Cruzamos el Puente Internacional que enlaza Valença con Tuy. Propuse dar una vuelta para conocer la Ciudad, luego comer y seguir hasta Vigo.
No podíamos permanecer mucho tiempo en cada etapa del viaje pues ya se habían quejado los niños en varias ocasiones que tenían sed, tenían pis, tenían aburrimiento en el coche. Constantemente, Tere tenía que poner paz entre ellos.
Para realizar el itinerario previsto, nos faltaba recorrer mil quinientos kilómetros. Tocaba pues dosificarlos como mucho en cinco etapas.
-Tere, tú no conociste a tu abuelo paterno, pero sí sabes que falleció en Tuy.
-Lo sabes mejor tú que yo. Las charlas que tuvisteis vosotros dos antes de tu partida para Alcalá, fueron las que me dieron algo de luz. Conmigo nunca habló del abuelo.
Por lo visto, mi suegro desde que su padre viudo, casó en segundas nupcias con una viuda gallega, madre de dos hijas, casi le perdió la pista.
Había sido un Comandante del Ejército Español.Y participó en las guerras del RIF. Allí ascendió a Tte. Coronel. Luego se dio el esperpéntico cuadro de Tragedia Griega:
La Guerra Civil.
Del África, pasó a la Península, librando batallas que le ascendieron a Coronel.
Mi suegro, al mencionar este grado militar, ponía una cara grave.
-Suerte tienes Carlos de hacer el Servicio en tiempos de Paz. Tanto tu padre, así como yo ,tuvimos enfrentamentos bélicos y eso es trágico . Él, en Melilla según contaste, yo en Lérida. La batalla del río Segre.
El Segre por Alós de Balaguer
Me contó, como por residir en Barcelona, le enrolaron con las tropas republicanas y se vio involucrado en varias batallas defensivas en el Segre. A la otra orilla, el ejército de los Nacionales, al mando de su padre, les estaba masacrando.
Los compañeros, le preguntaron varias veces si por su apellido, no era pariente del Coronel franquista. Igual que San Pedro, lo negaba, a sabiendas que si la sospecha se extendía, no faltaría quien aprovechando cualquier refriega, provocara una bala perdida a su cabeza.
Acabada la guerra, solo tuvo un efímero contacto con su padre, ya que como ascenso, le destinaron a gobernar de nuevo en África, la Plaza de Tetuán y poco después retirado se dirigió con su mujer e hijas que jamás conoció a Tuy, donde falleció a sus noventa años.
Visitamos esta bella campiña someramente y en Vigo, después de cenar en Restaurante El Mosquito, de fama como antro para los gourmets, pero nada económico, pernoctamos.
Visitamos las Islas Cíes, paradisíacas y a continuación, sin escala hacia Santillana de Mar al Parador Nacional Gil Blas. Escarmentados, sacamos dinero del Banco y ya pedimos reserva al Parador, desde el hotel de Vigo.
En Santillana nos encontraríamos con una amiga de Tere, casada con Tornillo, apodo de un ayudante que tuve de soltero en Barcelona.
Veleros en una playa de las islas Cíes.
Parejas perdurables (continuación 31 a)
Llegamos por fin al Parador de Santillana.
-Carlos, no repitas trayectos tan largos y enrevesados. Los niños no lo soportan y a mí también me marean.
-Mujer, interesaba llegar cuanto antes al Parador. Así tendremos tiempo de ver La Cueva de Altamira. Y no esperaba que para reducir kilómetros por Carreteras Nacionales, tuviera que seguir el laberíntico trazado de las secundarias.
-Y retroceder por equivocar la adecuada.
-No me eches en cara esto, que no puedo ir conduciendo y a la vez mirando el mapa.
El itinerario, de haberlo hecho por las carreteras nacionales, se hubiera incrementado más de cien kilómetros, pero contra este ahorro, perdimos más de una hora debido a la menor velocidad adecuada y los extravíos.
El Parador, todo un lujo. Nos aposentamos en una suite, con camas de matrimonio y dos más para los niños. Asimismo, un baño amplísimo y otro que tampoco desmerecía. Una nevera atiborrada de bebidas y chucherías. Una sala de estar y una terraza-balcón solana.
A nuestra llamada acudió la amiga de Tere, que nos concienció del acierto en elegir este Hotel. El que la élite de la sociedad local frecuentaba como club.
Nos acompañó hasta su hogar. Ocupaban La Casona de los Tagle.
http://www.santillana-del-mar.com/es...delostagle.htm
Tenían la obligación de conservar el Museo del piso superior y permitir los laborables por las tardes el acceso a los turistas.
