sábado, 26 de febrero de 2011

Parejas perdurables (continuación 15)

En año y medio que llevábamos de noviazgo, asistimos a las bodas de Doc, Luis, Morán, “La Fiera”, Ramón y Ernesto (el Don Juan).

A cual más ostentosa. Contribuí como todos los compañeros en los típicos regalos de utilidad para el futuro hogar de las parejas. Esto, treinta años después, degeneró en “lista de boda” en determinados comercios, para que los regalos no repitieran los mismos objetos y satisficieran a las necesidades de los protagonistas.

Ni que decir tiene que cuarenta años después, la degeneración de tal costumbre, llegó a convertir el típico regalo en un simple ingreso en metálico a la cuenta de los novios. Pragmáticos hasta el fin.

Como nuestro enlace ya tenía fecha prevista, 1- Enero 1958, restaban únicamente tres meses desde de la entrega del anillo de compromiso. Teníamos que esforzarnos en decidir cual piso de los tantos visitados íbamos a alquilar.

El que nos gustó fue uno de reciente construcción, pero con la pega de que al ser muy solicitado, se adjudicaba a los que aportaban cuarenta mil pesetas en depósito, a devolver sin intereses, al rescindir el contrato, fuere el año que fuere.

Esto en aquél tiempo, era mucho dinero y limitaba a los candidatos solicitantes. Aprovechando mi reciente ingreso de Andorra, sin más ambages, firmé el contrato.

Luego en dos meses, debía amueblarlo. Renovación de crédito bancario y elección conjunta con Tere de los imprescindibles muebles para dormitorio y comedor. Esperábamos que los enseres, procedieran de los regalos de boda y el ajuar, por donación de los padres de Tere.

Para mayor ahorro, fui invitado permanente a comer en casa de mis futuros suegros. Dejé de acudir al “Chiu-Chiu”, restaurante económico cercano a mi despacho. Se trataba de comidas caseras de Menú, sin carta. Aunque no eran tan económicas sus comidas como las de los comedores del SEU, (no hubiera resultado decoroso que siendo un ex - estudiante, desplazara a los que aún lo eran), pero algo mejor condimentadas las comidas, sí lo eran.

Por supuesto, la de los suegros sabía aún mejor.

Avisé a Tere, que aquella tarde traían el comedor completo. Pasaría a reunirme con ella al salir de su oficina, e iríamos a contemplar el efecto de su instalación. Programaríamos la decoración pertinente.

La ilusión crecía a ambos. Ya nos imaginábamos casados en nuestro hogar. Al atardecer allí solos los dos, y sin alumbrado aún no contratado, tan intensa fue la sensación, que no puede más que abrazarla apretujándola contra mí, recorriendo con mis manos su anatomía. Al llegar a su delantera, sentí fuerte dolor entrepierna motivado por un gran recalentón. Los calzoncillos ajustados según la moda, impedían una libre hinchación. La presión pugnaba por la resistencia del tejido del slip.

Pedí disculpas y azorado dije .

-Vámonos Tere, es muy tarde y aquí, ya no respondo de mis actos.

Aquello, a pesar de mis propósitos de no repetirlo, con el pensamiento tan cercano de nuestro enlace, sí se repitió. Y debía solucionarlo a no tardar.

Una opción, era abstenerme en la inspección de sus senos. Limitar caricias y minimizar los tiempos de estancia en intimidad.

La que tomé no fue esta. Compré unos calzoncillos de los del tiempo de mis padres, en forma de pantalón corto muy holgado. Ya no dolía mi miembro con los recalentones. Disponiendo de espacio libre, no recibía presión alguna. Aunque iba creciendo el ansia de llegar a mayores.

Un esfuerzo que debía realizar aún durante un par de meses.

No habiendo rechazo contundente por parte de Tere ante mis inspecciones anatómicas, entendía que ella compartía mis sentimientos y aceptaba mi decisión de postergar el acto final ya que correspondíamos a la enseñanza recibida de nuestros progenitores.

miércoles, 23 de febrero de 2011


Parejas perdurables (Continuación 14)

Es curioso como al narrar mis recuerdos de adolescente, hasta el paso de la madurez, me entero de hechos que cuando los viví me pasaban desapercibidos.

Uno de ellos, el encargo que tuve para estudio de remodelación, ampliación y distribución de línea eléctrica en Gósol. Este antiguo poblado, se fue abandonando a partir 1900.

El Pedraforca, monte popular de renombre para los excursionistas, es el referente de Gósol cuyas casas se extienden a sus pies.

Me indicaron que aparcara el coche, en Guardiola de Bergadá (prepirineo). Allí, el único transporte que enlazaba tal ciudad con Gósol, un robusto Jeep con tracción cuatro ruedas, nos recogería a mí, a mis ayudantes y los bártulos para las mediciones. Los vehículos normales no podían acceder por el infernal camino existente.

Tenían razón, ya que pasados los tres primeros kilómetros el camino de herradura estrecho y pedregoso empeoraba, ya que discurría por tramos bordeando barrancos. Y dos vehículos imposible cruzarse.

Dijo el chofer que cada kilómetro a partir de allí disponía el camino de un ensanchamiento, por si ocasionalmente se encontraran con otro vehículo. Entonces uno, u otro, debería retroceder hasta el ensanchamiento más próximo.

Dijo asimismo que tal situación no se daba, ya que en el pueblo, no habían más vehículos que una moto.

Al llegar hallamos un poblado poco menos que fantasmal. Un montón de casas, semidesoladas, en tanto que otras en buena conservación, pero cerradas y evidentemente, carentes de suministros eléctricos.

Nos recibió el Alcalde. Vivía con su mujer e hija, en la Casa consistorial, que también fue el único Restaurante en el cual en 1906, residió Pablo Picasso.

La población censada ascendía a unos doscientos habitantes, sin embargo que pernoctaran solo cuatro. La familia del Alcalde y el Secretario Municipal, soltero.

Nos recibió efusivamente, ya que tenía grandes proyectos para renacer al poblado con un plan para atraer al turismo. Nos ofreció teléfonos de algunos de los habitantes residentes en Barcelona, que estaban deseosos de prestar las llaves de su casa, para que gratuitamente las habitáramos por las vacaciones Navideñas, o en verano.

Los propietarios tenían interés era mantener en mejor estado su hogar materno, ya que ellos no acudían nunca allí.

¿Porqué entonces, seguían en el censo de habitantes de Gósol y no en el de Barcelona?. Cuestión económica.

El Municipio subsistía por la tala de bosques comunales. La venta superaba con creces los gastos locales y los tributos de Hacienda. El resto se repartía entre los habitantes. Ninguno ante esta situación se daba de baja. Era una renta para vivir en cómodas Ciudades, como si de segunda residencia se tratara.

¡Vamos! , al revés del proceder de los Urbanitas que buscan el recreo en lugares rurales.

Restaurante Estancia único en la época.Desde allí, en 1906 Pablo Picasso pintó “El Tinent” y “La dona dels Pans”

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La sorpresa me la llevé recientemente, al conocer su estado actual.

Lejos de ser un poblado fantasmal, está habitado, con nuevas construcciones, dispone de hoteles, jardines, se celebran fiestas, entre ellas las de la ya centenaria estancia de Picasso. Y museo de las reliquias cátaras, supuestos primeros pobladores. La carretera bastante decente.

