jueves, 21 de abril de 2011

Parejas perdurables (continuación 32)

-Papá.papá, en nuestra habitación no hay W.C., solo ducha y lavabo.

Fui a ver a que se refería J.C. Claro, los niños aún no tuvieron ocasión de conocer lo que eran las turcas. Les expliqué que eran unas letrinas sofisticadas ya que disponían de los mismos elementos que los W.C. con taza en la que sentarse. Un posa pies, un agujero para defecar, un sifón para emerger siempre agua limpia y una tubería de descarga agua para limpiar. Además un posa papeles para limpiarse.


Dada la lección, conminé a que lo usaran. Dani se enfurruñó y dijo su clásica frase:

-¡No…! , Noooooo…….

-Vale vale, no te preocupes. Cálmate, papá y mamá, se vuelven a su habitación.

Había que tantear todas las posibilidades para no repetir la escenita de Lisboa.

Se hizo la calma y Tere preocupada:

-¿Qué hacemos si no quieren usar el retrete?.

-Ni caso. Ya les apetecerá cuando la naturaleza les apriete.

Al pagar el Hotel, que por cierto fue el primero que nos vino de paso y que en definitiva no desmerecía ni en el trato ni en los servicios, pregunté si tenían aseos con W.C. de taza.

Nos informó que usualmente la turca es la pieza de los baños empleada por el Sur de Francia para los establecimientos públicos.

Tuvo toda la razón. Al menos por aquél tiempo, así lo constaté. Faltaban unos quince kilómetros para llegar a Lourdes, cuando Tere dijo:

-Mira una gasolinera. Para iré al excusado y que vayan también los niños.

Al cabo de un rato, salen los niños enfurruñados los dos. No quisieron usar la Turca.

Con cierto nerviosismo atravesamos Lourdes, contemplando la Catedral, erigida merced a la fe en la Virgen, que se apareció a Bernadette. Nuestra curiosidad era doble, ya que nos recordaba la película “La canción de Bernadette” y por ser testigos de que la fe mueve montañas.

En este caso, los óbolos de la fe lograron erigir una catedral de triple advocación, siendo la de la Virgen de Lourdes, elevada a la titularidad de Basílica. Y que además traspasó su fervor a Chile y otros países Hispanoamericanos.

http://viajesdestinos.com/basilica-de-lourdes-lugar-milagroso/

Siguiendo el viaje, pensé que lo mejor sería entrar a comer en algún restaurante que se viera de categoría. Tendríamos mayores posibilidades de complacer a los niños.

No se divisaba ninguno. Divisamos a las dos de la tarde uno que no nos complació. Seguimos y ya eran las tres cuando Tere alarmada dice:

-Pero Carlos, para ya a un restaurante sea como sea. Estamos en Francia, para ellos que comen a las doce y que siguen horario una menos que nosotros, deben estar a la hora del Té.

El primero que se nos presentó al cabo de otros diez minutos que se eternizaron, aparentaba categoría. Menos mal. Pero Tere tenía razón. El Maître, nos ofrecía mesa para el té, o café, al igual que los comensales de otras mesas, evidentemente de palique.

La cocina llevaba cerrada hacía más de dos horas. Excusé mi confusión y como paliativo, le pedí que nos sirviera algo frío y como no, sus famosas queseras con muestrario completo de quesos, ya que nos apetecían a los cuatro.

Se vio perfectamente que lo hacía a desgana, pero nos complació con una fuente de quesos de tres niveles guarnecidos a tope con una veintena de variados gustos.

Iniciamos la degustación, cada cual tomando una porción del que aleatoriamente tenía a mano. Una vez saboreado, notificaba la excelencia de tal tipo de queso.

Automáticamente, se montaba una competición entre cual era mejor, por lo que íbamos degustando todos los tipos para poder dilucidar cual mejor y los puntos que cada cual concedía a determinado queso.

Sin darnos cuenta, dejamos la quesera poco menos que exhausta. Pensé en el efecto que habría hecho una familia Catalana presentada a la hora del té consumiendo con apetito voraz tal cantidad de queso. Me ruboricé cuando pedí la cuenta.

El Maître con cara de pocos amigos, dijo que no podía cobrar una imple consumición de cuatro personas, ya que nos excedimos.

No estaba en mi ánimo regatear, ni mucho menos. Le agradecí que nos hubiera atendido y que satisfechos como estábamos no discutiríamos su factura.

A continuación, pedimos por el Aseo, y allí fuimos todos.

Y un palmo de narices. También turcas que los niños en modo alguno quisieron usar.

Había que poner un remedio urgente: Pernoctar después de otro buen recorrido de carretera, en el hotel de St. Girons deseando suerte, que de no haberla, al menos a la mañana siguiente en Perpiñán, se habría acabado la odisea.


Parejas perdurables (continuación 32 a)

Ni suerte, ni niño muerto, el hotel que no fue por elección, al no haber otro, daba fe a lo argumentado por el hospedero de Bayona.

