jueves, 6 de diciembre de 2012

Colonización de Renova 2ª parte

COLONIZACIÓN DE RENOVA 2ª parte

Cap 23

El camino de regreso, los cazadores lo realizaban entusiasmados. Tenían para contar y exhibir en la tribu. El carro, les sugirió una aplicación inmediata. Al recorrer el territorio de los mamuts, Torr propuso cazar uno.

Con las nuevas armas y con los once acompañantes armados, ya nada temía. Separó a uno de la manada, llamándole la atención enfrentándose solo ante él.
Los demás lo rodearon por detrás e iniciaron la caza arrojando las lanzas nuevas y viejas. El mamut sintiéndose herido intentó volver grupa desatendiendo a Torr. Aprovechando la distracción, Torr sin desprenderse de la nueva lanza, le hirió mortalmente.

 


Caído el animal, todos se le acercaron para inferirle cortes hasta su muerte definitiva.
Las nuevas lanzas resultaron de una eficacia sorprendente. Su punta acerada penetraba hasta un metro en las entrañas del mamut, en cambio las construidas por ellos con puntas líticas, apenas lograban traspasar su piel unos treinta centímetros.
Disponían pues de unas armas modernas, ligeras y eficaces.
El día les transcurrió sin apenas haber descuartizado una cuarta parte del animal. Sacaron buena superficie de piel que les sirvió para albergar los trozos de carne sin hueso, una vez ahumados en la fogata.

Ahitos por tragar la carne apetecida, y troceado el resto, lo depositaron a la caja del carro ocupando considerable volumen.
Sin embargo tres cuartas partes del mamut quedaban allí intactas. Gurri barruntó que abandonar tanta carne como quedaba era intolerable. Su labor conjunta con Torr, no debía desperdiciarse.
Mandó amontonar la nieve helada encima del cadáver. Con suerte su ocultación, lo protegería de los carniceros. Y el frío lo preservaría de su putrefacción.
Volverían por allí pronto, con más cazadores. Recuperarían la carne y los huesos válidos para convertirlos en herramientas. 
Animados y deseosos todos de contar su hazaña, el camino lo emprendieron con marcha acelerada. 

Gran fiesta se celebró a su llegada. Gurri contó en su versión, así como les vaticinó, las figuras rupestres no representaban ni Aves, ni dioses. 
Eran artefactos voladores construidos por hombres muy sabios. Habían hablado con ellos y les regalaron las armas que mostró, la extraña comida y los artilugios productores de fuego instantáneo. Les hacían la vida más fácil. Y como colofón, eran amigos ávidos de conocer a su pueblo. Volverían en una luna y les enseñarían como viven ellos dentro del artefacto volador.

El siguiente día, la tribu se organizó para crear la primera fábrica de carros. Debían abastecerse de grandes troncos de madera, cortarla, formar las ruedas ensambladas mediante el tipo de uniones que les enseñaron y llamaban cola de milano.



Gurri pensaba en acudir a recoger los despojos con tres carros para un grupo de nueve cazadores.
Sin embargo la simplicidad del vehículo, permitió en cuatro días fabricar seis carros. Su construcción realizada especializando obreros cada cual con un mismo tipo de piezas culminó la alegría de Gurri. Esto merecía una visita a la Caverna de Plank y restregarle ante sus ojos el error cometido con su padre, veinte años antes. 

Hablando con su ya compañero incondicional, resolvieron que Torr realizara su cometido para la recuperación de los despojos del mamut, llevándose tres carros y a ocho de sus bravos acompañantes, sin ninguna hembra. Mientras Gurri se dirigiría a Plank , con los otros tres carros, cuatro acompañantes machos y tres hembras.
Formaría una comitiva viajando a marchas forzadas. Comprobaría la resistencia de las hembras. Cuando ellas se agotaran, las subirían a los carros sin perder el tiempo en descansos.

Imaginaba ya la impresión que recibiría Plank a quien él no conoció, por no haber estado en su vida en aquella Caverna de la cual guardaba su padre tan mal recuerdo por culpa de este brujo.
Los improperios que deseaba dirigirle en nombre de Gurran, no pasaron de formarse en su imaginación. Seis días de viaje sin contratiempos, le permitían entrar en contacto con los cavernícolas. Pero con sus deseos frustados.