Nada que ver con la que recorrí en 1957. Ahora me enteré que el proyecto de electrificación se finalizó en 1968 y en 1985, la ampliación y asfalto de la carretera de acceso.

El Párroco Mosén Ballarín, nombrado por la Diócesis para regentar la Iglesia con su feligresía, contribuyó al progreso del enclave, por sus libros y apariciones por la televisión, demostrando una gran humanidad y socarronería de muchos aspectos antes considerados como tabú.

Me entero pues ahora que sin saberlo, contribuí con mi granito de arena al desenvolvimiento que inició su Alcalde.

Al cumpleaños de Tere en 1957, tras un año de nuestro informal compromiso, quise darle relevancia. Me presenté a su casa con un ramo de flores rosas, cuyos tallos estaban enlazados por un anillo de oro, con una espléndida agua marina, flotante, sin engarce visto.

Indiqué mi propuesta de que al otro año, nos casáramos. El día uno de Enero, lo veía ideal, pues seguro que jamás olvidaría tal fecha. Según entendí a las mujeres les resultaba insultante que sus cónyuges, al cabo de los años, les pasara tal efeméride inadvertida.

Le propuse también que tras nuestro enlace fijáramos la residencia en Andorra. Estaba dispuesto a abrir un Gabinete Técnico allí, por lo cual sería innecesario seguir con la búsqueda de piso apropiado de alquiler módico en Barcelona. Todo lo que salía al mercado, o fallaba en su ubicación, o en su precio. Y empezaba a ponerse de moda ofrecerlos en propiedad, por lo que cada vez escaseaban más los de alquiler.

Ni que decir tiene que su respuesta era previsible. Por una fatalidad, el Principado de Andorra, sentado entre España y Francia, en las vertientes Norte y Sur del Pirineo, carece del Mar.

Era como pedirle que viviera conmigo en un hogar asfixiante.

Analizando pros y contras, al fin y al cabo mi proyectada unión, debía ser para toda la vida con alguien que me quisiera y se encontrara a gusto a mi lado. No procedía iniciar a disgusto de Tere, el camino que nos deparara el Destino.

¿Qué había tenido en cuenta yo para proponer formar nuestro nidito en Andorra?. Puros motivos económicos. La situación era siguiente:

Este minúsculo País, del orden de Mónaco, o Lichtenstein, o San Marino todos Europeos, sin contar El Vaticano, cuya particularidad es obvia, estaba necesitado de toda clase de técnicos ya que se preparaba para integrarse como País turístico, mayormente recepcionario de los Españoles, así como Franceses. Al ser su Idioma oficial el Catalán, Catalunya, resultaba la parte más importante de estos previstos turistas.

Y el censo de habitantes, distribuidos en siete enclaves enlazados por una única carretera, escasmente ascendía a treinta mil habitantes.

Las obras públicas que realizaban sin informes técnicos ni trámites burocráticos alguno, provocaban serios desastres, con alarmante número de accidentes luctuosos.

El Govern Andorrá, (Gobierno), dispuso que eran bienvenidos todos los técnicos fueran de la rama que fueran, reconociéndoles sus títulos, obligados para dar licencias a las a partir de entonces obras públicas y privadas.

No precisaban ser Andorranos, ya que solo se reconociían a los nativos, o a los emigrados con más de veinte años de residencia, o a los conyuges de nativos, con más de cinco años de residencia. Nadie más podía ser Andorrano. Y por ende, no pòdían ser titulares de ninguna propiedad, ni ejercer negocios ni labores que no estuvieran supeditadas a un titular nativo.

Total el comenrciante que se instalaba allí, hasta veinte años después, resultaba tributario de un Andorrano, cosa que con la autorización del Govern, con su disposición, facilitaba enormemente la venida de técnicos de cualquier País, si depender de más que de su propio trabajo a desarrollar.

Era una buena oportunidad, ya que el trabajo no faltaría y como País paraíso fiscal, óptimo para inversores extranjeros. Y Óptimo para comenrciantes libres de todo tipo de impuestos.

Las caravanas de “turistas”, cuya visita diaria realizaban por Andorra, se debía principalmente a que los productos adquiridos allí, oscilaban entre un 50% del valor en España, al 30%.

Las Aduanas, instaladas en las fronteras Española y Francesa, fueron obligadas para limitar lo que iba a resultar un caos.

Con tal premisa, me parecía solucionado el porvenir con Tere a mi lado.

Sin embargo, el desistir a la toma de tal residencia, a la larga resultó acertada. ¿Es que Tere, ya manifestaba sus dotes de pitonisa?.

Pas de la Casa en 1956 con la instalación del telesquí

PAS DE LA CASA-GRAU ROIG en 2006

La estación fue fundada la temporada 1956-57 por el Sr. Francesc Viladomat,(campeón que fue de esquí) con un remonte; el telesquí Coll Blanc situado en Pas de la Casa, que funcionaba gracias al motor de un camión. Desde entonces y hasta hora, la estación ha ido creciendo con una media de un nuevo remonte por año.

Tuve el encargo por parte de la Parroquia d`Encamp, (uno de los siete Municipios) de levantar un plano topográfico del Pas de la Casa, con varias hectáreas de extensión por los aledaños de la recién inaugurada estación de telesquí. Se iba a proyectar el pueblo avanzado en los deportes de invierno.

Ni que decir tiene que al llegar allí y ver el panorama, desolado con las únicas construcciones que se ven en la primera foto, para mis adentros, califiqué de visionarios a los proyectistas. Los demás poblados existentes, a excepción de la capital Andorra la Vella, ya respondían a la calificación de pequeños grupos rurales carentes prácticamente de todo. Y aquí, se les ocurría crear otra población, la más alejada de todas las demás. Y en la vertiente Francesa, la menos transitada.

Yo, a mi labor y allá los responsables con la suya. Percibí una sustanciosa cantidad por mis trabajos en el Pas de la Casa.

Acepté también aquél invierno, intervenir en la construcción de un bloque de Apartamentos en La Massana.

Lo tuve que realizar en pésimas condiciones. Nevado, con rincones que ocultaban la superficie del terreno bajo dos metros de altura, hacía difícil marcar niveles. Por si fuera poco, empezaron las heladas y se temía la imposibilidad de hormigonar cimientos y pies derechos de la estructura proyectada. No fraguaría bien. Sin embargo se palió el problema ya que aparecieron los primeros aditivos anticongelantes para el hormigón.

Los trabajos se sucedían y pasados unos meses estando ya próxima la fecha de mi boda, entablé relación con Ingenieros Franceses. Acudían allí con las máquinas quitanieves de Grenoble, (Francia). Uno de ellos me propuso abrir un Gabinete Técnico, en Escaldes (otro Municipio, lindante con la Capital Andorra la Vella) ya que sería el primero en instalarse en el País, y ya se sabe “quien da primero da dos veces”.

Recordando que a Tere no le sentaría bien que tuviera que atender un despacho definitivo en Andorra, por la lógica absorción de varios días a la semana, rechacé la propuesta.

Apliqué los ahorros obtenidos a los gastos, que tenía inminentes como alquilar un piso en Barcelona, amueblarlo y sufragar los gastos propios del convite para familiares y amigos. Y reservando un mínimo para el viaje de novios.

Lo curioso, resultó a los seis meses de nuestra boda. Repentinamente, perdí la clientela Andorrana. Por tensar la Diplomacia Española-Andorrana, el ya excesivo contrabando de tabaco, se cerró la frontera indefinidamente.

