sábado, 4 de junio de 2011

Parejas perdurables (continuación 44 )

La llamada del Sr. Argen, me alarmó. Con frases entrecortadas, con evidente afección, me instaba a que destruyera mi copia de contrato con el Director del Banco por el préstamo del medio millón, ya que le cesaron y estaba su despacho intervenido.
No debía presentarme allí, ya que solo provocaría agravar las acusaciones contra el Director.

Justo cuando preparaba un talón para ingresarle lo convenido, 11.250 pts por los intereses del primer trimestre, e incluso estaba dispuesto a amortizar la cuarta parte del préstamo, 125.000 pts. Con el ahorro obtenido merced a la operación FECSA, mas bien andaba sobrado. Mejor ir cancelando créditos y ahorraría más.

Como no me dio detalles Argen, antes de seguir su consejo lo consulté con Rodriguez. Le enseñé el contrato de préstamo.

-Esta vez, el Sr. Argen te está haciendo un favor, que posiblemente redunda también en él.

-¿Quieres decir, que he de imaginar que tal trato nunca existió?. Pero yo recibí a mano en metálico medio millón. No comprendo como devolverlo le puede perjudicar.

-Otra vez muestras un desconocimiento impropio de un Empresario. Este Director, estaba realizando operaciones de un Banco, dentro de su Banco. Ya que te entran mejor lo números te doy idea numérica.
Los bancos al capital en cuenta corriente, dan el 1% interés. Si el impositor pide mejora de intereses, se lo bloquean a un año y le dan el 3%. Si quiere mayor interés, los Directores ofrecen invertir en Bolsa, aunque siempre están al albur de alzas y bajas. Los Jubilados suelen temer estos riesgos y se conforman con imposiciones a plazo superior al año en el propio banco y hasta llegan a obtener un 3,5%.
El Director tiene una clientela que se pone a sus manos dispuesta para incrementar un interés sin riesgos. Les ofrece el 4%, lo aceptan firman el bloqueo en una cuenta del Director. Te da el dinero a ti, con el 9% de interés, él abona el 4% y le queda limpio el 5%.
Mientras sus cuentas se lleven ocultas al Banco, el negocio es redondo.


Por lo visto alguna indiscreción, motivaría sospechas de los supervisores y descubrirían esta operativa. Lógico que lo cesaran, pero no es lo mismo que sea por una determinada operación a la que podría hacer frente, a que se presentaran muchos receptores de estos créditos con documentos falsificados del propio Banco. Pasaría de un delito de pequeña cuantía, a otro tipificado con cárcel.
Entendí, pues como quedándome con el dinero, favorecía al avisado Director. No era ético, pero al presentarme a deshacer el entuerto, me involucraba, hasta el punto que podía ser también yo un encausado.

-Tere, no lo vas a creer. En un mes, por operaciones ajenas a las obras de Santa María y a los trabajos del Gabinete, obtuve un beneficio de seis millones.

-¿Bromeas?. ¿Qué hiciste?

Puesta en antecedentes también se alegró pareciéndole que la esperanza puesta en que algún día dispondríamos de unos ahorros, estaba próxima a cumplirse.

-Voy a planificar un viaje por el Litoral, ya que en nuestro recorrido por la Península, nos quedó esta parte olvidada. Y me gustará conocer más Paradores.

Tere me recordaba que el viaje que hicimos, no fue muy del agrado de los niños y que en esta ocasión, teníamos cinco. Había que estudiar muy bien la ocasión de poder combinar nuestro recreo en solitario con el de los niños. No se podían abandonar a una simple niñera, que los atendía muy bien por cierto, pero estando nosotros presentes en el hogar.

Aprovechamos las próximas vacaciones estudiantiles para distribuir a los niños en dos partes. Los tres mayores una quincena en Colonias. Los dos pequeños, al cuidado de la abuela y abuelo, que pasarían la semana que nos ausentaríamos, en casa junto a la sirvienta de turno.

Procurábamos no darles demasiadas funciones que atender a las sirvientas, por la poca duración que ello nos reportaba, al sentirse explotadas.
De modo que en esta ocasión, se sentiría aligerada de sus obligaciones pues de siete componentes de la familia, pasaba a atender a cuatro.

La cuñada, no se trasladaría con sus padres, a nuestro hogar, ya que era una Girl-Scout, que dirigía grupos de Scouts en excursiones por el Pirineo.

Total teníamos en esta ocasión, resuelta la ausencia de una semana para recorrer parajes de nuestro suelo patrio, sin churumbeles.
Aferrado a mi hobby aventurero, me propuse una única intención: Visitar La Alhambra en Granada, pero ni el itinerario para llegar allí, ni los Paradores en que nos hospedaríamos los preconcebí. Me gustan las sorpresas en los viajes, incluso las no muy agradables como en verdad de vez en cuando sucedían.
Lo que sí tuvimos en cuenta era aceptar la invitación de una prima de Tere, para pasar un día en su finca de Gandía.
Así que para allá iríamos. La primera parada fue recrearnos de nuevo en el Balcón del Mediterráneo, recordando nuestra luna de miel truncada.



