domingo, 15 de mayo de 2011

Parejas perdurables (continuación 39 )

Parejas perdurables (continuación 39 )

Con el quinto vástago en camino, Tere vio que sería dificultoso mantener el hogar en condiciones óptimas. La ayudanta eventual, con ser efectiva, no podría atender las múltiples labores domésticas, que son necesarias a horas imprevisibles.

Nos decidimos a tomar la primera doméstica integrada a la familia. Habría que prepararle una habitación para su uso exclusivo, lo que a su vez, obligaba a reestructurar la utilización de los espacios vitales de una familia de ocho personas, más una pieza ocasional para posibles emergencias, o invitados.

El disponer de un piso con tres Aseos completos, era un tanto a favor. El que nuestros hijos todos fueran varones, para estos menesteres también era favorable. Pero ello defraudaba la ilusión de Tere, que ansiaba algún día tener a una niña. La ansiaba para identificarse con ella y cuidarla así como ella recordaba, lo fue.

Según la nueva planificación, una habitación la ocuparían los cuatro niños en literas, dos a dos con sus laterales tocando la pared. Y entre ellas la escalera ambivalente para los usuarios de la litera alta. Además, objeto de juego permanente, con las luchas a almohadonazos entre los ocupantes de arriba y los de abajo.

Una habitación la ocuparía el recién nacido mediante una cuna, que en su día sería una cama para la criatura si era fémina, o para el mayor, trasladando al benjamín a la habitación de sus hermanos. Luego, la de la sirvienta, la de los invitados y ……la conyugal, con una decoración diseñada por mí mismo, con efectos lumínicos originales.

Hechas las modificaciones, la primera sirvienta, una joven de diecinueve años de apariencia agradable, algo morena, sin familia en la Ciudad, fue acogida muy bien tanto por nosotros, los padres, como por los niños. No sabía cocinar, de modo que esta función correspondería plenamente a Tere. Pero la atención a los niños, restaba solucionada.

Tampoco se atrevía Tere a encomendarle la compra diaria, por la fama de las sirvientas adquirida y popularizada por los sainetes en la Zarzuela de Chueca

La Gran Vía

http://www.youtube.com/watch?v=UB9sLlutkls&feature=related

ya que la letra de esta tonadilla

http://www.goear.com/listen/cc53645/la-gran-via-chueca-y-valverde

dice que la chica al entrar de Sirvienta….” para prosperar, aprende a sisar”.

Orpí, vino a ver el resultado de las reformas introducidas en nuestro hogar y después de conocer a Sole, que así se llamaba la fámula, me llamó aparte para decir.

-Carlos, es una gitana ¿verdad?.

-Anda. Pues es posible. Si no lo comentas, no me entero. Pero ¿y qué?.

- Nada, si no te importa, pero ya sabes, pueden traer problemas, máxime cuando se reúnen entre ellos, sus amistades o, su familia.

-Por lo que sé, está sola aquí en Barcelona. Su familia vive en el Sur.

Por aquél tiempo, abundaba una sociedad racista. Pero con los años de convivencia, afortunadamente multirracial, casi desapareció este irracional sentimiento.

Permaneció, con nosotros bastantes meses, por cuanto era dócil y una buena persona. Se encariñó con los niños que ya fueron cinco (otro varón, el quinto).

Los acompañaba al colegio, les ayudaba a vestir, y ordenar sus efectos, incluso entretenerlos con cuentos de su cosecha.

Los jueves según costumbre tenía día libre, y la sustituta siempre era mi suegra. Total que la vida familiar transcurría plácida.

Entonces mi preocupación se centró en el problema suscitado por la ENHER, con su contador de electricidad provisional de obra, para accionamiento del motor- bomba de 5 CV para el pozo de suministro agua en la Urbanización.

Las facturas mensuales ascendían sobre unas diez mil pesetas, pero la última vino por ciento sesenta mil.

Por más que reclamé, por teléfono no atendían. Tuve que personarme y lo normal: La persona que llevaba el tema, era el técnico que este día estaba ausente.

Indiqué que la factura, el banco se la devolvería por incorrecta.

Esta resolución, alarmó a quien me atendía. Me aconsejó que no lo hiciera, ya que la respuesta automática sería corte de suministro.

¿Pero, es que los sufridos usuarios de a pié, estamos siempre sujetos a las arbitrariedades de los Monopolios?.

