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Estábamos obligados a ir a Cartagena. Se trataba de la Jura del cuarto vástago que le tocó Marina y para más datos Servicio en la Unidad especial de buzos en combate.
En 1970 se crea el CENTRO DE BUCEO DE LA ARMADA (CBA) que con su Estructura Orgánica y Unidades Dependientes, se traslada a la Estación Naval de la Algameca. En este nuevo emplazamiento, además de los programas de formación a todos los niveles, actuaciones combinadas de la EB, UEBC, UEDE, POSEIDÓN, colaborando con organismos y estamentos civiles en innumerables circunstancias, se inicia el programa de investigación PENETRACIÓN DEL HOMBRE EN EL MAR.
Tal como supusimos, estuvo muy contento de que fuéramos a verle. Pocos padres acudían de provincias lejanas, pero las circunstancias no eran las mismas. Mi condición de autónomo industrial, no podía excusar la toma de tres días de asueto para estar a su lado el día del festejo de la Armada.. Y hubiera sido un trato discriminatorio, después de haber acudido a las Juras de sus dos hermanos mayores. El tercero, su hermano inmediato superior, no lo requirió.
Fue cosa del azar. El tercero, mientras estudiaba, pensó que lo mejor sería presentarse voluntario al ejército, antes de cumplir la edad obligatoria.
Se estaba aplicando la disposición oficial, de reducir el cupo de mozos para el servicio militar, cosa que diez años después culminó, con la supresión total de la milicia, apta sólo para profesionales.
Debido, pues a esta incipiente reducción, le denegaron el destino, al que tenía derecho por petición voluntaria, de cumplir en los cuarteles de Barcelona.
Si quería ser voluntario, le tocaba Almería. Evidentemente desistió. No era lo mismo pasar dos años en cuarteles de Barcelona, con lo que no se desligaba de su constante contacto familiar, ni de sus colegas estudiantes, que privado de esta ventaja.
Luego aguardó a que le llegara el turno obligatorio. Justo a su tiempo, estaba inmerso con trabajos fuera de la universidad. Esta vez hizo lo contrario, alegó pies planos para no ser incluido en la leva.
Su hermano médico, le aconsejó realizar ciertos ejercicios inconvenientes, para acusar la incipiente demostración de sus pies planos. Y le salió como esperaba. Esta vez el Ejército le rechazó.
Y tuvimos la suerte que dos años después el quinto vástago se libró, por haber tenido tres hermanos que cumplieron. Lo mismo le valió al sexto y por descontado a la séptima por ser fémina, lo cual en aquél tiempo era incompatible.
Así que nos contó nuestro Buzo de Combate, como se desenvolvían por Cartagena, los infantes de la Armada, que formaban un equipo de élite. Y por ello, además cobraban semanalmente, más que lo que yo cobré por mensualidad, treinta años atrás al ejercer de oficial de complemento en Alcalá de Henares.
El ejerció diario al que les sometían, daba razón a que les recompensaran con estos emolumentos. Todo tipo de ejercicio físico al que someten a los bomberos, además de inmersiones hasta 50 metros profundidad a pleno pulmón. A prolongadas permanencias con el traje de buzo sin actividad más que su imaginación. En otras ocasiones, cubrir largas distancias a nado, en fin, que por lo que me contó lo único que le incordiaba, era el frío que pasaban en las inmersiones sin traje.
A cambio, disfrutaba enormemente al saltar en alta mar desde el helicóptero de maniobras, con un atuendo moderno completísimo, incluida un arma automática. Y las carreras con piraguas.
Al año siguiente, nos contó la tragedia de una maniobra ordenada por el Capitán Garrote.
http://elpais.com/diario/1986/04/24/espana/514677622_850215.html
El enlace da la noticia salida en el periódico El País. Mi hijo al contarlo sentía en su interior una rebelión contra todo lo que representaba autoridad militar y un compadecimiento por los compañeros desafortunados en tal simulacro.
El día asignado, los partes meteorológicos, no eran nada halagüeños. Con todo el Capitán dio orden de embarque a la escuadra de buceo. Una vez en alta mar, el piloto y copiloto hicieron notar lo embravecido que estaba el mar. Ni caso. Al llegar al destino, la tormenta empeoró la situación. Olas de más de cinco metros se elevaban en intermitencias de otras menores.
