martes, 29 de marzo de 2011

Parejas perdurables (continuación 24)

Parecía que los acontecimientos de los EEUU, tuvieran reflejo en los Europeos, o al menos de España. Este año, la cantidad de empresas fallidas excedió de la media usual. No fueron solo amigos nuestros los que se quedaron en la calle, las noticias por la prensa cada día mencionaban alguna, a veces desconocida. Sin embargo de alguna manera, se absorbía la mano de obra por nuevas Entidades, o por incorporarse a la economía sumergida.

El 23 Noviembre de 1963, mientras comíamos acompañados por la tele, la noticia del asesinato de John F. Kennedy, nos pilló con el tenedor al aire, sin llegar a la boca.

Desde el asesinato de Lincoln, nos resultaba inimaginable un suceso de tal envergadura.

Aquello, a pesar de que se ocultara tras múltiples investigaciones, ponían en evidencia el entresijo de intereses multinacionales. Afectaba al mundo entero. Teníamos una economía dependiente que era un presagio de la futura globalización.

Total que iban saliendo a la luz, multitud de escándalos que directa o indirectamente, se ocultaban por intervenciones políticas.

Tere más influenciada por las noticias, que yo mismo, era reacia a que me metiera en negocios. A excepción de un compañero que en aquellos días era Alcalde de su Lugar, no teníamos más contactos con Políticos. Por lo visto, la única manera de prosperar sino a las buenas, al menosforzando lo legal. Más adelante probé los efectos de tal medicina.

Así que mi decisión de ampliar las actividades del despacho, con intervenciones inmobiliarias, le sentaba muy mal.

Hubiera desistido a no ser por el milagro de Vespella. La euforia que me acarreó y que algo le contagié, hizo que aceptara el nuevo reto. Quedaba pues en firme, la celebración tardía de nuestra boda, mediante el viaje de novios fallido en su día, pero ahora con acompañamiento de dos de nuestros hijos.

Estábamos al corriente del estatus de los Paradores de Turismo Nacionales, activados por el Ministro Fraga Iribarne. Se trataba de restauraciones de antiguos Castillos con gran calidad y precio asequible. Consecuencia del fomento en la captación de Turismo extranjero.

Aquello nos venía de perillas. Resultaba económica la estancia de un solo día. Por ello se llamaban paradores, lejos de hoteles-residencias. El viaje planeado, recorriendo la Península, no permitía más que viajar de día y pernoctar una sola noche en cada destino. Y los había ya casi en todas las Provincias.

La primera visita recomendada por nuestros colegas, fue la del Monasterio de Piedra. Un Vergel, en el desierto. Un Oasis nos pareció, después de dos horas de circular por autovía atravesando el desierto de Los Monegros. No indicaron que desde Calatayud, nos desviáramos de la General hacia Nuévalos. De allí en pocos kilómetros surgía el milagro de este enclave. Un Monasterio construido en una hoya del Río Piedra. Cascadas magníficas, gruta por debajo del río y encantador vergel.

Una vez visitado, podíamos seguir hasta Molina de Aragón, para empalmar de nuevo con la General, sin retroceder y seguir hacia Madrid

Jardín del claustro del Monasterio de Piedra

.Un remanso



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Cascada del Parque Natural

Fotografía de el Nacimiento de un Arroyo en una Montaña

Fotografía del Parque Natural - Cascadas en Montaña Verde


Fotografía de un Arroyo

Fotografía de una Pareja mirando las Cascadas del Monasterio


Recuerda Tere:

La posibilidad de hacer un viaje me encantaba.

Que se quedara mi madre con los dos más pequeños, era algo inmejorable ya que si los dejaba con ella, yo me quedaba completamente tranquila, porque sabía que estarían bien atendidos. Y además estaba mi padre y mi hermana que también echarían una mano en caso de necesidad.

Empecé con los preparativos, pensando en la ropa que usaríamos durante estos días. Y por supuesto en juguetes para los niños, porque eran muy pequeños y el viaje se les haría pesado. (Menos mal que pensé en este detalle)

En aquel tiempo, ni se necesitaban sillitas especiales, ni nada parecido. Yo durante años he viajado, en el asiento del copiloto, llevando a un bebé en mis brazos. Con las leyes actuales, hubiéramos necesitado un microbús para los desplazamientos cuando ya teníamos los siete.

Entonces nada de esto era obligatorio, y los niños iban en el asiento trasero, jugando. Si armaban demasiado alboroto, les avisaba que me daría la vuelta con su consabido cachete, tocara a quien tocara. El miedo por mi amenaza les duraba muy pocos Kms.

Pero en aquellos instantes el viaje me ilusionaba muchísimo. Conocer gran parte de nuestra Península tenía un gran aliciente para mí, que no me había movido prácticamente de Cataluña.

O sea que los preparativos fueron en gran parte otro aliciente, ya que mientras preparaba las maletas, mi mente ya estaba viajando. Dicen que la felicidad no hay que buscarla, que se traza mientras vamos en su busca. Pues algo parecido me pasaría a mí, con el viaje. Los preparativos fueron tan buenos como el mismo desplazamiento por España.

Pero no contaba con algo que me ocurrió. Incluso sabiendo que los dos hijos que dejaba con mis padres, estaban en óptimas condiciones, algo en mi interior me dejaba un sabor amargo. No me recriminaba por dejarlos, simplemente, intuía que los encontraría a faltar. Y en efecto fue así mismo.

Desde entonces me reafirmé que cuando ya eres madre, la vida te cambia por completo. Casi diría que te olvidas de ser tú, para dejar un pequeña parte de ti misma en los hijos. Ya con cuatro pequeños, había momentos, en los que me sentía completamente agobiada, por el trabajo y sobre todo por querer que fueran perfectos, educarlos lo mejor posible. Todo esto estaba en mi cabeza, entonces tenía 27 años, y mi hijo mayor aún no tenía los 6, le seguía el segundo dos años menos, el tercero que aún no había cumplido los 2, y el cuarto, con seis meses.

Al programar el viaje, me imaginaba que todo sería como un camino de rosas. Por fin tendría un poco de relax. Estar al cuidado sólo de dos, me parecía que sería un descanso, por otra parte merecido.

Y ahí ya aprendí una lección. Los hijos por lejos que estén, los llevas siempre contigo. No cambiaba pañales, no me levantaba por las noches ni daba el biberón de las 6 de la mañana. Pero mi mente y mi corazón continuaban estando a su lado.

Pero bueno, eso no motivó que no disfrutara de aquella escapada todo lo posible. Y descubrí que España tiene lugares maravillosos que los desconocía por completo.

Al volver del viaje, la alegría de verlos de nuevo, me hizo sentir feliz. Supongo que parecería como una gallina clueca con sus pollitos.

Hasta que el mayor que se había quedado con mis padres,que aún no había cumplido los dos años me cogió de la mano, y me miró a los ojos, muy serio y me dijo :

- ¿Perqué te`n anaves i m`has deixat sol, eh? -“¿Por qué te has ido y me dejaste solo, eh?”- en tono de reproche.

Verdad que estas palabras tanto a mi marido como a mí, se nos quedaron muy grabadas.

Durante mucho tiempo cada vez que íbamos a ver a los abuelos, el tercer hijo, no me soltaba de la mano. Nos reímos por la ocurrencia del niño.


Pero… ahí quedaba esa sensación.