martes, 10 de mayo de 2011

Parejas perdurables (continuación 37)

Parejas perdurables (continuación 37)

¡Qué vergüenza!. Andando con las manos esposadas por delante y acompañado por dos números de Guardia Civil, dirigiéndome a la Casa Cuartel de Cubera.
Sin atreverme a mover la cabeza para indagar la aparición de algún transeúnte que observara el espectáculo, aceleraba el paso.
No me puse a correr los 30 metros escasos que faltaban del trayecto al que me obligaban. Hubieran podido interpretar como conato de huida y a lo mejor eran capaces de sacar las armas de sus fundas. ¿Sería real lo que vivía?.

Más surrealista que los cuadros de Dalí. Esto era lo que estaba viviendo. Acababa de salir del Ayuntamiento, dirigiéndome al Cuartel. Unos ochenta metros que notaba como si fueran kilómetros.

Afortunadamente, esta tarde de sábado, la calle, desierta. Una vez en el cuartelillo, me sacaron las esposas, me invitaron a sentarme en una silla, frente a la mesa con su máquina de escribir, que manejaría el Cabo en funciones de Comandante del Puesto, ya que era el mayor grado allí destinado.

El hombre, entre dientes mascullaba improperios. Maldecía la intervención del Secretario y su obligada obediencia al Juzgado Civil.
Al fin, después de haberse hecho un lío con los papeles carbón para copia por triplicado y las hojas impresas del formato de actas, sacudió la primera letra del teclado que por lo visto era errónea.
Sacó los papeles y volvió a cargar otros nuevos. Esta vez pudo escribir” En Cubera, a … “ iba a poner la fecha. Pero se quedó pensativo. ¿No traería consecuencias, un acta describiendo hechos del Juzgado del Ayuntamiento, en sábado, por la tarde?.

Se dirigió a mí maldiciendo.

--Uds. , con sus reyertas e inteligencia, involucran a unos pobres e ignorantes números sin importarles las consecuencias.

No entendí nada y así lo manifesté.

-Perdone pero no sé a que se refiere. Es Ud. quien me esposó, sin motivo justificado. Como tampoco entiendo para qué vinieron a buscarme en la Urbanización. Es más, ni siquiera me dejó hablar con el Secretario.

Otra vez mascullando y sin decidir seguir escribiendo, parece que se dio por vencido y letra tras letra fue golpeando con una pasmosa lentitud. El tecleteo se oía como retumbaba en una salita en que el silencio se hacía sepulcral.
Más de media hora tardó en plasmar tres líneas. Era evidente, que localizar los caracteres de la máquina, le costaba mucho.
Con una línea más, se dio por satisfecho y sacó el escrito de la máquina para que lo firmara.

Me acusaba de desacato a la Autoridad, con actitud desafiante. Y sin más, que lo firmara y ya podía marcharme.

Seguí alucinando, pero con ganas locas de partir de aquél antro.
Al llegar al chalet, Tere ansiosa preguntaba:

-¿Qué querían, y porqué tardaste tanto?.

Le hice un comentario general, para no alarmarla, que siendo real en el fondo, no era completo. Omití lo de haber sido esposado.

-Mira Tere, como el Ayuntamiento quiere ver la documentación que me acredita para las obras de calles y no puedo permitir que me paren ni un día, voy a Barcelona a recoger los documentos. Si no encuentro a Orpí, aguardaré a mañana. Redactaré la solicitud y regresaré por la noche. Así el lunes por la mañana podré entregar los papeles exigidos al Ayuntamiento.
Mientras, a los vendedores les dices que sigan con su labor y entreguen los resultados al despacho en Barcelona, ya que hoy tuve que partir para asuntos urgentes.


Mi llegada tardía al despacho en Barcelona, hizo que no pudiera localizar a nadie. Sin cenar, me acosté, barruntando la manera de digerir el incomprensible suceso.
Empecé a atar cabos. Se trataba de una intervención arbitraria del Secretario, seguro que a espaldas del Alcalde. Sino, veamos.

En la sala supuesta de Actos Judiciales, solo estaba él, acompañado de un empleado mecanógrafo, tras la mesa del Juez. Frente tenía a un Sr. desconocido por mí, como denunciante. Otro desconocido, como testigo, y allí llegué yo, con la pareja de números de la Guardia Civil.
¿Era esto una parodia?. Posiblemente pensé, pero tendría que contactar con mi abogado sin falta al desayuno, antes de que fuera imposible localizarle por ser Domingo.

Orpí, creyó que gastaba una broma. Los planos estaban aprobados para ejecutar las aperturas de calles a las que me refería. Las escrituras de la finca, estaban perfectamente legalizadas y registradas, sin débitos de ninguna clase, sin gravámenes y sin servidumbres.
Incluso tuvo la precaución al trazar las calles, que éstas tuvieran conexión, con los límites por donde alguna vez hubieran servido de comunicación entre fincas vecinas. En ningún momento podía aparecer nadie que se sintiera perjudicado por cerrar el acceso a la suya.

Eso era obvio, ya que por mi experiencia conocía las artimañas de propietarios rurales para con sus vecinos. Y la principal era la de argumentar derechos ancestrales adquiridos por travesías usadas sin haberse vetado en veinte años.