A partir de entonces mi clientela sería exclusivamente Catalana, causando un temor por la disminución de ingresos previsible.


viernes, 18 de febrero de 2011


Parejas perdurables (Continuación 13)

A la puerta del Restorán de la Barceloneta, fuimos agrupándonos hasta dieciocho colegas. Fallaron a la cita, los que se excusaron por motivos ajenos a su voluntad.

Entramos y los camareros con sus exageradas sonrisas, nos ubicaron en la mesa reservada prevista para veintidós, en la planta del nivel superior, pues resultaba más íntima. La animación era extrema.

Cantando estrofas a medio conocer de los ritmos de actualidad, y algunos adrede distorsionando la voz, provocando risas y algarabía.

De habernos ubicado el Maître en una mesa de planta baja, o nos acallaban, o nos echaban.

La velada, transcurrió alegre y con menciones de anécdotas del pasado y previsiones del futuro.

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Panorámica actual, semejante a la que se visualizaba desde el restorán en 1955, hoy desaparecido.

Tras las confesiones mutuas, cuatro estábamos comprometidos con novia, pero uno nos dejó alucinados. Doc, que así llamábamos a Palau, desde que era estudiante de medicina, nos invitó a todos para el próximo 2 Enero, a su boda con la que conocíamos como su enfermera preferida.

Se habían inscrito conjuntamente a un cursillo especial de enfermedades tropicales, ya que Brasil, pedía médicos Españoles, voluntarios para zonas rurales.

Por Navidad acababan el cursillo, el día dos de Enero se casaban y el tres partían para Belo Horizonte.

Problemático sería reencontrarnos en el futuro.

Los camareros, subían y bajaban las escaleras con frecuencia desmesurada. Retiraron los servicios, recogieron los manteles, apagaron luces supletorias, bajaban las persianas ruidosamente, vamos que si tales insinuaciones no bastaban, solo faltaba que ante la única mesa ocupada a las tantas de la madrugada, nos cantaran “El Vals de las Velas”.

En Catalunya tal melodía con letra ad-hoc, se empea para los despidos nostálgicos entrelazándose todos con las manos.

Nos dimos por aludidos. Salimos al frescor de la marinada y poco a poco se fue disolviendo nuestro grupo, paseando por las Ramblas.

Al quedar solo con Luis, pasada la efervescencia de las copas de Cava ingeridas, le confié mis temores.

-Hablamos Tere y yo sobre notificar nuestro compromiso, oficialmente a sus padres. En mi caso particular, no tengo padres que presenten petición de mano a los suyos. Tengo que hacerlo sin ambages, yo mismo sin parientes.

-Que más lógico, ¿dónde está el problema?.

-Pero Luis, ellos conocen tan bien como tú mi estado social. Sin ingresos fijos, sin domicilio y ya pretendo formar familia con una chica de dieciocho años en ciernes. Tengo todos los números para que me saquen de la cabeza tal idea.

-¿Qué piensa Tere al respecto?.

-Bien ella lo ve igual que yo y que en todo caso haga una petición de manos condicional. Que nos permitan el noviazgo, hasta que al consolidar mi posición podamos, programar la boda, si seguimos en nuestros trece.

Cuatro días después, me presentaba ante sus padres con un ramo de flores para Tere, ya que era su cumpleaños. Tras las salutaciones rituales, expuse mi solicitud, en los términos preconcebidos.

Su padre me miró con indulgencia y su madre, parecía feliz.

Estuvieron de acuerdo ya que efectivamente Tere era muy joven para contraer matrimonio y no dudaban que yo estaba dispuesto a no cometer ningún desliz, sin albergar una mínima seguridad para nuestro futuro.

Total, vía libre para nuestros encuentros por las tardes al salir ella de la oficina y ocasionalmente asistir a espectáculos.

Tan cordial resultó la petición, que a partir de aquél día era bienvenido como comensal invitado a comer los fines de semana.

Ignoraron siempre mis suegros, lo que su benévola actitud representó para mí. Me insuflaron indecible optimismo para mi desenvolvimiento social. Me sentía ya como persona arraigada a una familia. Sólo debía luchar con su beneplácito para obtener una economía suficiente para mantener a una familia. Era evidente, que Tere al casarse, cesaría en su etapa laboral.

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Parejas perdurables (Continuación 13)

Lo hablé con Tere. Llevábamos ocho meses de noviazgo, tocaba ya prever nuestro futuro enlace. Según mis cálculos con otro año y medio más, podría disponer de un piso de alquiler aparte del despacho.

El despacho ya necesitaba nuevo look. Tanto quise ahorrar que construí con mis herramientas las estanterías, y un armario. Colgué unas perchas. Compré un par de taburetes para los dos tableros de dibujo, ya acondicionados ambos con el tecnígrafo.

Las dos puertas batientes de la entrada a la sala, me sirvieron para colocarlas sobre caballetes.

Las forré con papel de embalaje, y sirvieron de perillas como mesas de trabajo.

La habitación única, sirvió de dormitorio mediante un colchón en el suelo.

En una hora a la semana, la mujer de faenas contratada acababa con la limpieza del local. Y hasta el momento sus dimensiones satisfacían.

Dado que los trabajos que me daban los Industriales y los Arquitectos se consolidaban, tenía que adecentar el habitáculo.

Adquirí mesas, sillas, butacas, un armario ambivalente para archivero y ropero. También una cama plegable, que al recogerla figuraba un cuadro en la pared. Así el dormitorio se convirtió en despacho presentable. Restablecí las puertas batientes de la sala que usé como mesas y con algo de decoración, lo que era solo recibidor, adquirió el aspecto de sala de espera.

Y disponía de dos ayudantes captados de la Escuela, a semejanza a lo que yo fui respecto mi Jefe. Por cierto, atendí su recomendación de adquirir un teodolito taquimétrico y realizar los levantamientos topográficos para las urbanizaciones que surgían como setas. Estaba de moda crear urbanizaciones por toda Catalunya.

Un slogan gracioso salido a toda página en un periódico fue el de cierta entidad con:

“Yo urbanizo, tú urbanizas, el urbaniza,

Pero mejor que la nuestra ninguna.”

El trabajo se multiplicó, tuve que organizar un equipo con dos ayudantes más. Uno de ellos, Viturí, tenía una hermana, Carmen, a la que le hacía gracia lo de los trabajos de campo.

Imaginaría que se trataba de divertidas excursiones por múltiples parajes, a cual más bucólico. Insistiendo en que la admitiéramos como ayudante, logró que cediera y un día la llevé conmigo a Badalona.

Se trataba de un trabajo sencillo. El Ayuntamiento encargó un proyecto de rehabilitación del antiguo cementerio abandonado. Como el Municipio crecía vertiginosamente, se remodelaría para contener un millón de tumbas.

El Arquitecto me entregó el plano al que debía situar las pocas construcciones medio derruidas que allí quedaban. Con la cinta métrica de 50 m, el cuaderno para notas y la ayudante para sostener la cinta, me bastaba.

La mayor construcción que restaba en pié, era el bloque de cinco alturas de nichos, con una longitud cercana a los 50 m. Le entregué la anilla a Carmen, para ejecutar la medición. Con la anilla en sus manos, iba dirigiéndose hacia el final de la construcción, a paso titubeante con lentitud. Miraba el suelo que pisaba y luego a mí, detenida como preguntando si ya era suficiente.