Tere cada vez mas alterada, imaginaba siniestras complicaciones orgánicas a nuestra prole. Intervenciones quirúrgicas de urgencia, imprescindibles. Veía que no se trataba de una perrería infantil sino que su continencia se debería a algo somático.

-Tere, estás haciendo una mole de un simple grano de arena. Mira, el Campamento de Castillejos, se habilitó para la instrucción militar de siete mil estudiantes, cada verano.

Puedes imaginar cómo serían las letrinas para grupo tan numeroso.

Mi primera visita, me produjo repulsión, pero apechugué. No volví hasta dos días después y esta vez, el asco, me cortó la necesidad. Reconozco que de haber sido para un centenar, solamente de usuarios se hubiera asemejado a las turcas y no hubiera habido problema para nadie.

La solución mía fue alejarme medio kilómetro del campamento, considerando en el bosque un ambiente bucólico. Claro la excursión de medio quilómetro, la realizaba o al anochecer o al alba, antes de Diana.

Sin embargo conocí a tres colegas que milagrosamente a mi modo de ver en aquellos días, se abstenían de lugar alguno y aguardaban el sábado con el permiso para bajar a Salou, (Ciudad turística de la costa, muy cercana a Castillejos), para satisfacer allí sus necesidades. Tres meses en este plan, no les acarreó ningún trastorno funcional.

La mente, influye en el organismo mucho más de lo que parece.

-Pues creo que tres días ya son muchos y ya no me apetecen más recorridos turísticos en estas condiciones. Cuando antes lleguemos a Perpiñán mejor.

Para banalizar el problema, le prometí que a la mañana siguiente, no pararíamos ni en Foix, ni en Quilán. A mediodia estaríamos en Perpiñán.

Y le conté aventuras escatológicas jocosas, habidas en Castillejos.

Cotet, era entre nosotros el colega huraño. Muy retraído. Había que sacarle las palabras con tenazas. Al formar un día, citados por el Alférez, intrigados por el motivo, acabó con su impasibilidad.

El Alférez tuvo conocimiento de que en las letrinas, alguien había enlazado con cinta de dos centímetros ancha tejida con la bandera española, a un “puro” defecado, colocado en posición vertical de altura 33 cm. Y diámetro cuatro y medio (medidos con cinta métrica).

Una porción de caña, también en posición vertical, sostenía un rótulo de papel en el que se leía:

“Primer Premio al Puro Castillejos

El Alférez mostrando una preocupación por tal hecho, se dirigió a nuestra formación :

-Caballeros Aspirantes a Oficial de Complemento, el notición de las letrinas obliga a destacar la actuación de nuestro cuerpo de Caballería.

Oficialmente se reconoce el mérito a nuestro Caballero Cotet.

Cotet: ¡ caga usted como un elefante!.

La formación en pleno estalló con risas insostenibles, a excepción de Cotet.

A punto estuvo por increpar al Alférez por broma de tan mal gusto. Se contuvo a duras penas ya que al formar parte del ejército, la hombría, hay que supeditarla a la obediencia al superior y trae malas consecuencias, rebelarse.

Pero la ojeriza que tuvo con todos los que intentaban rememorar tal situación, a partir de este día, distó de ser la de un huraño para sin dudar mostrar odio.

Y a pesar de existir una probabilidad entre varios millones de que lo lea alguno de los colegas partícipes de las timbas organizadas los sábados y domingos en Castillejos, me arriesgo y confieso (aunque se produjera tal coincidencia, es de suponer que después de 58 años, o lo olvidaron o les resulte indiferente):

-Carlos, nos falta un jugador para la timba. Ven con nosotros que vamos a un lugar ideal para pasar la tarde al frescor de una semicueva.

-Hombre. Un lugar con una cueva, esto hay que verlo. Los pocos pinos que nos rodean no mitigan nada el calor inaguantable de siempre.

-Pues un día lo descubrimos y ahora cada semana vamos a jugar allí. Incluso nos construimos asientos y una mesa de piedra. Lo único que nos incordia, es que indefectiblemente antes de ocupar nuestro sitio, tenemos que limpiar la mesa, en la que algún desgraciado la tomó por letrina.

Me intrigó su manifestación, pensando en quien pudiera ser el maníaco que prefiriera defecar sobre una piedra lisa. Pensé que si lo hacía por las tardes a pleno sol, le sedujera la sombra en la cueva que referían. Aún así más propio era hacerlo fuera de la piedra, no encima.

Asombro, vergüenza y temor, todo a la vez me causó al llegar a la “cueva”. Reconocí al instante, que era justo la vertical del hueco en el que yo por las noches, o madrugadas me permitía evacuar. Ni idea que por debajo existía una seudocueva.

Me sumé a despotricar al interfecto, afeando su acción y ofreciéndome a la limpieza en esta ocasión.

-Nada Carlos, eres el invitado de honor y ya tenemos prevista la escoba que guardamos y con dos cantimploras de agua, en diez minutos limpio y seco.

Quien se atrevería a contradecirles con el cariño que mostraban al jugador suplente.

No le hicieron mucha gracia a Tere estas anécdotas, pero sí se distrajo lo suficiente para olvidar durante el día la actitud de los niños.