miércoles, 16 de febrero de 2011

Parejas perdurables (continuación 12)

http://www.youtube.com/watch?v=fd_no...eature=related

Esta melodía, La Mer, popularizada por Charles Trenet, sonaba en los jardines de La Masía. A Tere todo lo relacionado con el Mar, la seduce. Aproveché la coyuntura, y teniéndola en mis brazos bailando, acerqué mi mejilla a la suya y le susurré que algo importante debía confesarle.

Mi timidez, impedía decirle nada mirándola a los ojos. Tomé aliento y la llevé a un flanco con arbolado que aislaba nuestra presencia del resto de danzantes. De carrerilla le dije que ya desde antes de mi partida a Alcalá, estaba enamorado de ella, que no dudaba ya, que sentía verdadero amor y me haría feliz, si me correspondía.

Aguardé no sé si un segundo, un minuto, o más. La espera me parecía eterna. Con el corazón acelerado, escuché el Sí deseado, confesándome que ella sentía lo mismo por mí.

La abracé con fuerza, la besé al cuello, a la mejilla y a los labios expresándole la explosión de alegría que me proporcionaba.

Tan efusivo resulté que llamamos la atención de nuestros amigos acompañantes.

-Bravo Carlos, veo que te decidiste, pero no te la comas aún. Ha de durarte muchos años. Os deseamos que seais muy felices.

No me pareció oportuno hacer ningún comentario respecto a como evolucionaba el paso de su contacto epistolar, a físico.

En unos instantes, rememoré los días transcurridos desde la llegada a Barcelona, hasta hoy en que los colegas, lo celebraríamos con una mariscada en La Barceloneta.

Vaya semanita. Devolver el uniforme, acudir a varios anuncios para alquilar un despacho, comunicados inacabables para reanudar contactos, giras por almacenes de menaje, adquisición herramientas……..para fabricar mis propios muebles. Se trataba de estirar al máximo mis ahorros.

Por descontado ingresé todo mi efectivo, a la libreta de ahorros de “La Caixa”abierta por mis padres desde mi infancia.

Pedí entrevista con el Director y le expuse mi situación.
Como si hiciera un favor extralimitado incluso de sus facultades, (le merecía confianza por mi seriedad, supongo que la misma que le causarían todos los clientes peticionarios de cantidades exiguas), me concedería un crédito personal equivalente a diez veces lo que era mi saldo positivo.

Para que la banca no se arruine, el trato es leonino. El prestamista, se cobra los intereses del primer año anticipados. O sea que no dispones del nominal del que eres deudor sino de éste menos los intereses. ¡Ah!. Y también deducidos los gastos de estudio de tal concesión. En mi caso fueron un diálogo de veinte minutos. Mejor, ya que por deferencia especial, eludía el Registro y Acta Notarial, consulta con la sección Jurídica y más lindezas burocráticas.
Y mejor el ingreso del crédito concedido a primeros de mes, pues el día uno del siguiente ya mermaba la cantidad recibida, por la primera cuota.

Este sería mi inicio en las lides bancarias. Sobre mí la espada de Damocles, durante dos años, a devolver el Capital más intereses en cuotas mensuales.

Mi antiguo Jefe me animó mucho, no con palabras, sino cumpliendo las prometidas antes de mi partida. Me dirigió a varios Ingenieros y Arquitectos amigos suyos, que esporádicamente me darían trabajos.

Lo mismo ocurrió con Morán, podía iniciar mi debut en su taller, ocupándome las mañanas con el proyecto de adaptación de un automatismo neumático para las imprentas. Tenía asegurados varios meses, antes no se concluyera el proyecto.

Animado, pedí a Tere que avisara a sus amigas para vernos con mis colegas Ex - militares.
Le adelanté que tenía especial interés en invitarla a ella y a su amiga íntima con el compañero del que fue madrina, a La Masía. Para el día 15 de setiembre, estaba anunciada la actuación de una orquesta de renombre. No podíamos perder la ocasión.

Hoy, la llamé a su puerta, trajeado con mis mejores galas de paisano. Salió ella ya acompañada de su amiga, ambas esplendorosas, con un toque discreto de maquillaje conscientes de que celebrábamos una fiesta muy particular. El encuentro de dos parejas que mantuvieron relación epistolar durante seis meses."

Y aquí me hallaba bajando de una nube, ya que todo al fin me sonreía.


Recuerda Tere:

Esta iba a ser junto con mi amiga, nuestra primera salida con un chico en un plan muy formal. Ya éramos unas señoritas, nada de niñas.
Ni que decir tiene, que pusimos las dos un empeño más que notorio en parecer mayores de lo que éramos (con el paso de los años, este factor lo invertiríamos).

Estábamos emocionadas, sobre todo yo. Iríamos a una sala de fiestas muy en boga, lejos de la capital, rodeada de jardines, con sus luces suaves pareciendo que todo lo que nos rodeaba recordaba uno de esos cuentos de hadas. Mi primer baile con Carlos. Bueno más que baile a mí me parecía un abrazo perfecto. Creo que esta era la única manera de permanecer tan juntitos, sin que nadie pudiera llamarnos la atención.
Y aquel primer beso…

Si tengo que decir la verdad, debo confesar que tanta fogosidad me pilló completamente desprevenida. Es cierto que esperaba unas palabras, pidiéndome para ser más que amigos.
¡¡¡Pero aquel beso!!! Fue como abrir una puerta que estuviera cerrada, y al abrirse entrara un vendaval.

Como mandan los cánones, al cabo de un rato, mi amiga y yo fuimos a los aseos, juntas, cosa que todavía se hace. Las mujeres acuden a los servicios de dos en dos. Para poder charlar y comentar lo que haga falta.

Mi amiga me miró divertida mientras comentaba, “bueno parece que Carlos por fin se ha decidido” Supongo que me sonrojé, y bajando mucho la voz para que nadie más lo oyera le dije “¿Sabías que en un beso, se mete la lengua?”
Ella abrió mucho los ojos. Como si tomara nota para cuando le tocara a ella el turno de semejante descubrimiento.
Con el paso de los años, nos reímos mucho de estas experiencias. Ella no llegó a nada serio con su acompañante. Aunque también fuera su primera salida en plan mujercitas, no fue el compañero de aquel día el padre de sus hijos.
Mi caso fue completamente diferente.

A partir de ese día Carlos y yo, podría decirse que formamos un tándem bastante sólido, por lo menos era eso lo que deseábamos. Aunque imagino que los dos en algún aspecto podríamos tener nuestras dudas. Nos conocíamos desde años, pero, creo que éramos conscientes que en más de una ocasión podría surgir alguna discrepancia. ¿Sabríamos resolverlas?
Porque quedaba muy claro que en aquellos instantes, todo parecía sonreírnos. Ya podíamos decir abiertamente, que éramos más que amigos.

Y flotábamos los dos en la misma nube.