Garrote, dio la orden de preparase para saltar en las olas menores, por lo que habría cierta cadencia. Los alumnos asustados no saltaban. El piloto ya más serio, indicó que no podía bajar a menor altura por peligrar el propio aparato. Que era mejor retirase y posponer la maniobra para otro día.
Garrote, embravecido, hizo prevalecer su autoridad, por la que no había discusión. Es más los cadetes de la Armada Española, no eran simples señoritas y tenían que demostrar su bravía. Tomó el arma respectiva reglamentaria, y empujó al primero que tenía enfrente, dando a entender que la orden de un Capitán es inapelable.
Uno tras otro fueron saltando con él al final, para demostrar que no mandaba nada imposible.
En realidad, la desmesurada altura del helicóptero, su propia velocidad para mantenerse con la tormenta, la inusual altura de las olas del mar, se confabularon para recibir los cuerpos de los buceadores, cayendo mal y recibiendo tremendos bandazos. Todos tuvieron que ser rescatados y hospitalizados, a excepción del propio Capitán que no siendo tan ágil como los jóvenes a los que entrenaba, el golpe recibido en su caída, fue el menos apropiado y la ola que le arrastró lejos de todos, no le permitió emerger vivo.
Esto nos lo contó estando ya licenciado, nuestro hijo. De haberlo sabido su madre mientras aún estaba cumpliendo el servicio, imagino la de noches de angustia que hubiera pasado.
Saludos de Avicarlos.
Parejas Perdurables IIª parte
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Una vez huérfana Tere, había que heredar y con ello poner a su nombre el piso titular de su madre.
Esto era un añadido a la precaria situación económica. No bastaba tener que apechugar con los gastos de la urbanización, desatendida por los parcelistas, sino que ahora se agravaban gastos de Notario y Hacienda al cambiar la titularidad del piso.
De nuevo a las andadas. Más hipotecas. Para resarcirme de todo lo posible, destiné meses a la persecución de morosos. Uno vivía en Bretigny Sur Orge, cerca de París y Versalles.
Como la cantidad pendiente por la adquisición de un solar de Santa María, era respetable, y llevaba tres años sin liquidar, merecía la pena hacer un viaje de mil kilómetros, cobrar allí mismo e ingresarlo en la cuenta hipotecada, rebajando su importe.
Mi primogénito, cumplido el Servicio militar y pendiente de entrar en un hospital como MIR, se brindó acompañarme. El viaje por carretera de más de mil kilómetros, se haría menos pesado que hacerlo sólo y él vería por vez primera París.
El lío armado por las autopistas francesas, por las cercanías de París, nos pilló desprevenidos. Mi hijo de copiloto, daba las instrucciones a seguir según el mapa. Se derivaban varias autopistas, que a su vez mediante áreas de descanso de gran superficie, se trifurcaban de nuevo dando cantidad de destinos. Lógico no hallábamos la ciudad requerida, pero sí, Versalles y París, pudiendo elegir rutas.
En una de las bifurcaciones ya anocheciendo, nos perdimos. No servía ya el mapa. Decidí entrar en el área de descanso que se anunciaba, para conseguir información.
El área enorme, estaba desierta, pero en un extremo se divisaba una caseta de paredes trasparentes, iluminada con una gran I, de información.
Lloviznaba, pero la caseta estaba protegida con paredes de metacrilato, por lo que al tablón informativo no le afectaba ni la lluvia ni el viento.
Tranquilamente allí pudimos marcar sobre nuestro mapa el itinerario que debíamos seguir para ir directos a Bretigny, sin ir ni a París ni a Versalles.
Si no me hubiera acompañado mi hijo, por mi cuenta hubiera sido incapaz de estar al tanto de tantas derivaciones y cambios de carreteras. Hubiera sido mas claro ir directo a París y luego a Bretigny.
Pernoctamos allí y a la mañana siguiente el cliente, lamentó haber postergado tanto tiempo la liquidación de su cuenta pendiente y para desagravio nos invitó a comer, presentando a su hijo recién acabada la carrera de medicina. La coincidencia con mi hijo, resultó que entablaron amistad por afinidades. Mientras, le conté lo sucedido con las autopistas y el peligro de extravío ante tanta encrucijada.
El hombre, se rió y comentó:
-Algo así, le sucedió a mi hermano, al visitarme por primera vez. Desde información tras intentos de salida de allí y volver a encontrase en el mismo punto, me llamó por teléfono y tuve que irle a buscar.
Saludos de Avicarlos.