jueves, 29 de noviembre de 2012

COLONIZACIÓN DE RENOVA


COLONIZACIÓN DE RENOVA  2ª parte


Cap 20

Gurri sosegado, supuso que la distancia de su refugio a lo que claramente no eran ni aves, ni animales naturales, les protegía de contacto alguno. Por esta deducción, mantuvo al grupo en silencio y avizor de lo que realizaban unas figuras de tamaño bastante similar al de ellos mismos, con cabeza y cuatro extremidades.

Vestían raro y realizaban un baile, o algo semejante. Contó el número de ellos. Eran más que dedos tenía él en sus manos. Y por un momento creyó que aquellos animales les estaban mirando. No verían nada, pues escondidos apenas asomaban la cabeza para estudiar sus acciones.
Largo tiempo gesticularon las figuras, antes de entrar definitivamente a la gran mole. Con unos destellos luminosos y apagado ruido se elevó aquello tan grande desapareciendo en el cielo.

Quedaban allí abandonados unos animales de varias formas. Unos que disponían más bien de un brazo con dedos y uñas. Los que hurgaban las rocas. Otros, eran como grandes recipientes donde los dedos depositaban las rocas quebradas.
Antes de oscurecer, Torr propuso acercarse a aquellos raros objetos. Ninguno se atrevía. Gurri al fin le dio permiso para que fuera solo. Con prudencia le seguirían tres de los suyos, mientras agazapados los demás estarían atentos en espera de una señal de seguridad.

La noche la pasaron tocando todas las partes de aquellos artefactos duros como las rocas. Los husmearon, golpearon, se subieron a ellos y saltaron. Nada aquello no se movía. De estar dormidos su sueño debió ser muy profundo. Ellos los habían visto moverse y recoger rocas, pero desde que se fueron los animales no se movían. Eran cosas inertes. El miedo les desapareció, pero la intriga de la aparición y desaparición del ave con animales semejantes a ellos mismos, creció.

Gurri propuso esconderse aquella noche. Pensaba que por la mañana regresarían. Y tendrían la oportunidad de conocerles mejor.



-No hace falta esmerarse. Hay que dejar el holograma concluso ya. Seguro que por la mañana estarán los salvajes para vernos y su idea del arte cinéfilo, afortunadamente es nula.

Axel, había entregado un esquema de pantomima a realizar por una docena de voluntarios convertidos en actores. Otros tres se caracterizaron con atuendos como los de los salvajes. Las fotos recogidas por Axel le permitían conocer su fisonomía y manera de moverse. La trama de la pantomima, estribaba en el encuentro entre ellos y los salvajes abrazándose, entregando unos bollos alimenticios para que probaran el tipo de comida, y una serie de gestos con la intención de hacerse entender.

La duración de la obra teatral no duraba más que unos veinte minutos. Se pasaron la noche en vela para tenerla acabada.

Al amanecer, teniendo el aparato con todo el artificio a punto, la nave se posó ante los salvajes. Salieron los cámaras, instalaron un trípode, y luego varios más lo rodearon para ser vistos por los salvajes aún escondidos. Percibiendo que ya estaban alertados, pusieron en marcha el holograma, dejándolo mientras ellos entraban en la nave.

De repente apareció en escena un grupo de seres gestionando dirigiéndose a individuos de otra tribu. Se saludaban, abrazaban enseñaban su manos sin armas. Se hacían regalos, y comían algo que por lo visto era muy gustoso. Se daban otros abrazos, y partían unos hacia la nave y otros al campo mostrando su contento.
La escena que les impactó, fue la que los seres con atuendos raros, se desvestía y mostraba su verdadera fisonomía desnuda. ¡ Era de una semejanza asombrosa a ellos mismos!.

Envalentonados, pero con cierta precaución, Gurri, Torr y los suyos, se acercaron al escenario que repetía la acción ya visualizada, con las armas en la mano.
No entendieron nada. Se habían marchado al interior del ave, pero allí seguían abrazándose con tribales. Y lo peor no les prestaban atención a sus lanzas. Y para llamar la atención Torr suavemente pinchó a uno.
 Ni caso. Lo hizo más fuerte. La lanza se escurría entre su cuerpo. Gritó. Seguía la actuación sin inmutarse.

Gurri dio órden de alejarse todos. Aquello eran espíritus. ¿Sería la venganza de los dioses que Planck agoró a su padre Gurran?.
Torr espantado, con brusco movimiento contactó su lanza con el trípode. Se acabó la función. Allí no había nadie.
Perplejos, estaban al borde de enloquecer.
Ya sin ánimos de huir, vieron de nuevo salir del ave, a cuatro de los seres mágicos. Se les acercaron exactamente como lo vieron antes, con las manos sin armas y dispuestos a abrazarles. Cosa que realizaron sin ninguna oposición, petrificados como estaban.
Escucharon sonidos que salían de su boca y les hacían las señas que vieron en la representación. Se dejaron tocar e incluso les obsequiaron con los bollos para comer.
Siempre impávidos se dejaron hacer. Y al probar el bocado ofertado, se maravillaron por su gusto suave y dulzón.

Ya la hipnosis les empezó a desaparecer. Eran seres reales y semejantes a ellos y no les querían ningún mal. ¡Eran amigos!.