Como mínimo, ya que no podía arriesgarme a esta eventualidad, dejé reclamación urgente, para subsanar el error que cometían.

Era imposible que un motor de 5 CV en un mes consumiera los KW que facturaban. Ni en seis meses que hubiera permanecido en marcha sin parar.

Tuve que tragar, seis meses más, por comprobaciones de los técnicos, que argumentaban que la lectura era correcta, ya que significaba que el contador había dado la vuelta en su numeración y ahora contaba lo actual pero con 100.000 recorridos con anterioridad.

Visto que el contador funcionaba bien y que el motor era el que estaba declarado no tuvieron más remedio que resarcirme ocho meses más tarde, de la cantidad cobrada abusivamente. Sin embargo, esta incidencia, sirvió para entablar relación amigable con algunos de los técnicos principales.

Me aconsejaron para mi futura contratación del transformador para toda la Urbanización. Una vez inspeccionada la obra realizada con los planos que ellos me facilitaron, podría presionar para trato de favor.

Cuando esto sucediera, la empresa que contraté para la red de alumbrado callejero habría finalizado su labor y podría probar su correcto funcionamiento. Hasta que no viera las 80 farolas como se encendían automáticamente mediante las células fotosensibles, según intensidad de luz del día, no aceptaría la entrega, por lo cual no abonaría el resto pactado.

Pero, antes de este esperado feliz alumbrado de la Urbanización, que ganaría muchos puntos a favor de su promoción, Sole, se nos despedía con lágrimas en sus ojos.

Agradecida por el trato recibido, pero tenía que regresar con los suyos. ¡Estaba embarazada!.


Parejas perdurables (continuación 39 a )

La ausencia de Sole, se hizo sentir. Tere iba loca para atender todo. Los intentos de hallar suplente, la agotaban. Parecía como si las candidatas se pusieran de acuerdo. Tras una o dos semanas, se despedían, esos sí con el salario mínimo de un mes percibido.

Optó Tere por contratarlas a prueba, no declarándolas sino después de confirmar su estabilidad en el cargo.

Inesperadamente, Lucía, se ofreció como cocinera. Era una mujer cuarentona, curtida en estos menesteres. Se desenvolvía con desparpajo como era de esperar de una mujer conocedora de la vida. Nos contó vida y milagros, y que su última ocupación, fue la de ama de llaves y cocinera de nada menos que de un antiguo colega de Olot, que ostentaba el cargo de Ingeniero Jefe del Puerto de Barcelona.

Me puse en contacto telefónico con él.

-¿Hola José, ¿qué tal te sirvió Lucía?.

-Pues mira, muy hacendosa y formidable cocinera. Durante mi soltería fue la auténtica ama de casa.

- Y ¿pues……….?

-Sí, ya sé. Por dos motivos. Uno, el principal por haberme casado, pero el desencadenante, la incontenible tendencia que tiene en mentir incluso sin necesidad. Pues cuando no viene a cuento, inventa asuntos intrascendentes. Imagina una persona así. La tuve durante cinco años. Todos los fines de semana, al encontrase sola, por ir a Olot con mis padres, campaba a sus anchas. Lo hacía con su querido según descubrí tardíamente. Me contaba mil y un cuentos para explicar las anomalías observadas en casa, tras mi ausencia.

-Así, que ¿no es de fiar?.

Me contó mi amigo, que era fiable total, en cuanto a honradez y eficiencia laboral. La cuestión de disponer de un querido era asunto aparte.

-Me extrañaba los lunes al tomar una copita de licor, que la botella, ostentaba un nivel raramente bajo. Como esto se repetía, imaginé que los fines de semana Lucía, se desquitaba del quehacer, bebiendo. Su aliento, sin embargo no la delataba. Por descontado preguntarle el motivo, a ella, era una ingenuidad. Cualquier respuesta demostraría su arte en fabular. Hasta el día que una vecina, me comentó que en mi ausencia allí aparecía un familiar de Lucía.

Ese era el que se bebía mi coñac.

Me convenció la historia y dado que la situación en el cambio de hogar, era disímil, no vi ningún inconveniente en que formara parte de nuestra familia.

Tere estuvo encantada, lo mismo que yo. Era eficiente en el trato de los niños y en planchar y coser, cosa que ella detestaba. Y no digamos en la cocina. Era una verdadera cocinera. Ninguna complicación, más que lo advertido por mi amigo, de vez en cuando nos soltaba unos embustes de campeonato, que no llevaban a ninguna parte.

