martes, 16 de noviembre de 2010

Sigue 24

SAGA DEL FOTON

Esto era chusco. B1, se encontraba perdido en una comunidad escasa de Cabezones. Ninguno sabía en concreto explicarle porqué se hallaban allí. Tendría que recomponer la cinta de su pasado reciente, para conseguir entender esta actual situación.

Después de miles de millones de años recorriendo insondables espacios, por primera vez, ni se sentía aislado por su escasa movilidad, como cuando conoció a B2, ni muy acompañado como cuando adquirió vertiginosa velocidad por participar de las Ondas gamma, o más débiles.

Perteneció a un electrón, a Neutrinos, a Quarks, a Másicos, pero jamás a esta escasa reunión de hermanos. Esto era algo más que hallarse aislado, pero mucho menos acompañado al formar parte de las Ondas más débiles de los fotones.

Sin saberlo, B1, participaba de un FONÓN. Si algún epíteto podía atribuírsele a este desgraciado conjunto, era el de Fotón bastardo.

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Acababa de desembocar en un magnetófono y de allí salió, con estos nuevos acompañantes.

Tuvo que forzar la memoria para ir recordando que un pez, le engulló mientras formaba parte de una escama de piel humana.

Cuando esperaba recorrer su anatomía, comparándola con la red sanguínea del Humano, notó los estertores del pez, moviéndose serpenteante bajo unos matorrales. ¿Porqué?.


B1, era ajeno al hobby de un niño, pescador de caña. No podía conocer que una mala disposición de la carnada en el anzuelo, hizo que su pez, mordiera un trozo de lombriz, sin afectarle el anzuelo.

Al intentar cobrar la pesca, el niño con mala fortuna, tiró del sedal, perdiendo la pesca que cayó en abrupto lugar de la vera del lago. No logrando recuperar la pesca, el niño desistió su búsqueda y el pez, allí permaneció extinguiéndose su vida.

Recordó B1, como un díptero, atraído por los efluvios del pez en descomposición, en él depositó su aovada.

Continuando el pez su descomposición, una reacción química por la proliferación de microorganismos, iniciaba una lenta combustión. Merced a la débil energía, se formaron ondas que permitieron a B1, salir de su escama, e inmiscuirse con el aire elevado por ellas.

Lo prefería, a permanecer al lado de las larvas poco estéticas descendientes del díptero.

También recordó como el aire, transcurrió por las inmediaciones de una línea de Alta Tensión, Eléctrica. Aquello, hizo el efecto de imán. Mas bien no algo parecido, sino real.

Las inmediaciones de la línea, estaban circundadas por intensos campos magnéticos, creados por la corriente eléctrica.

Y aquello era divertido para B1. Pues le impulsaba como a un esquiador por una fuerte pendiente, a seguir a la velocidad de la luz, por todo el recorrido de esta magna línea eléctrica.

Recordó que unos kilómetros después, saltaba de este recorrido a otro semejante de menor tensión. Era una línea de mediana tensión, tras el paso del campo magnético primario, a otro inducido por una subestación transformadora.

Unos kilómetros más y se repitió la función, esta vez para entrar en una línea de baja tensión.

Como la nueva línea se derivaba constantemente, en ramificaciones, B1 prefirió circular por el interior de estas nuevas líneas de cable de cobre.

Filtrándose a través del cable, siguió deslizándose por su campo magnético desde la capa superficial de los electrones transportistas de corriente.

Curiosamente, los átomos del cobre, se mantenían en su lugar impertérritos, mientras los electrones periféricos en perfecta formación e idéntica orientación, emprendían una marcha bastante rápida, siguiendo la línea del cable. Con todo, su velocidad resultaba discreta. Quien les motivaba a tal desfile, no era otra cosa que la interacción de dos campos magnéticos: el del generador de la Central y el propio originado por su movimiento.

Sin solidarizarse con los electrones, siguió B1 deslizándose libre a velocidad lumínica, avistando así un tren de electrones rezagado.

Inesperadamente, su estado contemplativo del panorama de electrones viajeros, concluyó al ser afectado por un ingenio magnético.

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SAGA DEL FOTON

El recuerdo de B1, de añejas experiencias, no tenía parangón con las recién vividas. Lo recorrido por la inmensidad Espacial, le permitió gozar del maravilloso espectáculo ofrecido por las diversas agrupaciones de hermanos.
La llegada al Sistema Solar, resultó lo más extravagante. Ningún objeto Cósmico, le motivó mayor apego que este Planeta Tierra en el que se hallaba.

La especie Humana, como domador de Cabezones, construía toda clase de ingenios que alteraban el natural comportamiento de sus congéneres.
De oídas, ya que no llegó a presenciarlo, supo que existían en Galaxias lejanas, Planetas semejantes en los que algo así como aquí y ahora, estaba ocurriendo.

Recapacitando, se encontraba en una pequeña comunidad de hermanos, avanzando a intermitencias por el aire de un local concurrido por los Humanos.

Había realizado saltos de campos magnéticos, hasta bobinas de cables, transformadores de baja potencia, circuitos impresos, condensadores y más artilugios. Todo le alteraba su natural tendencia a un avance continuo. Y a unirse y separarse de hermanos una y otra vez.

Acababa de salir junto al pequeño grupo actual de un altavoz. Se dio cuenta que él con su grupo, provocaba a los concurrentes humanos, movimientos rítmicos bailando.

No estaba solo, pero tampoco llegaba a formar parte de un Másico, que le habría inmovilizado. Ni tampoco de un Fotón, con el que hubiera de nuevo viajado a la máxima velocidad.
Sus acompañantes, eran un grupo muy reducido que para desplazarse, tenían que recurrir a movimientos de vaivén sacudiendo partículas aéreas. Su grupo, llamado Fonón, empujaba una mota de polvo.

El aire caldeado por la concurrencia y sus enérgicos movimientos rítmicos, elevó su mota de polvo hasta la superficie de uno de los focos cenitales.
La temperatura y el intenso chorro de rayos lumínicos salidos de este foco, animó a B1 al abandono del fonón, para adherirse a un fotón.

Desde el foco en breve recorrido, alcanzó al generoso seno de una danzante. Rebotó al ojo de su pareja. Por el conducto hidoideo, llegó a su retina.
Un complejo recorrido en el que intervenían reacciones químico eléctricas, le resultó aleccionador:

Pasó a las neuronas, hasta las dendritas, la red de sinapsis, por la corteza cerebral, al área sensorial, selectiva de la visual en el lóbulo occipital.

Allí una nueva reacción lo envió al lóbulo frontal, captor de la memoria.
Una celda aislada, con entrada cerrada, era todo lo que podía percibir. Aquello debía ser el fin del viaje, pues no presagiaba ningún cambio posible.

Permanecer estático, no era novedad para él, pero sus anteriores experiencias en tal estado se hallaban en un Espacio abierto en el que millones de Cabezones se divisaban en su entorno. Aquí nada se vislumbraba.

Se equivocaba B1 con este raciocinio, pues con cierta frecuencia, por la entrada de su celda, aparecía un chispazo, iluminando la imagen acarreada del generoso seno por un instante.
Ignoraba la causa de tal chispazo, pero sospechó las consecuencias que tal renovada visión reportarían a su Autor.