Mi abogado, al que pillé durmiendo, quiso contactar conmigo antes del mediodía, ya que él sí vió la gravedad de la cuestión que yo no percibí. Pero, más bien era para su beneficio, a pesar de que me defendiera con absoluta garantía.
Sería una medalla que podría adjudicarse. En este caso ¿No debería actuar gratis?.
Al mediodía le puse en antecedentes sobre lo que sospeché.

Parejas perdurables (continuación 37 a)

El abogado me conminó que a grandes rasgos le contara lo sucedido, ya que tenía poco tiempo para nuestra entrevista.

-Mira Rodriguez, te contaré lo que imagino, en base a mi primer contacto con el Secretario de Cubera.

Cuando presenté el proyecto de Urbanización en las oficinas del Ayuntamiento, los empleados le dieron entrada provisional. Dijeron que esto tenía que pasar por un pleno Municipal y que el Secretario me respondería.

No respondió el Secretario hasta una semana después. No fue para dar el beneplácito sino para citarme a su propio domicilio en Barcelona, atendiendo que me sería más cómodo.

La comodidad, quedó revelada en su interés de entrevista ajena a los intereses Municipales.

Me pidió medio millón de pesetas, para su informe positivo. Con ello, el desenvolvimiento de mi proyecto, transcurriría sin pegas. Como tal cantidad podía ser asequible según su visión, sin detrimento a mi negocio, esperaba que a ciegas se la entregara. Por lo visto no conocía todavía al Alcalde, ya que su Destino a Cubera, se le adjudicó recientemente.

Suplantar al Alcalde, era una osadía. Máxime cuando ya me negué en su día al chantaje. Por lo visto se creyó ser el mandamás de una pequeña población, cuya administración obligaba a pasar todo por sus manos. Supuso al Alcalde como mera figura decorativa.

Me negué pues a su pretensión por inmoral y además, por cuanto mi situación con todo lo que llevaba comprometido, era la de números rojos. Me urgía un avance espectacular mediante ingresos por ventas. Y este señor, amenazó coartarlas.

Dijo que no me repetiría la propuesta, pero que si en diez días no recibía tal cantidad, atendiera las consecuencias, que mi labor en la Urbanización, no sería llana.

Me enteré que este señor, debía su cargo a dedo, por recompensa a su intervención en Alemania con la SS. Hitlerianas. Y con unos cuantos conocimientos de Derechos Administrativos, se le otorgó el título, convirtiéndose en un Funcionario Estatal.

Total que aprovechando que una senda antigua cruzaba la finca de Sumella, preparó la escena de un juicio imaginario (símil de los sumarísimos de la SS) con unos supuestos afectados, demandantes para amedrentarme.

Esta debía ser la primera manifestación de que mi labor en la Urbanización, sería áspera.

-Bien Carlos, tu visión es acertada, pero no entiendo qué hacía la Guardia Civil en la Sala.

-Sí, supongo para dar más solemnidad al “Juicio”. El Secretario, tras presentar lo que supuestamente eran las denuncias de afectados por cerrar el acceso a sus propiedades, siguió con una perorata a la que quise interrumpir por las barbaridades que estaba diciendo.

El Guardia Civil, me espetó:

-Ud. cállese y responda solo cuando le pregunten.

-No veo que me hagan ninguna pregunta. Aquí están juzgando con falacias, sin atender razones. Para eso, espósenme y acabamos antes.

El Guardia Civil, ni corto ni perezoso, tomó mis palabras como un reto. Sacó las esposas, me las ajustó y se me llevó al Cuartel.

-¿Qué dijo el Secretario?. No permitiría la intervención de fuerzas armadas en la Sala.

-Se quedó mudo. Supongo, que la reacción del Cabo G.C. le resultó tan inesperada como me resultó a mí. No se atrevió ni a mover sus manos del papel que estaba leyendo. Por descontado, lo que dijera o hiciera una vez salidos a la calle los guardias conmigo, lo ignoro, pero sí que sentí una vergüenza como jamás pude imaginar. Pues aquí me tienes contándote lo sucedido de pe, a pa.

-Mira Carlos, esto ha sido una metedura de pata de este Secretario, que se juntó con la del Cabo G.C. No te preocupes. Ni siquiera debes acudir al Ayuntamiento para aportar documentos de descargo. Sigue con tu trabajo, que mañana mismo incoaré demandas a los Organismos pertinentes, por tu atropello. Me viene muy bien esta copia del Acta de la Guardia Civil. Es algo inconcebible. Se han colocado ellos mismos un nudo corredizo, con el que se ahorcarán.

Mediada la tarde, llegué a la Urbanización, para reunirme con Tere y los niños.

-Carlos, espero que tengas todos los documentos que hacen falta para acreditar tu actuación legal, pues esta mañana, se corría el bulo de paralizar las aperturas de calles. Por el contrario los vendedores hicieron su Agosto. Todos hicieron ventas, incluso uno realizó una triple.

-Pues me alegras, Tere, ya que se ocupará Rodriguez de aportar la documentación, por lo que si te parece, podemos volver esta noche a Barcelona. Así, mañana los niños no tendrán que madrugar para ir al colegio.

La euforia por la alegría del buen resultado comercial, se sumó a la de los ánimos recibidos de Rodriguez. Callé el verdadero motivo a Tere, ya que se convirtió en algo banal. Y pensé:

¿Cómo acabará esta nueva batalla Municipal?. Eso era labor de Rodriguez.