Tanto va el cántaro a la fuente……… Según el refrán con toda su razón,……….que al fin se rompe.

Una de sus fábulas, involucraba a Tere, una vez acompañó a los niños al colegio. Bien, por mí, no me incumbía. Me importaba un rábano.

Por lo visto a Tere le contó otra fábula, enlazando con la que me contó a mí, referente a mí. Al parecer intrascendente.

Sin embargo tanto Tere como yo, algo influenciados si quedamos. Involucró con su historia al comerciante del vecindario. Cuando Tere, al ir de compras recibió cierto comunicado del comerciante, vino a verme alarmada por lo sabido.

¿Sabido, qué?. Claro si lo decía el comerciante, ya no era Lucía y su palabra encerraría certezas. Tuvimos que confesarnos mutuamente lo que nos había contado Lucía por separado y atando cabos, descubrimos que su mente fértil en inventar situaciones, se estaba volviendo peligrosa.

Era para despedirla, pero hacerlo, también tendría su parte negativa. Indemnizarla, por despido improcedente. Y una temporada sin sirvienta a la espera de suplente. Y a saber que problemas traería la suplente.

Como estábamos ya en Junio, los niños iniciarían las vacaciones. Pensamos resistir al menos hasta setiembre. Lucía el máximo incordio previsible que nos podía causar sería el de los fines de semana. Al estar nosotros en Cubera y ella libre, repetiría en Barcelona lo contado por mi amigo.

No hizo falta precaución alguna. Al enterarse de que la familia en verano se trasladaba para los tres meses pasarlos en la Urbanización, fue ella la que se nos despidió, ya que no pensaba para nada ausentarse de Barcelona.

De nuevo sumidos ante las contrariedades. No obtuvimos reemplazo antes de iniciar las vacaciones. Nos apañamos con ayuda de una mujer de faenas de Cubera. Como allí los niños la campaban a sus anchas, el trabajo que daban era mínimo. Los repuestos de ropa se limitaban a calzoncillos, camisetas y bañadores. Nada que planchar, nada que coser.

Bueno, a veces había que coserles la piel por los arañazos y cortes producidos en sus juegos.

Una vecina aconsejó a Tere, que viera como era la diversión de nuestros hijos.

Al verlos, asustada, los llamó para que cesaran. El mayor, en bicicleta, arrastraba por la pendiente de la calle desde lo más alto, mediante una cuerda atada al vehículo de tres ruedas, de su hermano segundo y al tercero, con un carrito y al cuarto en una tabla sin rueda alguna. Tomaba velocidad, y zigzagueando, demostraban todos su equilibrio. La parte más difícil era la del último eslabón, que salía centrifugado.

Se entendía lo de los rasguños. Lo que no se entendía era como no se habían roto la crisma, con la cantidad de veces que habrían practicado este deporte.


Parejas perdurables (continuación 39 b )

Las obras de la Urbanización, absorbieron todo mi capital. Había que abrir kilómetros de zanjas para la red total de agua, instalar tuberías, prever empalmes para las acometidas individuales. La empresa que contraté, no se andaba con chiquitas. Por adelantado se cobraba casi la mitad de la obra total.

Lo mismo ocurrió con la del alumbrado público. Y las ventas no iban al mismo ritmo. Para atender las millonarias facturas, hacía falta ventas asimismo millonarias. Esto amenazaba la continuidad de las obras. Pero si se paraban las obras, corría otro riesgo. La alarma social, catalogando de estafa las ventas realizadas.

No hubo más remedio que imitar a la competencia y realizar una extraordinaria campaña publicitaria.

A mi mente acudieron la cantidad de urbanizaciones, alguna de las cuales, yo mismo intervení en el replanteo de la parcelación, que después de vender casi la totalidad de la finca, la abandonaron sin la infraestructura prometida.

Los parcelistas se encontraban que disponían de un terreno sin licencia para construir. Y lo peor, sin firme de calles, ni servicios mínimos como el agua y la electricidad.

Por eso en campañas publicitarias invertían mucho dinero. El beneficio resultaba neto. Se embolsaban el dinero que debía destinarse a las obras.

Temiendo un fracaso, aposté por realizar una campaña conjunta entre prensa y Pantallas en viales. Y resultó efectiva.