Parejas perdurables (continuación 44 a )

-Vámonos ya Carlos que llegaremos muy tarde a Gandía.

Tere se intranquilizaba, porqué a pesar de haber salido muy temprano de Barcelona, entre el desayuno en Tarragona, luego entretenernos en recoger almejas en la Isla de Buda del Deltebre, dejaba ya de ser temprano.
Claro que el centenar de rosellonas (especie de almejas) recogidas en el arenal, con nuestras manos, serviría un aporte en agradecimiento por la invitación de nuestros anfitriones. Los guardamos en un tuperware, para mantenerse en buen estado durante el trayecto.

http://www.deltebre.org/turisme/


Pensé que es lástima tener que ir por el Mundo siempre con prisas. Una semana, no era nada para poder disfrutar de tantos rincones de belleza que por todas partes hay. Ya decidí que debíamos concentrar este viaje al destino de Granada. Con lo demás transitorio, tomar fotos y dejarlo para mejores ocasiones. Por lo menos esta era la intención.

Ahora, debíamos subir de nuevo al coche, partir de Peñíscola y sin perder más tiempo, llegar cuanto antes a Gandía. Estábamos invitados por la prima de Tere, a ver su finca de naranjos. Finalizaron las obras de modernización del sistema de explotación.

Este día lo programamos para hoy y debíamos llegar a comer a las dos, lo más tardar, o la Paella se enfriaría. Nos prometieron que no empezarían sin estar nosotros.
Y se trataba de una paella, alrededor de la cual, nos sentaríamos doce personas con una cuchara cada uno para el ataque.

Era el clásico modo de comer la Paella. Nada de platos, que pierde sabor. Y si tiene algo de “socarrimat” (una pizca requemado), mejor, que mejor. ¡Menuda sartén, sería!.
Nada, no podíamos entretenernos más en la visita del Castillo de Peñíscola. Solo una somera toma de fotos y una vuelta por su alrededor. Era una curiosidad que la mantuve desde adolescente por la Historia del Papa Luna. Y la razón de su construcción, como vigía de piratas intrusos venidos de las costas africanas. También recordaba los episodios de Jaime I el Conquistador, al entregarlo a Valencia.

http://es.wikipedia.org/wiki/Pe%C3%B1%C3%ADscola




Casillo de Peñíscola.

Las películas que se rodaron allí, como El Cid, con Charlton Heston de protagonista y Calabuch dirigida por Berlanga, acabaron por sembrar la semilla del deseo de pisar este poblado.
Por lo menos el deseo quedó cumplido. Preparado para hacer kilómetros sin parar ni siquiera en Valencia, a menos que lo pidiera Tere para aliviar la vejiga, en algún bar durante el trayecto.

Llegamos a tiempo. El espectáculo de una Paella de metro y medio de diámetro, compensaba haber realizado los más de trescientos kilómetros.
Y lo de suministrarte una cuchara para comer doce personas apretujadas a su alrededor, en principio, no me convencía, pero al enseñar cómo se procedía, cambié de opinión.

Trazaban con la cuchara, doce radiales en el arroz, muy bien calculadas. Hacían un hueco en el centro, donde amontonaban los tropezones. Iban apartando los trozos de pollo, los mariscos y demás elementos que dieron toda su sustancia al arroz. Normalmente, los gourmets de la paella, estos ingredientes los desechaban por quedar insulsos.

Cada comensal, iniciaba su labor, a partir de la radial que le tocaba, dirigiendo la cuchara hacia su izquierda. El comensal a base de ingerir cucharadas, dejaba su lado derecho vacío hasta llegar a lo que fue el radio de su vecino que asimismo lo dejó vacío.
Curioso. No se me hubiera ocurrido que en un mismo plato comieran doce personas sin estorbarse ni mezclar sus porciones.

Tenía razón el marido de la prima de Tere, el socarrimat era lo más sabroso. Pero un arte conseguirlo. Los principiantes en la cocción de la paella, solían pasar de socarrimat, al carbonizado. Luego, la gracia ausente.

Las rosellonas, en diez minutos las prepararon, con una simple cocción al vapor de agua con sal y rodajas de limón. Justo el tiempo de abrirse las valvas. Las acompañaron con un Ribeiro que curiosamente guardaban en la nevera. Resultó un aperitivo acertado que nos hizo quedar muy bien por su aceptación.

