimo de robarles comida. Andan por todo el perímetro de la Roca. Y también nos imáginábamos trabando conversación con los nativos, que hablan un Inglés muy sui géneris. Más se parece al trapicheo de palabras inglesas, en frases de acento andaluz.
Sin embargo no resultó oportuna nuestra llegada.
Parejas perdurables (continuación 26)
Entre lo que eran los Paradores Nacionales que visitamos y lo que resultó ser la VENTA, en Provincia Sevillana, la diferencia era notoria. Calidad- Lujo-Precio asequible, de los primeros, se tradujo en la Venta que tuvimos la necesidad de pernoctar, en Vulgaridad- Nauseabundez, y….eso sí: Precio reventado.
Decidí pernoctar allí por dos motivos. Eran muchos quilómetros desde Aranjuez y los niños después de agotar entretenimientos con Tere, se dormían.
Y otro motivo era que no hallé Hoteles por el camino, en cambio una Venta se anunciaba. Recordé como en el Quijote de la Mancha, se mencionaba en ocasiones a las Ventas y Srs. Venteros. Me propuse conocer que tipo de establecimiento hotelero era este que se prodigaba por Andalucía.
La cena mediocre, pero dormidos como estábamos, no importó. Habitaciones…..o, lo que fuera. Compartimentos separados por tabiques encalados, (todas las paredes se blanqueaban con cal) de dos metros altura. Techo, a cuatro metros. Luz cenital, iluminando durante toda la noche a todos los compartimentos.
Lo que debía ser dormitorio, consistía en camastros, arrinconados al lado de lo que llaman Poyo. O sea la base del tabique reforzada con un ancho de treinta centímetros, hasta los setenta de altura. Servía para “apoyar” la ropa, los enseres, o lo que el viajero considerara mejor que depositarlo al suelo.
Carente de mobiliario, lo que sí nos dieron, fueron las sábanas y fundas de almohadas, al menos limpias y desinfectadas.
Digo desinfectadas por cuanto desde que entramos al antro semisubterráneo, abarcando la totalidad de la superficie debajo del comedor, olimos la fuerte aroma del zotal.
Lo notó Tere, mientras que para los niños, resultó una experiencia jocosa.
-Carlos, aquí no podremos dormir. El olor ofende y no veo como apagar la luz.
-Me temo que la luz es comunitaria y no se apaga ni de día ni de noche. Fíjate que no hay ventanas. -Observé yo.
- Papá, los aseos están arriba, al lado de la cocina. -Dijo J.C.
-¿Los viste?. En tiempos de las aventuras del Quijote, esto debía ser la pocilga.
Pero al menos los lavabos tienen agua corriente. Bien, mañana será otro día, procurad descansar.
Lo que se dice suerte, en esta ocasión no la tuvimos. Leí posteriormente que las Ventas en la actualidad, son económicas, pero no les faltan comodidades. Y que suelen tener una cocina selecta de manjares típicos de la zona. Eso sí, siempre Menú del día.
Esta Venta pues, no entraba en tal esquema.
Al salir por la mañana temprano, vimos el motivo de la desinfección por zotal. Había que andar con cuidado para no pisar los cientos de escarabajos que aguardaban su entierro.
De haber visto aquello, de noche a nuestra llegada, seguro que no cenamos.
Procurando olvidar la aventura, pisé a fondo el acelerador para llegar a la barrera de Gibraltar antes del mediodía. Animé a mis hijos con el prometido contacto con los monos que por allí correteaban libres.
Macaco de Gibraltar
Entrada al istmo que une La Roca, en la frontera con España.
Estaba cerrada la barrera, por la Policía. Sin explicaciones, nos conminaron a emprender media vuelta.
Vista la frustración, Tere propuso ver a Matilde que vivía en La Línea de la Concepción, población limítrofe con Gibraltar.
Tenía muy buen recuerdo de ella, ya que a pesar de los tres años pasados, seguían carteándose.
Matilde, resultó ser una madre sobreprotectora de su hijo al que le tocó la mili en Barcelona. En aquél tiempo, el servicio militar duraba dos años. Cuando solo le faltaban seis meses para licenciarse cayó enfermo, por lo que fue internado al Hospital Militar.
Matilde, no dormía pensando en su hijo, por lo que tomó la decisión de permanecer en Barcelona, para ir a verle a diario. Como no podía permitirse el lujo de costearse un hotel, se ofreció de sirvienta, a cambio de manutención, sin percibir remuneración.
Tere le estuvo doblemente agradecida, ya que como comprobó al cabo de años, fue la persona (entre bastantes que tuvo) que mejor trató a los niños. No dio ningún problema en ningún momento. Se puso de cocinera, o de acompañante para la ida y vuelta de los niños al colegio. Se desvivía por hacerse agradable. Todo por poder visitar diariamente a su hijo.
Al licenciarse ya restablecido, Matilde se despidió sin no admitir paga alguna. Mi mujer para mostrar agradecimiento la obsequió espléndidamente y se prometieron contactos por correo.
Echamos una última ojeada al Peñasco prohibido y preguntamos por la dirección de Matilde, que se llevaría gran sorpresa.
Vista del Peñón desde La Línea de la Concepción.