Allí estaba Tornillo. Le recordé la poca gracia que me causó cuando de regreso de un trabajo de Campo Topográfico, aburridos en la estación aguardando el tren directo a Barcelona, propuso entrar en la cantina y ya que teníamos media hora de espera, jugáramos a los naipes.
El cantinero, nos llamó diciendo que se iba el tren. Cierto. Enfrascados, con los naipes y los chatos de vino, a pesar de tener los billetes, no le alcanzamos a tiempo.
Insistió en que continuáramos jugando. Tomaríamos el próximo, otra media hora. Se repitió la broma. Él, tomándolo a risa, “tomaremos el siguiente”. Y de nuevo entró en la cantina con los compañeros.
Yo mosqueado por los sucedido, opté por pasarme otra media hora en el andén. Y a mí no se me escapó aquella vez, aunque sí nuevamente a él y los dos acompañantes siguiendo con su chateo.
Ahora lo reímos los dos, pero recuerdo que el tiempo perdido en la estación, lo tuve que recuperar para acabar el trabajo saltándome la cena cuando ya era hora de acostarse.
Esta vez, ya ambos con la seriedad de cabezas de familia, nos ofreció ver los objetos del museo que mantenían intactos tal como se suponía lo tenían los Tagle desde hacía más de cien años.
No permitió que subieran los niños, ya que algunas piezas de las mostradas al alcance de la mano de cualquiera, eran delicadas muy valiosas, únicas y frágiles. Su responsabilidad, no le permitía riesgos con niños.
Luego paseamos por la playa Santa Justa.
Antes de volver al hotel, visitamos La Colegiata.
Y por la tarde personalmente fue a buscar al Guarda de La Cueva, para que saltándo la norma de las visitas concertadas, nos la abriera y enseñara, esta vez sí a todos, incluídos los niños.
Bisonte pintado en el techo de La Cueva de Altamira
Fuimos afortunados al poder ser testigos del Arte Rupestre conocido más antiguo en Europa. Poco tiempo después de nuestra visita, se cerró a cal y canto por temer el deterioro en las pinturas debido a la masificación de público.
Hasta años después no se volvió a abrir al público tras haber tomado precauciones para la conservación, obstruir grietas de humedades, prohibir el acceso a grupos numerosos. Prohibir entrar con luminarias de fuego, y por descontado nada que provocara humo, como fumar. Y además limitar la cantidad anual de permisos para visitantes.
Llamamos a la mañana siguiente al Parador de Hondarribia, solicitando habitación ya que tenía mis dudas de que la Policía Portuguesa hubiera sido tan diligente como para ya haber hecho llegar en tan poco tiempo mi pasaporte a Irún. Y sin él no podría entrar en Francia.
Llegamos por fin al Parador de Santillana.
-Carlos, no repitas trayectos tan largos y enrevesados. Los niños no lo soportan y a mí también me marean.
-Mujer, interesaba llegar cuanto antes al Parador. Así tendremos tiempo de ver La Cueva de Altamira. Y no esperaba que para reducir kilómetros por Carreteras Nacionales, tuviera que seguir el laberíntico trazado de las secundarias.
-Y retroceder por equivocar la adecuada.
-No me eches en cara esto, que no puedo ir conduciendo y a la vez mirando el mapa.
El itinerario, de haberlo hecho por las carreteras nacionales, se hubiera incrementado más de cien kilómetros, pero contra este ahorro, perdimos más de una hora debido a la menor velocidad adecuada y los extravíos.
El Parador, todo un lujo. Nos aposentamos en una suite, con camas de matrimonio y dos más para los niños. Asimismo, un baño amplísimo y otro que tampoco desmerecía. Una nevera atiborrada de bebidas y chucherías. Una sala de estar y una terraza-balcón solana.
A nuestra llamada acudió la amiga de Tere, que nos concienció del acierto en elegir este Hotel. El que la élite de la sociedad local frecuentaba como club.
Nos acompañó hasta su hogar. Ocupaban La Casona de los Tagle.
http://www.santillana-del-mar.com/es...delostagle.htm
Tenían la obligación de conservar el Museo del piso superior y permitir los laborables por las tardes el acceso a los turistas.
Allí estaba Tornillo. Le recordé la poca gracia que me causó cuando de regreso de un trabajo de Campo Topográfico, aburridos en la estación aguardando el tren directo a Barcelona, propuso entrar en la cantina y ya que teníamos media hora de espera, jugáramos a los naipes.
El cantinero, nos llamó diciendo que se iba el tren. Cierto. Enfrascados, con los naipes y los chatos de vino, a pesar de tener los billetes, no le alcanzamos a tiempo.
Insistió en que continuáramos jugando. Tomaríamos el próximo, otra media hora. Se repitió la broma. Él, tomándolo a risa, “tomaremos el siguiente”. Y de nuevo entró en la cantina con los compañeros.