Más tarde, nos enseñaron la bodega y ya no extrañé la coincidencia del Ribeiro. Tenía cientos de botellas de todo tipo de vinos. Esto para hacer boca, ya que la cocina, se veía rústica ancestral de grandes dimensiones y hogares de distintos tamaños, uno de los cuales, admitía las paellas gigantescas.

Pasamos al campo para digerir la paella, comentando los estudios realizados para la comercialización de sus naranjas.
Había arrancado los antiguos cultivos. Realizó nuevas plantaciones de tres clases de naranjas, cuya recolección se realizaba, en tres épocas del año, las primerizas, las medias y las tardías. Amén que dos variedades de mandarina y clementina.
El cultivo nuevo alineado a la distancia de cuatro metros, formaba columnas separadas entre sí por cinco metros de distancia. Previstas para la circulación de las camionetas recolectoras.

Cada calle, era recorrida a paso lento por la camioneta con cuatro peones arriba, que alcanzaban a su nivel el fruto. Dos recogían los frutos de la derecha y los otros dos los de su izquierda. Directamente, las metían en las cajas amontonadas que de vacías pasaban a llenas en un santiamén. Les seguían dos peones a pié encargados de recoger el fruto no alcanzado por los de arriba la camioneta.
Este sistema ahorraba gran cantidad de jornales, lo que le permitía sacar el máximo rendimiento al vender el fruto en el árbol a los almacenistas. Y con la alternancia de las variedades, todo el año estaba la finca visitada, con lo cual también resultaba rentable el personal de atención al cultivo. Era como si dispusiera de una fábrica de producción continua.

Admirado por esta conversión de exploración agraria convertida en industrial, pasamos a la cata de los frutos.

Iba dándonos lecciones de la clase que nos ofrecía para degustar y dar nuestra opinión. A mí, dado que tengo especial predilección por lo ácido me gustaban todas, al menos comí un par de cada variedad, incluso las que él indicó como verdes y que precisaban casi dos meses más para su recolección en perfecta madurez.

Pues nada, las que mejor sabían para mí. Entre catas de variedades y repeticiones para asegurar cual me parecía mejor, creo que ingerí docena y media de naranjas.

-Carlos, un solo naranjo al año, no sería suficiente para tu voracidad.

Lo dijo convencido, sin embargo de vivir entre naranjos, creo que mi afición se desvanecería pronto, pues corría riesgo de alterar mi tripa.

Y pensé en los kilómetros que me aguardaban a la mañana siguiente, pero esta noche, con Tere y los anfitriones disfrutaríamos de un paseo por la playa antes de acostarnos en una impesionante factoría semirural.

Parejas Perdurables (continuación 44 b)




Playa de Gandía





http://www.youtube.com/watch?v=x-goL1b9u-c



Paella tamaño pequeño

La sartén de la foto es ridícula al compararla con la utilizada en Gandía para las doce personas.
Pedí los datos técnicos para en un futuro ser yo quien ofreciera a la familia e invitados, Paellas semejantes cocinadas al aire libre en Santa María.

Me los especificó el maestro paellero, anfitrión nuestro, mientras desayunábamos.
Mencionó que una vez se echa el “caldo” al arroz (jamás agua), es el momento de echar mano al vino…… pero no junto al caldo en el arroz, sino en sendos vasos para llevarse al coleto entre chascarrillos.
Realizado este ritual, prácticamente, ya puede apagarse el fuego. La paella, justo al evaporarse el agua del caldo, impregna su sabor al arroz que debe quedar con los granos sueltos. Por ello es imprescindible una buena nivelación de la paella, que el fuego llegue regular en toda su superficie y echar el caldo justo que cubra al arroz. Si hay demasiado líquido, el arroz se reblandece y si hay poco se carboniza.

Esperaba que próximamente fueran ellos quienes nos visitaran en la Urbanización y que allí él hiciera de supervisor de mi iniciación a cocinero de paellas.

Ya que estábamos cerca, no me resistí salir tan pronto desayunamos entre los naranjos, para pisar el Peñón de Ifach.







http://www.comunitatvalenciana.com/f...c/cvnews40.pdf

Este enlace da mucha información del Peñón de Ifach.

Estuvimos paseando algo menos de una hora, ya que teníamos muchos kilómetros por delante. No nos detuvimos en Alicante, ni en Murcia, ni en Lorca. Nos detuvimos a comer en el Parador Albergue de Puerto Lumbreras.
Tuvimos que desviarnos algo del camino, pero resultó tal como ya constatábamos, con todos los Paradores, que se disfrutaba en ellos por el paisaje, la decoración, sus instalaciones y el servicio esmerado.
El enlace da fe de ello.

http://www.parador.es/es/tratarFicha...do?parador=061

Recorridos los jardines brevemente después de comer, nos dirijimos al Parador San Francisco en Granada donde pernoctamos.