-Pero, Carmen, hay que llegar al final. Esto se derribará todo. No importan, las medidas parciales.

-Bu…eno, es que……

Siguió, caminado y casi llegaba al final, cuando soltando la anilla, se puso histérica, quedó paralizada y empezó a llorar.

-¿Que te ocurre?.

Sin moverse, y con sollozos entrecortados:

-Hay, ca..da..ve..res.

Al llegar frente a ella, entendí. Había pisado lo que era un túmulo destinado a fosa común. La débil capa de tierra de cubrición, había cedido a su pisada y tenía un pie entre un montón de huesos, sin atreverse a sacarlo.

Tiré de ella, apartándola de allí. Se me abrazó y poco a poco fue recuperándose. Con tal experiencia, finalizó su afán de ayudante para giras campestres.

Otro ayudante gratuito, resultó un taxista. Como para los levantamientos hacían falta como ayudantes un par de portamiras, un croquizador de los puntos de nivelación y un libretista para anotar las lecturas del visualizador del taquímetro, no había más remedio que desplazarnos un mínimo de cuatro personas. Un taxista se avino a realizar la labor de portamiras gratis, además por terrenos cuanto más abruptos mejor.

Encantados mis ayudantes, ya que los desplazamientos para colocar vertical la mira parlante por montes a pleno sol en verano, no seducía a nadie.

Su complexión era más bien fuerte, o, sin eufemismos algo gordo. Tenía recomendación por su médico que hiciera ejercicio. No siendo su oficio apropiado para el cumplimiento recomendado, nos dijo que le asignáramos recorrer los puntos más inaccesibles, para los cuales debiera realizar verdaderos esfuerzos. Sudar a mares le convenía.

A pesar de esta ayuda gratuita, los desplazamientos alquilando taxi, resultaban onerosos y ni decir cuando se trataba de trabajos en los que debíamos pernoctar en el lugar. Se trataba de gastos de hospedaje más alquiler de taxi por dos o más días.

Tere convino conmigo que era el momento de adquirir un vehículo automóvil adecuado para transporte de ayudantes y equipo. El ahorro, ayudaría a acrecentar la cuenta de ahorros conjunta, destinada a nuestro futuro hogar.

Sin pensarlo más, cancelé el crédito de la Caixa y pedí otro sustancioso que me permitiera Esto requirió a la vez contratar una plaza de parking. Total me estaba imponiendo una serie de gastos, que de no rendir el trabajo de mi equipo, daría al traste mi proyectada boda.

Aquello funcionaba. Los ahorros crecían y seis meses después, ya disponía de tres cuentas bancarias: la conjunta con Tere, la de crédito bancario, a medio cancelar y la nueva corriente en un Banco Nacional de renombre. Destinaría el movimiento comercial, exclusivamente a esta última cuenta, prevista para acreditar méritos, en futuras solicitudes crediticias.

Esto último, a Tere no le parecía prudente. Teníamos conocimiento de un montón de fracasos comerciales aventados por la prensa, en la cual, los Bancos eran siempre los protagonistas acreedores que daban la puntilla a las empresas en problemas financieros.

Con todo, yo no veía salida mejor para lograr nuestro objetivo. Y las últimas bodas de colegas a las que asistimos, eran un acicate más para reafirmarme en ello.

Nuestras salidas con los compañeros y sus esposas, se iban dilatando, pues en Barcelona, ya solo quedaban tres parejas.

Wifredo, el mayor de nuestro grupo partió para Liberia, con el encargo de dirigir una fábrica textil Africana. La mano de obra era de raza negra. Los capataces y técnicos, formaban la élite de colonos blancos. Esto fue lo que le atrajo. De estudiantes él y yo, escuchábamos embelesados aventuras por las Selvas del Continente Africano, aún salvaje. Le envidié su suerte, ya que tal oportunidad aún de habérseme presentado, no la hubiera podido aprovechar.

Joaquín, se nos despidió por integrarse en Düsseldorf en una fábrica Alemana. Otro colega, se casó y se integró en una empresa Portuguesa, en Porto. Otro se fue a Tolouse, en Francia.

A todos ellos ya les perdimos la pista, pero los que se quedaron en Catalunya, aunque dispersos por el territorio, convenimos que para no perder contacto, nos cartearíamos y a los veinticinco años, nos reuniríamos en un hotel de la Costa Brava, para recordar nuestra celebración en La Barceloneta.

Esto se cumplió, a los veinticinco años, reunidos todos con nuestras respectivas cónyuges. No solo esto, también a los cincuenta años lo repetimos, todas las parejas, vivas e indisolubles. A pesar de caminos dispares por la vida, nuestra suerte en este sentido fue semejante.


Recuerda Tere:

De alguna manera ya habíamos empezado nuestra singladura por la vida.
A él, el trabajo le tenía muy ocupado, pero no pasábamos ni un día sin vernos, si no podía venir a recogerme a la salida de la oficina, venía a mi casa aunque fuera un poco tarde, porque yo aún iba a las clases de dibujo.
En alguna ocasión, incluso se quedaba a cenar con nosotros. Unas cenas completamente informales.

A mí me hubiera gustado mucho poder hacer mis pinitos en la radio, y desempeñar algún papel aunque hubiera sido sin importancia alguna, pero…no pudo ser. En aquel tiempo se daba muchísima importancia al acento y a la dicción de las voces. Yo en casa y como casi todas mis amigas hablábamos en catalán, cosa no demasiado bien vista en aquel tiempo, por lo que la mayoría de la gente en cuanto salía de su domicilio tras cerrar la puerta, se tenía que olvidar aquel idioma, para hablar sólo en castellano. Y en la radio que todo se limitaba al sonido de las voces, la mía no encajaba. Me dijeron que se me notaba mucho mi acento catalán. La opción que me daban era la de estar seis meses sin hablarlo. Evidentemente no estuve de acuerdo.

Creo que la primera vez que Carlos me vio llorar fue cuando murió en un accidente, el popular actor y rapsoda, ese que yo había ido años atrás en busca de su autógrafo. Si, no me avergüenza confesar que lloré. Le admiraba, y en aquellos años transcurridos, yo había ido bastantes veces por la radio, y aunque no podía decir que éramos amigos, sí que me reconocía, y nos saludábamos educadamente.
Y recuerdo que comenté a Carlos que estaba preocupada porque, un día antes que sufriera el accidente, yo soñé que iba a la radio y hablaba con el actor, y me estrechaba la mano mientras se despedía de mí. Me desperté al notar en el sueño la frialdad de su mano, mientras me decía que se iba para interpretar el último capítulo de la serie, en el cual el protagonista moría.

Algunas veces habíamos hablado, que soñaba cosas que luego se cumplían. Y Carlos inevitablemente me decía, que todo eso, eran imaginaciones mías. Que era absurdo que teniendo una cultura más o menos aceptable creyera en todo esto.
Yo pensaba que cada uno es como es. Por mucho que siguiera diciendo que todo esto eran tonterías…yo insistía que aceptaba que él, no las creyera, pero que no iba a conseguir que yo dejara de creer en ellas.