Yo mosqueado por los sucedido, opté por pasarme otra media hora en el andén. Y a mí no se me escapó aquella vez, aunque sí nuevamente a él y los dos acompañantes siguiendo con su chateo.
Ahora lo reímos los dos, pero recuerdo que el tiempo perdido en la estación, lo tuve que recuperar para acabar el trabajo saltándome la cena cuando ya era hora de acostarse.
Esta vez, ya ambos con la seriedad de cabezas de familia, nos ofreció ver los objetos del museo que mantenían intactos tal como se suponía lo tenían los Tagle desde hacía más de cien años.
No permitió que subieran los niños, ya que algunas piezas de las mostradas al alcance de la mano de cualquiera, eran delicadas muy valiosas, únicas y frágiles. Su responsabilidad, no le permitía riesgos con niños.
Luego paseamos por la playa Santa Justa.
Antes de volver al hotel, visitamos La Colegiata.
Y por la tarde personalmente fue a buscar al Guarda de La Cueva, para que saltándo la norma de las visitas concertadas, nos la abriera y enseñara, esta vez sí a todos, incluídos los niños.
Bisonte pintado en el techo de La Cueva de Altamira
Fuimos afortunados al poder ser testigos del Arte Rupestre conocido más antiguo en Europa. Poco tiempo después de nuestra visita, se cerró a cal y canto por temer el deterioro en las pinturas debido a la masificación de público.
Hasta años después no se volvió a abrir al público tras haber tomado precauciones para la conservación, obstruir grietas de humedades, prohibir el acceso a grupos numerosos. Prohibir entrar con luminarias de fuego, y por descontado nada que provocara humo, como fumar. Y además limitar la cantidad anual de permisos para visitantes.
Llamamos a la mañana siguiente al Parador de Hondarribia, solicitando habitación ya que tenía mis dudas de que la Policía Portuguesa hubiera sido tan diligente como para ya haber hecho llegar en tan poco tiempo mi pasaporte a Irún. Y sin él no podría entrar en Francia.
Parejas perdurables (continuación 31 b)
Lo primero que hice al llegar a Irún fue solicitar mi pasaporte a la Policía en la Aduana. No las tenía todas conmigo. Por eso había pedido alojamiento al Parador de Fonterrabía (Actual Hondarribia), que de tener certeza, habría seguido viaje por Francia.
Pues, sí señor. Los Portugueses cumplieron y casi que no tuve que darme a conocer para recogerlo. Los Policías sin asombrarse dijeron:
-¿El de Lisboa?. Tenga Ud. Lo trajeron ayer.
Uno se maravilla más por lo que sale bien, que por los entorpecimientos imprevisibles, pero esperados en la cotidianeidad.
Sin dar ocasión a que se apearan del coche, ni Tere ni los niños, nos dirigimos a Hondarribia.
http://www.parador.es/es/tratarFicha...do?parador=033
Video del Parador.
-Da gusto esto de los Paradores Nacionales, Tere. Ninguno es parecido, pero todos mantienen un estilo señorial, procurando merecer a su historia local.
-Y ya veo que mantiene los precios por debajo de lo que correspondería a su categoría. ¿No fue Fraga, el impulsor del Turismo durante su Ministerio?.
Por cierto todos los trayectos deberían ser como los de hoy. Pocos kilómetros. Me gustó El Sardinero y su playa en Santander, contra lo desmerecedor de Bilbao, con una entrada fatal y sucia.
Playa del Sardinero
El Bilbao que atravesamos en aquellas fechas, nada tiene que ver con el actual. Ya no hay altos Hornos. No existe el tráfico desmesurado de camiones con carbón. Se ha modernizado, se ha reverdecido la ría y finalmente el Museo de Guguenheim, le infundió el sello definitivo.
Museo Gugenheim
-Y me robó el alma la bahía de la Concha en San Sebastián. Los elogios oídos no le hacen justicia. Ya me habría gustado también pasar la noche allí, pero nada a objetar viendo también la desembocadura del Bidasoa desde las habitaciones de este Parador.
Playa de La Concha
Tere, se sentía feliz, cada vez que tomábamos contacto visual con aguas marinas. Cosa que poca atención les merecía a nuestros hijos. Demasiado pequeños para apreciar lo que se les ofrecía, pero tenía puesta mi esperanza que de mayores sintieran haber tenido una infancia agradable con pocas dificultades, para no torcer su sano desarrollo físico y mental.
A la mañana siguiente, nos entretuvimos ya en la primera Ciudad Francesa dada a conocer por Luis Mariano en sus coplas, a San Juan de Luz, que verdaderamente se veía diáfana. Y con colorido en sus fachadas recordando las de Estoril.
