viernes, 28 de enero de 2011

Parejas perdurables (continuación 4ª)

Ayudas Providenciales. Fueron las recibidas de mi “jefe”. Los dos años de mi colaboración en levantamientos topográficos, le hicieron olvidar mi estatus de alumno, tomándome gran confianza.

Sabedor de lo oneroso que resultaba la adquisición del uniforme de Gala militar, me solventó buena parte del problema.

El ejército Español, a los reclutas les atendía todas sus necesidades para el cumplimiento del servicio obligatorio, pero a los “Oficiales de Complemento” Universitarios, los trataba como a los de Academia, favorecidos con un sueldo, pero desatendiéndose de su manutención.

Tampoco suministraba gratis los atuendos personales. Había que comprar en “abastos”, el almacén militar suministrador de todo equipamiento destinado a la Infantería, Artillería, Armadas aérea y marítima, o Caballería.

¡Ajá!. Caballería, lo que me tocó en suerte. Económicamente, el uniforme de Gala, resultaba gravoso. Las botas hasta las rodillas, con espuelas cromadas. Los pantalones de dos tipos, los normales de retaguardia y los bombachos para campaña y desfiles. La guerrera, el correaje con y sin cartuchera, y los consabidos cordones distintivos de la procedencia universitaria. El capote, nos lo ahorrábamos, ya que siempre había excedentes en los centros oficiales de los cuarteles.
La gorra de plato, y guantes blancos, a juego con el collarín de plástico blanco sobresaliente del cuello de la guerrera.
Finalmente, un aditamento para colgar del correaje, el SABLE mediante su funda metálica.

Atractivos los uniformes militares debían resultarles a las chicas…….sino, ¿Cómo se entiende que Font, se casara con Victoria, con su uniforme blanco inmaculado de cadete de la Armada?.

De haber realizado tal osadía hoy, habría sido denunciado al Ejército y pagado las consecuencias. Tal uniforme, no podía lucirlo públicamente sin estar en activo.
Más bien creo que para él le resultó una barata manera de figurar ante los papanatas de la estirpe “quiero y no puedo”. Me alegro de no haber sido testigo de tal efeméride, ya que ver transcurrir la comitiva por las calles de Olot en su desfile nupcial, me hubiera provocado terrible vergüenza ajena.

Y en mi caso, la cuestión era que mi jefe, me facilitó a título de préstamo el sable y espuelas con sus complementos que él guardaba de antaño. Y me dirigió a un conocido que lo mismo haría con la guerrera. Total el atuendo faltante a adquirir, resultó más que asequible.

Y preocupado, a pesar de las promesas de mi protector, por mi porvenir una vez acabada la mili, partí hacia la aventura militar.
Mis ahorros eran escasos y tenían que alcanzar hasta la primera paga mensual. Convenimos entre cuatro colegas, alquilar conjuntamente en Alcalá un par de habitaciones a las Hermanas Peñuelas como les llamaban, sin saber el motivo, ya que una era la “Engracia” y la otra la ”Herminia”. Y sus apellidos Gómez.

Nuestro afán ahorrativo, dado que los emolumentos profesionales no daban para más, nos llevó asimismo a adquirir un despertador entre todos, a un relojero que además nos prometió readquirirlo él a mitad de precio, cuando nos licenciáramos.
Era necesario este artilugio. Las consecuencias de llegar tarde a la Diana cuartelera, las hubiéramos pagado con días de reenganche al servicio ya para nosotros odioso.
De esta manera, el despertador, era la Diana particular de nuestro compartido hogar, no muy aplaudido por las hermanas Peñuela.

También el uso de los vales para la cantina del cuartel ayudaba bastante a estirar el sueldo. Las consumiciones eran fiadas hasta el día de la paga, en que la recibíamos tras haberse realizado las deducciones pertinentes. El líquido efectivo, escasamente servía para atender al hospedaje y al chateo en las rondas vespertinas. Francamente, nuestro sueldo era inferior al de los oficiales profesionales. Nosotros , carecíamos de “antigüedad”, que es un grado. Tampoco teníamos prebendas de medallas o méritos de guerra. Total un asco de sueldo.