Esto, hubiera podido ser una fuente de discusiones. Pero no lo fue. Acabamos dando por bueno, que teníamos diferentes puntos de vista.
Luego con el paso del tiempo, (muchos años después) Me dio la razón. Aceptó que tenía sueños premonitorios, y en plan de guasa me decía que seguro que dormía con unas antenas enormes que lo captaban todo. Tuvo que rendirse a lo evidente, pues en muchas ocasiones, al ser unos sueños tan reales, se los comentaba, y además los podía describir con toda clase de detalles.
Una cosa me llamaba la atención, quería saber si mis amistades soñaban en colores. Creo recordar que todos se quedaban el blanco ante mi pregunta. Nunca se habían fijado en este detalle, que a mí particularmente me llamaba mucho la atención.
En mis sueños los colores tenían mucha importancia, ya que ellos me avisaban también de si iban a surgir o no dificultades.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Parejas perdurables (continuación 12)

http://www.youtube.com/watch?v=fd_no...eature=related

Esta melodía, La Mer, popularizada por Charles Trenet, sonaba en los jardines de La Masía. A Tere todo lo relacionado con el Mar, la seduce. Aproveché la coyuntura, y teniéndola en mis brazos bailando, acerqué mi mejilla a la suya y le susurré que algo importante debía confesarle.

Mi timidez, impedía decirle nada mirándola a los ojos. Tomé aliento y la llevé a un flanco con arbolado que aislaba nuestra presencia del resto de danzantes. De carrerilla le dije que ya desde antes de mi partida a Alcalá, estaba enamorado de ella, que no dudaba ya, que sentía verdadero amor y me haría feliz, si me correspondía.

Aguardé no sé si un segundo, un minuto, o más. La espera me parecía eterna. Con el corazón acelerado, escuché el Sí deseado, confesándome que ella sentía lo mismo por mí.

La abracé con fuerza, la besé al cuello, a la mejilla y a los labios expresándole la explosión de alegría que me proporcionaba.

Tan efusivo resulté que llamamos la atención de nuestros amigos acompañantes.

-Bravo Carlos, veo que te decidiste, pero no te la comas aún. Ha de durarte muchos años. Os deseamos que seais muy felices.

No me pareció oportuno hacer ningún comentario respecto a como evolucionaba el paso de su contacto epistolar, a físico.

En unos instantes, rememoré los días transcurridos desde la llegada a Barcelona, hasta hoy en que los colegas, lo celebraríamos con una mariscada en La Barceloneta.

Vaya semanita. Devolver el uniforme, acudir a varios anuncios para alquilar un despacho, comunicados inacabables para reanudar contactos, giras por almacenes de menaje, adquisición herramientas……..para fabricar mis propios muebles. Se trataba de estirar al máximo mis ahorros.

Por descontado ingresé todo mi efectivo, a la libreta de ahorros de “La Caixa”abierta por mis padres desde mi infancia.

Pedí entrevista con el Director y le expuse mi situación.
Como si hiciera un favor extralimitado incluso de sus facultades, (le merecía confianza por mi seriedad, supongo que la misma que le causarían todos los clientes peticionarios de cantidades exiguas), me concedería un crédito personal equivalente a diez veces lo que era mi saldo positivo.

Para que la banca no se arruine, el trato es leonino. El prestamista, se cobra los intereses del primer año anticipados. O sea que no dispones del nominal del que eres deudor sino de éste menos los intereses. ¡Ah!. Y también deducidos los gastos de estudio de tal concesión. En mi caso fueron un diálogo de veinte minutos. Mejor, ya que por deferencia especial, eludía el Registro y Acta Notarial, consulta con la sección Jurídica y más lindezas burocráticas.
Y mejor el ingreso del crédito concedido a primeros de mes, pues el día uno del siguiente ya mermaba la cantidad recibida, por la primera cuota.

Este sería mi inicio en las lides bancarias. Sobre mí la espada de Damocles, durante dos años, a devolver el Capital más intereses en cuotas mensuales.

Mi antiguo Jefe me animó mucho, no con palabras, sino cumpliendo las prometidas antes de mi partida. Me dirigió a varios Ingenieros y Arquitectos amigos suyos, que esporádicamente me darían trabajos.

Lo mismo ocurrió con Morán, podía iniciar mi debut en su taller, ocupándome las mañanas con el proyecto de adaptación de un automatismo neumático para las imprentas. Tenía asegurados varios meses, antes no se concluyera el proyecto.

Animado, pedí a Tere que avisara a sus amigas para vernos con mis colegas Ex - militares.
Le adelanté que tenía especial interés en invitarla a ella y a su amiga íntima con el compañero del que fue madrina, a La Masía. Para el día 15 de setiembre, estaba anunciada la actuación de una orquesta de renombre. No podíamos perder la ocasión.

Hoy, la llamé a su puerta, trajeado con mis mejores galas de paisano. Salió ella ya acompañada de su amiga, ambas esplendorosas, con un toque discreto de maquillaje conscientes de que celebrábamos una fiesta muy particular. El encuentro de dos parejas que mantuvieron relación epistolar durante seis meses."

Y aquí me hallaba bajando de una nube, ya que todo al fin me sonreía.


Recuerda Tere:

Esta iba a ser junto con mi amiga, nuestra primera salida con un chico en un plan muy formal. Ya éramos unas señoritas, nada de niñas.
Ni que decir tiene, que pusimos las dos un empeño más que notorio en parecer mayores de lo que éramos (con el paso de los años, este factor lo invertiríamos).

Estábamos emocionadas, sobre todo yo. Iríamos a una sala de fiestas muy en boga, lejos de la capital, rodeada de jardines, con sus luces suaves pareciendo que todo lo que nos rodeaba recordaba uno de esos cuentos de hadas. Mi primer baile con Carlos. Bueno más que baile a mí me parecía un abrazo perfecto. Creo que esta era la única manera de permanecer tan juntitos, sin que nadie pudiera llamarnos la atención.
Y aquel primer beso…

Si tengo que decir la verdad, debo confesar que tanta fogosidad me pilló completamente desprevenida. Es cierto que esperaba unas palabras, pidiéndome para ser más que amigos.
¡¡¡Pero aquel beso!!! Fue como abrir una puerta que estuviera cerrada, y al abrirse entrara un vendaval.

Como mandan los cánones, al cabo de un rato, mi amiga y yo fuimos a los aseos, juntas, cosa que todavía se hace. Las mujeres acuden a los servicios de dos en dos. Para poder charlar y comentar lo que haga falta.

Mi amiga me miró divertida mientras comentaba, “bueno parece que Carlos por fin se ha decidido” Supongo que me sonrojé, y bajando mucho la voz para que nadie más lo oyera le dije “¿Sabías que en un beso, se mete la lengua?”
Ella abrió mucho los ojos. Como si tomara nota para cuando le tocara a ella el turno de semejante descubrimiento.
Con el paso de los años, nos reímos mucho de estas experiencias. Ella no llegó a nada serio con su acompañante. Aunque también fuera su primera salida en plan mujercitas, no fue el compañero de aquel día el padre de sus hijos.
Mi caso fue completamente diferente.

A partir de ese día Carlos y yo, podría decirse que formamos un tándem bastante sólido, por lo menos era eso lo que deseábamos. Aunque imagino que los dos en algún aspecto podríamos tener nuestras dudas. Nos conocíamos desde años, pero, creo que éramos conscientes que en más de una ocasión podría surgir alguna discrepancia. ¿Sabríamos resolverlas?
Porque quedaba muy claro que en aquellos instantes, todo parecía sonreírnos. Ya podíamos decir abiertamente, que éramos más que amigos.