También Biarritz formaba parte del repertorio del cantante, ya que son Ciudades de la Vasconia Francesa, como una continuidad de Euskera, la Vasconia Española.
Biarritz
Comimos allí y pernoctamos en Bayonne. Me enteré del origen del nombre dado a las bayonetas colocadas en los fusiles para ataques cuerpo a cuerpo.
Muchos judíos expulsados de los reinos de Castilla y de Aragón por los Reyes Católicos se establecieron en Bayona, hasta que en 1602 el rey les obliga a abandonar la ciudad, a la que volvieron en 1789, instalándose en el barrio de Saint Esprit.6
A lo largo de los conflictos esporádicos que agitaron los campos franceses en el siglo XVII, los agricultores de Bayona se encontraron cortos de pólvora y de proyectiles. Entonces metieron sus cuchillos de caza en los cañones de sus escopetas, confeccionando lanzas improvisadas que se llamarían a partir de entonces bayonetas.
Lo primero que hice al llegar a Irún fue solicitar mi pasaporte a la Policía en la Aduana. No las tenía todas conmigo. Por eso había pedido alojamiento al Parador de Fonterrabía (Actual Hondarribia), que de tener certeza, habría seguido viaje por Francia.
Pues, sí señor. Los Portugueses cumplieron y casi que no tuve que darme a conocer para recogerlo. Los Policías sin asombrarse dijeron:
-¿El de Lisboa?. Tenga Ud. Lo trajeron ayer.
Uno se maravilla más por lo que sale bien, que por los entorpecimientos imprevisibles, pero esperados en la cotidianeidad.
Sin dar ocasión a que se apearan del coche, ni Tere ni los niños, nos dirigimos a Hondarribia.
http://www.parador.es/es/tratarFicha...do?parador=033
Video del Parador.
-Da gusto esto de los Paradores Nacionales, Tere. Ninguno es parecido, pero todos mantienen un estilo señorial, procurando merecer a su historia local.
-Y ya veo que mantiene los precios por debajo de lo que correspondería a su categoría. ¿No fue Fraga, el impulsor del Turismo durante su Ministerio?.
Por cierto todos los trayectos deberían ser como los de hoy. Pocos kilómetros. Me gustó El Sardinero y su playa en Santander, contra lo desmerecedor de Bilbao, con una entrada fatal y sucia.
Playa del Sardinero
El Bilbao que atravesamos en aquellas fechas, nada tiene que ver con el actual. Ya no hay altos Hornos. No existe el tráfico desmesurado de camiones con carbón. Se ha modernizado, se ha reverdecido la ría y finalmente el Museo de Guguenheim, le infundió el sello definitivo.
Museo Gugenheim
-Y me robó el alma la bahía de la Concha en San Sebastián. Los elogios oídos no le hacen justicia. Ya me habría gustado también pasar la noche allí, pero nada a objetar viendo también la desembocadura del Bidasoa desde las habitaciones de este Parador.
Playa de La Concha
Tere, se sentía feliz, cada vez que tomábamos contacto visual con aguas marinas. Cosa que poca atención les merecía a nuestros hijos. Demasiado pequeños para apreciar lo que se les ofrecía, pero tenía puesta mi esperanza que de mayores sintieran haber tenido una infancia agradable con pocas dificultades, para no torcer su sano desarrollo físico y mental.
A la mañana siguiente, nos entretuvimos ya en la primera Ciudad Francesa dada a conocer por Luis Mariano en sus coplas, a San Juan de Luz, que verdaderamente se veía diáfana. Y con colorido en sus fachadas recordando las de Estoril.
También Biarritz formaba parte del repertorio del cantante, ya que son Ciudades de la Vasconia Francesa, como una continuidad de Euskera, la Vasconia Española.
Biarritz
Comimos allí y pernoctamos en Bayonne. Me enteré del origen del nombre dado a las bayonetas colocadas en los fusiles para ataques cuerpo a cuerpo.
Muchos judíos expulsados de los reinos de Castilla y de Aragón por los Reyes Católicos se establecieron en Bayona, hasta que en 1602 el rey les obliga a abandonar la ciudad, a la que volvieron en 1789, instalándose en el barrio de Saint Esprit.6
A lo largo de los conflictos esporádicos que agitaron los campos franceses en el siglo XVII, los agricultores de Bayona se encontraron cortos de pólvora y de proyectiles. Entonces metieron sus cuchillos de caza en los cañones de sus escopetas, confeccionando lanzas improvisadas que se llamarían a partir de entonces bayonetas.
Extracto de wikipedia.
Bayonne
Seguiríamos otra jornada, hacia Lourdes, pero empezaron los problemas con los niños.
Bayonne
Seguiríamos otra jornada, hacia Lourdes, pero empezaron los problemas con los niños.
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