Las veladas en nuestras habitaciones, casi todas acababan con la nostalgia del hogar y discurrir los planes futuros. Me sentí reticente a hablar de los míos, hasta que una carta de Tere, captada por García al recoger su correspondencia, hizo inevitable que hablara de ella.
Las bromas a partir de aquél día fueron cotidianas. De los cuatro hospedados, era el único que recibía correspondencia de una fémina, lo cual era muy sospechoso.
Y para colmo una de las misivas de Tere, incluía su foto. ¿Alguien era capaz de desmentir a tres feroces compañeros sobre el particular?. Pero si solo nos conocemos………

Parejas perdurables.

Cómo lo recuerda Tere:

Al cabo de poco de haberse ido, nos mandó una misiva dedicada a la familia, explicándonos que todo se le iba resolviendo dentro de una normalidad. Que salía con los amigos todas las tardes, haciendo recorridos por los bares de la pequeña ciudad. Nos hablaba incluso de la plaza dedicada a Miguel de Cervantes, que nació allí.

También nos hacía saber que a pesar de estar bien instalado, añoraba Barcelona, incluso la habitación de su patrona Agustina, que ignoraba si la buena mujer se la guardaría para cuando volviera.
Al final de la carta me pedía a mí personalmente que le buscara entre mis amigas, por si había alguna dispuesta a hacer, lo que se llamaba “madrina” para los pobres muchachos que como él, estaban lejos de sus casas, y se sentían solos.

Esto era algo, que aunque parezca raro, por aquellos años, era bastante normal. Muchachas que sin ninguna aspiración a buscar novio ( ¿o si?), dedicaban unas horas a relacionarse mediante unas cartas, con muchachos que no conocían, con la mejor de las intenciones, que era la de proporcionar un poco de calor hogareño, a los que estaban lejos.

En mi respuesta le dije que lo hablaría con ellas, que seguro que alguna tendría interés, en hacer “una buena obra”. Así se enfocaban estas cosas.
Aunque creo que en mi tercera carta, le dije que mi vida había tomado un rumbo completamente diferente al que yo había soñado.

Surgió la posibilidad de entrar a trabajar como secretaria en una imprenta, muy cerca de mi casa. Mis padres conocían a un amigo del propietario, y no se les ocurrió nada mejor que decirles que yo estaría encantada de formar parte de su plantilla. Sin consultarlo conmigo. Esto también estaba dentro de la normalidad. Debíamos un respeto y sólo nos quedaba acatar las órdenes recibidas, aunque no fuera de nuestro agrado.

No tuve inconveniente en explicárselo a Carlos, segura que me entendería porque él, había pasado por momentos difíciles. Le comenté, que nada más lejos de mis deseos, que dejar los estudios, que estaban basados en una cultura general, bastante amplia, para ponerme a trabajar. Me quedaba un año y medio, para tener la formación mínima que se requería en el colegio donde yo estaba. La escuela pertenecía al Ayuntamiento de la ciudad, y era de lo mejor que había por aquel tiempo. No entraban todas las que querían, yo si lo hice años atrás, fue porque mi padre era Funcionario del Estado, y tenía una preferencia.

Me parece que este fue el primer golpe bajo de la vida.
A pesar del tiempo transcurrido, aún me duele. Creo que es lo único que tengo en contra de mis progenitores. Ya que mi infancia había sido la de una niña feliz y muy querida.
Creo que por primera vez usé a Carlos como desahogo de mi pena, convencida que él, no se reiría de mis sentimientos.

Mis nuevos compañeros de trabajo eran divertidos, eso no lo puedo negar. Un buen día para celebrar el cumpleaños de uno de ellos al salir, nos invitó a todos a tomar unos refrescos, y nos hicimos fotografías, y seguro que alguien dijo algo para hacernos reír a todos, porque yo que estaba en un primer plano, parecía la imagen de la felicidad.
Y no tuve reparos en mandársela a Carlos para que conociera a mis nuevos amigos. Al fin y al cabo él ya conocía a dos de mis amigas íntimas por haberlas visto en mi casa.



Acoto que Alcalá, de Pueblerino en aquél tiempo, con 2000 habitantes autóctonos civiles, y 14.000 militares de las diversas Armas en cuatro cuarteles, sesenta años después se convirtió en una Ciudad de 35.000 civiles y 3000 militares + una penitenciaría en extraradios.
Amén que la Universidad ancestral que en mi tiempo se hallaba en obras, revivió su importancia Histórica.