Y flotábamos los dos en la misma nube.


lunes, 14 de febrero de 2011

Parejas perdurables (Continuación 11)

A las 10 de la mañana siguiente, recogimos nuestros embarques de regreso a los hogares. A esta hora ya no podíamos tomar el tren Expres, que salía de Madrid y no paraba hasta Guadalajara.

Para evitar demoras, decidimos subir al primer mercancías que llegó a Alcalá, transbordamos en Guadalajara, al próximo Rápido hasta Barcelona, que tampoco realizaba muchas paradas intermedias.

Pudimos hacerlo, por cuanto los embarques nos permitían libre circulación por los ferrocarriles que coincidieran dentro del itinerario de nuestro destino Barcelona, siempre y cuando vistiéramos de militar.

A las nueve p.m. respirábamos el húmedo aire de Barcelona. Nos percatamos por el contraste habido con los respirados durante medio año por Castilla.

Nos despedimos quedando citados para el 15 de Setiembre que celebraríamos el acontecimiento con una cena en el Paseo Marítimo todos los colegas de los diversos Destinos. Éramos ocho que procedíamos de Alcalá pero habían diez, que vendrían de Zaragoza y otros cuatro de Barcelona.

Y conste que a quienes les tocó en suerte el Cuartel de Barcelona, eran Provincianos, casi como si estuviera prohibido cumplir el Servicio en la propia Ciudad de residencia.

Tomé un taxi con mi eximio equipaje llegando antes de que se cerrara la cancela de mi antiguo domicilio. No disponiendo de llaves, hubiera tenido que pernoctar en una pensión. En aquél tiempo no existían celulares, (móviles) ni medios sencillos para conseguir acceso a edificios a partir de las diez.

Sin novedad, me recibió la Fiera, sobrina de la Sra. Agustina. Cordialmente, me esperaba, ya que Tere se lo anunció. Aluciné ante su amabilidad. Me preparó la ducha y tenía mi cama disponible.

Anunció que podía estar los días que hicieran falta para que encontrara nuevo alojamiento, que ella y su tía abandonarían este domicilio después. Ocuparían uno recién alquilado por su madre, hasta el cercano día de su boda, con un empleado bancario. Así su tía no restaría sola.

Se ve que la ilusión de la boda, amansó a la fiera.

http://wikimapia.org/15815117/es/Cuarteles-del-Pr%C3%ADncipe-y-Lepanto

Este enlace da un poco de Historia del cuartel de Alcalá.

Lo que recuerda Tere:

La salida con las otras parejas por la Diagonal, creo que fue bastante amena. Se habló de muchas cosas, paseamos arriba y debajo de la citada avenida, contando cada cual sus vivencias. Y al llegar la hora en que las “buenas chicas” debían volver a sus casas, nos dejaron en el portal despidiéndose educadamente, tal como lo requerían las reglas de entonces.

Al día siguiente con mi amiga más íntima, estuvimos charlando de lo que habían dado de sí, aquellos paseos. Me dijo que no le disgustaba el muchacho, pero que era mucho más divertido en las cartas que en persona. Que tuvieron momentos de esos que se quedaron en blanco sin saber de qué hablar. Me preguntó a mí, si lo había pasado bien. Y le dije sí, que por supuesto la conversación no decayó ni un instante. Y le comenté que me había pedido para salir con él otra tarde, pero nosotros dos solos. A la pregunta de mi amiga de si esperaba que aquella salida tuviera mayores consecuencias, tuve que decirle la verdad. Que sí. Que estaba casi segura, que le inspiraba algo más que una sincera amistad, pero claro, tampoco podía hacer demasiadas cábalas sobre el asunto, si él no era más explícito.

Ella quería saber cuál sería mi respuesta si Carlos me hablaba en serio de formalizar nuestra amistad en algo más profundo e íntimo.

A esa amiga no podía responderle con evasivas, nos conocíamos demasiado bien, para ir con medias verdades.

Y le dije la verdad Me gustaba y lo admiraba. Que creía había llegado a quererle. Aunque me daba cuenta, que al haber tenido que luchar a brazo partido con la vida para seguir adelante, me inspiraba un poco de recelo, su carácter. Comprendía que estaba muy acostumbrado a mandar, a valerse por sí mismo sin depender de nadie. Ya lo había notado a través de sus cartas, y ahora al volver, lo poco que pudimos hablar, descubrí que se marchó siendo un muchacho, y volvía siendo un hombre. Sus ojos le delataban cuando me miraba.

Nuestra amistad de tantos años me hacía ser completamente veraz, aunque se tratara de algo tan personal. Conocernos desde los siete años nos daba este privilegio. No tuve ningún reparo en decirle todo lo que sentía.

También yo hice un cambio en este tiempo, pero el mío era más visible en mi cuerpo. Sin embargo, yo notaba una diferencia en su carácter, más que en su físico. A pesar de todos esos miedos, esperaba ilusionada los acontecimientos, que imaginaba podían suceder sin tardar demasiado.

Ese sexto sentido de las mujeres, había hecho su aparición.

Saludos de Avicarlos.

sábado, 12 de febrero de 2011

Parejas perdurables.(continuación 10ª)

Estando de Vigilancia, distribuí a la tropa de Servicio entre las calles y la casa de lenocinio.
Tenía referencias de ella, por la fama de su Madame Pirata. Se trataba de una mujer madura, con un parche negro en el ojo izquierdo. El alias era acertado.
La entrada en el local, imaginé como en las películas, que armaría alboroto entre los clientes, mayoritariamente militares. A decir verdad de civiles, entre pocos y ninguno.
Pero la reacción no la esperaba. Inmediatamente se nos acercó la Pirata, agradeciendo la visita e invitándonos a tomar un refrigerio, a pesar de saber que lo rehusaríamos por hallarnos de servicio.
La bienvenida según supe se debía a que antes de ser la Pirata, era una bella señorita que perdió un ojo a causa de uno de los incontables alborotos entre parroquianos. Con nuestra presencia no se producían altercados.
Al salir del servicio, innecesario a la hora de retreta ya que la tropa debía evacuar el local, decidí unirme a las rondas de mis compañeros, agotando los pocos días que me restaban para disfrutar de ellas.

Mi grupo usual, charlando con lugareñas, me llamó para presentarme a sus acompañantes.

-¡ Ah, es el oficial del balcón!. Dijo una de ellas.

Intrigado, pregunté a que se refería.

-Si, los pies al fresquito.

¡Ya!. Hacía casi dos meses que antes de acostarme, me tumbaba en pijama, al balcón con los pies salidos entre los barrotes de la baranda por ser mi estatura superior a su longitud. Por lo visto sin enterarme era visualizado a diario por los paseantes de los soportales.

Y es que con el calor reinante, la cama hasta la madrugada, era una sauna.
Me sonrojé, al imaginar la estampa que debí presentar al público que me observaba, pero ya me desentendí, puesto que en realidad solo era un número entre tantos Polacos, que pronto nos ausentaríamos.

Seguimos la ronda ya sin ellas chateando como de costumbre y como de costumbre, al llegar a la tasca cuya “tapa” de regalo, consistía en un chato de caldo, permanecía fuera para incorporarme al grupo a su salida y seguir el Vía Crucis.
Me repugnaba el caldo desde mi infancia. A pesar de los elogios de mis compañeros a favor de tan original “tapa”, no conseguían sacarme de mis prejuicios.

