Parejas Perdurables IIª parte
Sigue 18
Tras el escándalo Nacional promovido por el crimen de los
Marqueses de Urquijo en Agosto de 1980, relatado
en este enlace:
T. D. VALENCIA Han pasado 30 años y el delito ha prescrito, pero el crimen de los
marqueses de Urquijo, que conmocionó a una sociedad española, la de 1980, aún
en pleno despertar democrático, no ha perdido ni un ápice de interés. Lo
demuestra el eco que ha tenido la entrevista publicada esta semana por la
edición española de la revista Vanity Fair a Javier Anastasio, que estuvo
procesado como coautor del doble asesinato junto con su amigo de la infancia
Rafi Escobedo, ex yerno de los marqueses.
Javier Anastasio escapó de España en 1987 porque, según ha revelado ahora, así se lo sugirió uno de los tres jueces que compusieron el tribunal y que le advirtió de que "la sentencia estaba firmada de antemano" y que lo iban a condenar. Hu?yó días antes del juicio, cuando estaba en libertad provisional.
Rafi "no tuvo tanta suerte", dice. Fue detenido ocho meses después del doble crimen y nunca salió de prisión. Murió en el penal de El Due?so, en Santoña, en julio de 1988, días después de ser entrevistado en el mítico programa de Jesús Quintero El loco de la colina, donde reiteró lo que llevaba diciendo desde hacía meses, que "iba a tirar de la manta". Tenía cianuro en los pulmones. Los forenses determinaron que se había suicidado.
Anastasio, que tras escapar a Brasil en 1987 ha viajado por toda Suramérica hasta asentarse en la Patagonia argentina, no cree la versión oficial. Se muestra "convencido" de que Rafi "no fue quien dispa?ró a los marqueses" -"no habría sido capaz", sostiene, y agrega que fueron asesinatos realizados "por profesionales"- y también rebate que se quitara la vida en prisión. Y aporta pistas: la existencia de un preso de confianza, que llevaba bocadillos al resto de internos de El Dueso a sus celdas, en cuya cuenta alguien abonó dos importantes sumas de dinero los días anteriores y posteriores a la muerte de Rafi.
Eso sí, admite que se deshizo de la pistola empleada en los asesinatos porque así se lo pidió Rafi. "Fue el mayor error de mi vida", se lamen?ta, para añadir: "Hoy lo volvería a hacer, porque fue para ayudar a un amigo". La tiró a un pantano. Años después la encontraron unos niños, pero el arma, del calibre 22, acabó por desaparecer.
Además de aportar un sinfín de detalles que lanzan siniestras sombras sobre la investigación oficial, Anastasio apunta hacia un sospechoso, Juan, el hijo del marqués, y un móvil: la férrea oposición del aristócrata, presidente del Banco Urquijo -de la familia de su mujer-, a la fusión de su entidad con el Hispano Americano. Sin embargo, jura que Rafi nunca le contó la verdad.
Javier Anastasio escapó de España en 1987 porque, según ha revelado ahora, así se lo sugirió uno de los tres jueces que compusieron el tribunal y que le advirtió de que "la sentencia estaba firmada de antemano" y que lo iban a condenar. Hu?yó días antes del juicio, cuando estaba en libertad provisional.
Rafi "no tuvo tanta suerte", dice. Fue detenido ocho meses después del doble crimen y nunca salió de prisión. Murió en el penal de El Due?so, en Santoña, en julio de 1988, días después de ser entrevistado en el mítico programa de Jesús Quintero El loco de la colina, donde reiteró lo que llevaba diciendo desde hacía meses, que "iba a tirar de la manta". Tenía cianuro en los pulmones. Los forenses determinaron que se había suicidado.
Anastasio, que tras escapar a Brasil en 1987 ha viajado por toda Suramérica hasta asentarse en la Patagonia argentina, no cree la versión oficial. Se muestra "convencido" de que Rafi "no fue quien dispa?ró a los marqueses" -"no habría sido capaz", sostiene, y agrega que fueron asesinatos realizados "por profesionales"- y también rebate que se quitara la vida en prisión. Y aporta pistas: la existencia de un preso de confianza, que llevaba bocadillos al resto de internos de El Dueso a sus celdas, en cuya cuenta alguien abonó dos importantes sumas de dinero los días anteriores y posteriores a la muerte de Rafi.
Eso sí, admite que se deshizo de la pistola empleada en los asesinatos porque así se lo pidió Rafi. "Fue el mayor error de mi vida", se lamen?ta, para añadir: "Hoy lo volvería a hacer, porque fue para ayudar a un amigo". La tiró a un pantano. Años después la encontraron unos niños, pero el arma, del calibre 22, acabó por desaparecer.
Además de aportar un sinfín de detalles que lanzan siniestras sombras sobre la investigación oficial, Anastasio apunta hacia un sospechoso, Juan, el hijo del marqués, y un móvil: la férrea oposición del aristócrata, presidente del Banco Urquijo -de la familia de su mujer-, a la fusión de su entidad con el Hispano Americano. Sin embargo, jura que Rafi nunca le contó la verdad.
se produjo otro escándalo Nacional en 1981 cuyos coautores
como el del anterior citado, aún hoy permanecen oficialmente ignorados, e
impunes. Una cosa son las sentencias obtenidas de culpabilidad de Escobedo para
el primero y otra la de los hechos reales, que esconden la identidad de los responsables,
por fraudes financieros y políticos de ambos escándalos. El del aceite de colza,
por silenciar experimentos de intereses supra nacionales..
Hipótesis que fue sostenida por el Dr. Antonio Muro
y Fernández Cavada, director en funciones del Hospital del Rey en Madrid.
La búsqueda de cabeza de turco en ambos casos, igual que
el de los autores del ya contado sobre la desaparición del aceite de los
tanques de reserva estatales almacenados en Redondela, llevó a cometer
asesinatos de quienes podían soltar la lengua.
También hago hincapié del que según relaté, viví en mi
piel, la de los créditos agrícolas que fueron a para a la Zona Franca de
Barcelona, bajo la tutela de Nicolás, hermano del Caudillo Franco.
En fin que son tantos los desmanes conocidos, de los
cuales llevo unas pocas muestras narradas, que lo que asombra en la actualidad
sobre los hechos grotescos de los gobiernos españoles durante estos doce años
de nuestro siglo XXI, personalmente me parece infantil.
Cada desfalco, abuso, despilfarro realizado por los
políticos, y banqueros, dominados por los antes políticos, junto con la serie
de sentencias de una Justicia que es una burla descarada, realizada por estos “poderosos”,
se ampara a unas leyes tergiversadas a costa del sufrido contribuyente.
Omitiré relatar lo actual, por cuanto es fácil leerlo en
todos los periódicos.
Diré aquí que este año de 1981, el óbito de mi suegra, la
madre de Tere, precisamente en una habitación del piso del cual era ella la propietaria titular, marcó una nueva etapa en la relación familiar.