Tanto que en un solo mes, los vendedores hicieron su Agosto para todo el año. Y los empleados en contabilidad, se vieron invadidos por montañas de letras a rellenar.

La cifra de ventas, casi cubría los presupuestos de las obras contratadas. Sin embargo, se trataba de dinero aplazado a cinco años y la previsión según los presupuestos aceptados debía liquidarse en menos de dos.

Estaba forzado a presentar las letras al descuento bancario. Esto me contrariaba. Deseaba eliminar este tipo de financiación.

Los directores de los cuatro bancos principales a los que distribuí el papel, contra la costumbre de recibir de sus clientes las cestas Navideñas, agradecidos, fueron ellos quienes me las enviaron a mí.

Apostaban por próximas operaciones en las que me concederían créditos preferentes sustanciosos. Contaban en que realizaría grandes construcciones.

No era esta mi intención. Una vez liquidase las obras, quería proceder al desmantelamiento prudencial de la organización del Gabinete y prescindir de Subcontratas.

Pero retumbaban en mis oídos, las palabras de Tere:

-Sí, el cuento de La Lechera.

De todos modos no me daba por vencido. Cancelé la campaña publicitaria. El ahorro era inmediato. Su fruto se notaría durante varios meses, sin ella.

Lo que ocurrió, fue menor afluencia de clientes. Luego necesité menos vendedores. Se hicieron menos ventas. El personal de contabilidad, pudo reducirse. Hasta languidecer la euforia de los meses de campaña.

Los Banqueros, extrañaban la afluencia de papel al descuento a la que les tuve acostumbrados. Insistían en que usara mi línea de crédito ya que no todo el mundo disponía de esta oportunidad. Realmente el negocio les era sustancioso. Con miles de letras entregadas, les sobraban los dedos de las manos para contar las devoluciones habidas. Incluso éstas se rescataron posteriormente. Total que disponía de un papel de primera calidad.

Seguro que con mis constantes visitas por los Bancos, alguien se interesó por mí, tácitamente. Supongo que algún Director, me mencionaría, pues la visita que recibí en mi despacho una tarde más ocupado que de costumbre, de no ser así, no se entendía.

-Ya que Ud. tiene descuento bancario sobrado, haría un gran favor la Empresa que represento si descontara estos tres millones de pesetas en letras a dos años.

Sacó de su cartera un paquete de letras, depositándolas en mi mesa.

-Proceden de ventas de la Urbanización. Nosotros realizamos más ventas de las que admite nuestra línea de descuento. La Empresa, opta por pagar a los vendedores mediante las mismas letras que obtiene de sus clientes. Son ya bastantes los que se niegan a cobrar así.

Le propongo que para beneficio mutuo, las descuente Ud. por nosotros. Le ofrecemos un plus del 5% de los gastos bancarios.

-No sé quien le habrá sugerido acudir a mí para tal cuestión. Sin embargo sepa, que no tengo interés alguno en seguir ocupando mi línea de descuento. Es más procuro retener al máximo el papel producto de mis propias ventas.

-Mírelo bajo otro prisma. Es una ayuda a colegas, que precisan líquido para proseguir en el negocio. Mire se las dejo para que una vez las haya descontado, nos las abone restando el 18 % de gastos bancarios, más un 7%. Nos conformamos pues con el 75% nominal neto.

-No insista. No me interesa.

-De acuerdo. No insisto, pero ya que no podemos presentarlas al Banco, se las dejo y Ud. cuando lo estime oportuno, inspecciónelas y úselas. Están aceptadas. Volveré dentro de unos días.

-Ya le digo que no…….

Sin más se despidió, dejando el paquete sin siquiera dejar tarjeta de visita. Reanudé la atención en el trabajo interrumpido por el Sr. ¿cómo dijo que se llamaba….?. Daba igual. Puse las letras en el primer cajón del buró, para devolvérselas cuando volviera.

-Tere, mira que caso más chusco. Las Urbanizaciones en general, venden más que lo que consigo con la nuestra. Y los propietarios se las ingenian para no arriesgar nada, pagando a los vendedores con sus propias letras.

-Haz tú lo mismo.

-No es el momento de poner en práctica este método. Con los pocos vendedores que dispongo, lo más normal sería perderlos del todo.

Olvidé esta entrevista, que lo único que motivó fue perder media hora para nada. O esto creí, pues una semana después se presentó una nueva visita misteriosa.