Diez días después me tocó el último servicio de Semana. Concluido el cual, ya estábamos todos licenciados. Era cuestión de devolver el despertador al relojero para recuperar el 50% prometido.
El hombre casi avergonzado, se excusaba por no devolvernos una cantidad mayor, ya que mermaba su parco beneficio.

¡Vaya, con el honrado relojero!. Cómo si no nos hubiera devuelto nada. Estabamos dispuestos a ello, por cuanto su valor del cincuenta por ciento repartido entre cuatro era una miseria, que al relojero si le podía beneficiar. Le agradecimos su servicio y decidimos emplear aquél capital, en la última ronda por los soportales de Alcalá.

Esta fue apoteósica. Nos animamos más de la cuenta y con ello, al llegar a la famosa tasca del caldo, me desinhibí y entré.

¡Ave María Purísima!. Lo que me perdí durante seis meses. Los elogios de los compañeros, me parecieron muy cortos.
Aquello no era el caldo que yo desde niño detestaba tanto por su aroma como por su sabor. Esto era un CALDO diablos. Lo servía el barman en vaso corto. El caldo sacado de una olla hirviendo en el mostrador, con componentes de crustáceos variados y especias como el ají y otras.

Una vez engullido el líquido, unas ganas locas de refrescar la boca, afloraban sin piedad.

-Vino, o cerveza, podéis repetir. Agua prohibida.

Era lo que siempre remarcaba el barman. Evidente que velaba por el negocio. Y el acierto de aquel brebaje, merecía secundarle.

Aquel arrepentimiento, lo mantuve toda mi vida, por lo que años después intenté elaborar el caldo por mi cuenta, sin conseguir la gracia del barman de Alcalá.


Durante todo el día tanto yo como los colegas, lo pasamos con exacerbado nerviosismo. Ni siquiera tuve apetito a la hora de comer. Salí del cuartel como todos y nos dispusimos a preparar maletas y deshacernos de los objetos ya innecesarios, para la partida.

A media tarde, ocupados los cuatro camaradas en nuestro quehacer, Ramón indicó.

-¿Alguno de vosotros tiene mis calcetines ?

-Y ¿No os habréis equivocado de calzoncillos?. No aparecen los míos.

Preguntó Pedro.

-Habrá que preguntar a Doña Engracia cuando regrese, si extravió prendas de lavado, porqué a mí me faltan los guantes y pañuelos. ¿No te falta nada Carlos?.

Dijo Ernesto.

En principio, a mí no me faltaba nada ni tenía nada de mis compañeros.

-No cantes victoria Carlos. Ven acá. Mira.

Dijo Pedro.

Había entrado en la habitación de Herminia y en su mesita, había un acopio de prendas nuestras, plegadas y ordenadas en varios cajones.

Le reprendimos por haber entrado en la habitación de la hospedera, máxime cuando no tardarían las hermanas en volver de su paseo, pero es que la evidencia hizo transgredir toda precaución.

Ni me lo creía, pero sí allí había ropa interior mía. ¿A qué obedecía tal rareza?.

Por primera vez hablamos dando nuestras opiniones. Unos que se trataba de una cleptómana. Otro que era una fetichista. Y yo preferí imaginar que era una nostálgica que pensó que sin darnos cuenta obraría en su poder un recuerdo de nuestro paso por su casa.

Cada cual recogió sus prendas, pero quedaba en mente que Herminia sabría que entramos en su habitación. ¿Qué decir?.

-Tranquilos todos, veréis como no osará comentar nada, por temor a quedar en evidencia ante su hermana por nuestras respuestas. Seguro que Engracia, no tiene idea de la operativa de Herminia.

Deducimos que al extraviar parte de la última entrega que dimos de ropa a lavar, conociendo ella nuestra partida inmediata, creería que su falta pasaría desapercibida.

Así fue como cuando nos despedimos, ni ella ni nosotros hicimos comentario alguno.

Mi último servicio aquella tarde fue la de formar a la tropa y leer el parte de retreta.

¿Era así cómo se mofaba de mí el Destino?. Yo mismo tuve que leer oficialmente ante la formación del Escuadrón, el aumento del 50 % de paga para los futuros oficiales de Complemento. Y entraba en vigor al día siguiente. Era como un despido de :

Ale, con viento y barca nueva. Ya te explotamos bastante.

¿No se había podido producir tal aumento mientras estábamos nosotros?. Las penurias me hicieron espabilar. Cosa que de seguro teniendo sobrado para los gastos de hospedaje y manutención, mi estada en Alcalá hubiera sido muy diferente.

Pero pensándolo mejor, no debió ser este un mal que por bien no viniera. Ahora disponía de unos ahorros por mi trabajo, de los que carecería, si no me hubiera visto obligado a espabilar.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Parejas perdurables. (Continuación 9ª)

Aquella sentida angustia, ahora a tantos años vista, entiendo que se trataba de un conato de depresión, al que la imagen de Tere y el deseo de crear una familia, disolvió sus perniciosos efectos. Noté que mi orfandad en los últimos años, la paliaba con las frecuentes visitas a los vecinos, que eran sus padres.

Historial de la 1ª Bandera de paracaidistas ROGER DE FLOR referenciado en este relato:

La creación de las Fuerzas Paracaidistas del Ejército de Tierra español se remonta al 17 de octubre de 1953, siendo Ministro de la Guerra el general Muñoz Grandes. Se le encomienda la misión al comandante Tomás Pallás Sierra, que junto a 8 oficiales, 12 suboficiales y 149 de tropa formarán el primer curso de paracaidista, con lo que nace la I Bandera Paracaidista y recibe el nombre de "Roger de Flor", en memoria del famoso caudillo almogávar al servicio de la Corona de Aragón durante el siglo XV.

El 23 de febrero de 1954 se realiza el primer lanzamiento paracaidista desde aviones Junkers y Savoia, utilizando paracaídas modelo T-6, en Alcantarilla (Murcia), siendo esta una fecha que se celebra todos los años.

La Bandera se instala en el Acuartelamiento Lepanto (Alcalá de Henares), antiguo cuartel de Caballería, en 1955.

Actualmente, la I Bandera de Paracaidistas se aloja en la nueva Base "Principe" en el Término Municipal de Paracuellos de Jarama

Fachada del Cuartel, adyacente a La Universidad.

Carro de combate de Caballería, en 1955 . Modelo M24 cedido por EEUU, al ejército Español .

En la última carta que envié a Tere, le pedí notificara mi próximo regreso a la Sra. Agustina, que tuvo la amabilidad (aunque pagada) de mantener la habitación ocupada durante los seis meses con mis pertrechos y el tablero de dibujo con el paralex, (regla graduada ya obsoleta que abarcaba los 1,2 metros desplazándose paralela fija ).

Me daba un mes más de plazo para desocuparla, al obtener un piso idóneo de alquiler. Lo buscaría módico, pero céntrico, ya que se convertiría en mi primera vivienda-despacho.

Le conté como ansiaba volver a verla y saludar a sus padres, (aunque me estaba delatando veladamente). Tenía que resistir mis impulsos y cumplir con mi decisión, de declararme en persona en los bellos jardines de "La Masía". Era una sala de baile de moda, establecida en extrarradios de Barcelona, donde ya había acudido anteriormente, pero no con ella.
Y para no mostrarme más obvio, omití darle los datos del día y medio de locomoción que usaría. Al menos evitar el, por otro lado apetecido, recibimiento a mi llegada en la estación.

Parejas perdurables

Tere lo recuerda así:

Después de rechazar a Juanito, me quedé con la desagradable sensación de haber reaccionado con demasiada brusquedad por la manera que le dije sin contemplaciones que era por su estatura. Claro que si él no hubiera insistido tanto en saber el motivo de mi poco interés en su persona, me lo habría callado.

Cuando recibí la carta de Carlos, esa que iba solo dirigida mí y ver el encabezamiento, noté algo raro, como si alguien me estuviera oprimiendo el estómago acelerando los latidos del corazón

Mientras leía la carta de Carlos, me di cuenta que esa sensación tan nueva, ese corte de respiración, nunca lo había sentido. Era una mezcla de inquietud y de curiosidad por la novedad que me representaba. Con el paso del tiempo supe que vulgarmente se llamaba mariposas en el estómago.

Diecisiete años de aquellos tiempos, corresponden a los trece o catorce de ahora. O sea casi una niña. Sin ningún tipo de experiencia en nada.

Con mi amiga ya hablamos de esa salida que Carlos y sus amigos nos proponían para encontrarnos en la Diagonal, para pasear y conocernos en persona, los que aún no se conocían. Ella sabía mi rechazo hacia Juanito y me preguntó si Carlos me gustaba. Recuerdo que fui bastante evasiva le dije que sí, pero que también me gustaban todos los artistas que tenía en las paredes de mi habitación. Nos reímos mucho cuando me dijo “esos no cuentan, esos nos gustan a todas, y no están a nuestro alcance.”

En realidad tenía razón, eran para soñar despiertas.

Nos enfrascamos en la novedad de esa salida, con los que estaban a punto de regresar a sus casas.

A mi amiga le parecía que después de cartearse durante meses, conocía bastante al “pobre chico”, pero ahora también sentía una sensación nueva. Una cosa era charlar y dar consejos de las películas bonitas, y la otra era conocerse en persona.

Estábamos las dos muy intrigadas, en cómo iría esa primera salida. ¿Tendríamos temas de los que hablar?

Yo estaba menos apurada, porque Carlos no era un desconocido. Pero…si, había ese pero como una espada de Damocles encima nuestro. Igual en persona no congeniábamos las tres parejas que saldríamos.

Comunicarse por carta era una cosa, y otra muy diferente sería hacerlo frente a frente Y así sin darnos cuenta entramos en otra etapa de nuestras vidas. Pasamos de ser unas niñas a ser casi unas mujeres.


domingo, 6 de febrero de 2011


Parejas perdurables (continuación 8ª)

A fines de Julio cancelé mi trato con la oficina de Madrid. Por el calor, el itinerario entre Atocha y Pza. España, se convirtió en un Vía Crucis, de un mínimo de siete cañas de cerveza en otras tantas tascas. Y en la oficina nos esperaba el botijo comunitario con agua anisada.

En estas condiciones el trabajo se hacía pesado y entre el coste del ferrocarril y lo erogado por las tascas, se iba casi todo lo a devengar. Disponía ya de algún dinero y no valía la pena seguir.

Con mis compañeros, el mes de Agosto, último para licenciarnos, en un vergel del río Henares, disfrutábamos del frescor y las zambullidas esporádicas, practicando natación. El lugar no distaba ni un kilómetro de la Plaza Cervantes. Era ideal para zafarnos del bochornoso calor veraniego y contar chascarrillos.

Este lugar años después por desvío del cauce, en atención a la contaminación y a la ampliación de la base de Torrejón de Ardoz, desapareció.
Soportales de la calle donde se albergaban el máximo de tascas de Alcalá, seguidas alegremente por nosotros, al frescor del atardecer.

Un veterano, nos contó un curioso suceso del año anterior con los paracaidistas .
La Mascota de los paracaidistas, era una mona menuda. El equivalente a la cabra de los Legionarios. Y no faltaba en los desfiles con uniforme a su medida. Orgullosos de ella se hallaban hasta tal punto, que no podía faltar en las prácticas semanales de salto desde los aviones. También llevaba un paracaídas a su medida.
Se lanzaba el Cabo primera del grupo, con la mascota a cuestas. A mitad trayecto en el aire, le tiraba de su anilla.
Era la mascota, veterana como la tropa de su unidad y parecía que le divertía este ejercicio. Esto, así fue hasta el día que no se le abrió a tiempo. Horrorizados sus hermanos humanos, vieron como caía dando raros tumbos y emitiendo chillidos, hasta el inevitable encuentro con el suelo.

Se levantó, arrastrando el paquete del paracaídas y fue a abrazarse al primero que aterrizó. Milagrosamente, indemne, parecía consolarse con la tropa, pero ya rehusó posteriores saltos.

Aquello me hizo pensar en el riesgo de los soldados con tal práctica obligatoria entre una y dos veces semanales. La seguridad era alta, pero no absoluta.
Y mi pensamiento agorero, se materializó a la mañana siguiente.

Lo sabría Tere en mi próxima misiva.
Aquella noche, mi sentimiento mezcla de nostalgia por mi pasado familiar y tristeza por la vivencia de unas horas antes, fue la primera vez que encabecé la carta con : “Mi querida amiga Tere”.

Por la mañana acababa mi Servicio de Guardia, sin embargo una orden imprevista me varió los planes de la tarde. Fui asignado como comando de una unidad especial para desfilar acompañando a otras tantas unidades del resto de Armas, por las calles de Alcalá.
Debería presentar en representación del Regimiento de Caballería, los Honores póstumos al paracaidista, ante su féretro en el cementerio.

Ante todo, tuve que ensayar el ritual del saludo con el sable. Fue la primera y última ocasión en que tuve que desenvainarlo. Pasó de ser un mero apéndice colgado del cinto, a un arcaico elemento bélico, desenfundado para lucir en Paradas militares.

Conté a Tere, como a mí me lo contaron, que había fallecido un paracaidista, en acto de servicio.
Por lo visto, un salto mal ejecutado enredó sus cintas, no desprendiéndose a tiempo. Quedó atrapado en el alerón posterior. El piloto al percibirse realizó varias maniobras en círculo a la espera de que otro avión acudiera y con maniobras circenses, lo rescatara en vuelo.

No fue posible por cuanto al ponerse a su altura se dieron cuenta que el desgraciado soldado perdió el conocimiento, no pudiendo colaborar con la intención de rescate.
Se desprendió en una de las maniobras pero con el paracaídas liado. El desenlace fatal, formó parte de las estadísticas luctuosas, según las cuales debía haber sido menor de uno entre 100.000.

Al realizar el protocolario saludo, reflexioné sobre las ironías de la vida:

Unos padres, perdieron a un hijo, al que le estaba rindiendo honores un hijo que perdió a sus padres.

Terminé la carta con lágrimas. Y con la intención de no transferir mi tristeza a Tere, excusé mi breve relato, hablándole de mi ya próximo regreso, en el que quería que ella y sus amigas madrinas, nos reuniéramos por la Diagonal con mis compañeros que así nos conoceríamos todos .
Estado actual de la fachada de la Universidad, en mi tiempo,deteriorada.

Estatua monumento de Quijote, frente la casa natal de Cervantes.