miércoles, 13 de abril de 2011

Parejas perdurables (continuación 30 )

Desde recepción en el hotel, llamé al delegado de Turismo de Oporto. Amablemente, se presentó a los pocos minutos y con una atención encomiable, allí mismo, por teléfono se puso en contacto con los secuestradores de mi pasaporte.

Entendí muy bien como con duras calificaciones afeaba el descuido, conminándoles a disculparse por su mala práctica. Una vez exhibidos los pasaportes, tenían la obligación de devolverlo al cliente. En absoluto retenerlo.

Luego se puso en contacto con la policía. Nos preguntó hacia dónde nos dirigíamos.

Teníamos previsto, salir de Portugal, por Valença y como mucho en tres días pasar a Francia por Irún. Nos pidió excusas en nombre de su departamento y el del Estado Portugués por las molestias acarreadas debidas a mala práctica del hotel de Lisboa.

Al hotelero de Oporto, le indicó que podía obrar como si le exhibiera el pasaporte, bastaba el DNI, que se hacía cargo Turismo oficialmente. Y a mi me dijo que no me preocupara por el pasaporte ya que la policía portuguesa lo entregaría a la española de la aduana en Irún, en dos días.

Tranquilizado por superar ya los inconvenientes del pasaporte y el dinero, dejamos las maletas en nuestras habitaciones y salimos a pasear por la Ciudad.

-Me gustaría encontrar por casualidad a Serrano y a Isabel. Les comentaría cómo logré identificar las fincas de su abuelo en La Puebla de Castro. Pero claro no sé si aún residen aquí, ni cual es el nombre de su Empresa, de modo que preguntar es inútil.-Dije a Tere

-Isabel, estará en contacto con sus abuelos y tíos de La Puebla de Castro. - Respondió Tere.

-Y , ¿qué?. También lo estará con sus padres en Barcelona. ¿A qué viene eso si ya hace cinco años que no contactamos?.

-Lo digo por cuanto ya debe saberlo por su abuelo, pues contentos estarían.

-Sí. Supongo. Pero sobre todo Serrano, se preguntaría cómo lo conseguí y es que yo mismo me maravillo de la suerte que tuve.

Antes de partir Serrano y su esposa para Oporto, me pidieron que contactara con Don Jacinto, abuelo de Isabel. Llevaba tres años incorporado a su pueblo natal, después de haber pasado veinte en América, sin lograr tomar posesión de las once fincas heredadas.

Precisaba un técnico de confianza, que le situara sobre plano lo que él tenía por escritura.

Le hice ver que el importe por gastos de desplazamiento desde Barcelona con un par de ayudantes y los días de estancia de hotel necesarios para el trabajo, superaría con creces lo que le cobrarían los técnicos Zaragozanos, que por su cercanía, prescindirían de las dietas.

Aclaró que el tema, le hacía dudar de hallar técnicos imparciales por la provincia, por lo que insistió. Además, dada la no existencia en La Puebla de hotel alguno, nuestra estancia sería en su propio hogar. Su casa era de las antiguas con más dependencias que habitantes, ya que ahora, sin criados, ni mozos de labranza, solo la habitaba él, su esposa, su hija y su cuñada.

Salimos de madrugada de Barcelona, para al mediodía en el Catastro de Zaragoza, sacar copia del municipio de La Puebla, y todos los datos habidos actualizados en plano aéreo.

Así por la tarde en La Puebla, ya me hallaba dispuesto a atender a Don Jacinto.

El problema era que durante los veinte años de su ausencia, los vecinos, no solo le olvidaron como vecino, sino también como propietario de las parcelas heredadas desde sus abuelos.

Tantas veces como reclamaba sus huertos, el vecindario se desentendía, dando excusas unos a otros de si los lindes habían sido variados, o si lo que reclamaba estaba en su imaginación.

Ni el Alcalde, por ser joven podía dilucidar lo que consideraban reyertas legendarias vecinales.

Le enseñé el plano que traje del municipio, cosa que ya le alegró, pero confesó que no entendía ni papa. Entonces le pedí que me describiera tal como recordaba las fincas y quienes eran los vecinos de sus lindes, así como los detalles de superficies.

Aportó la escritura de tapas muy deterioradas. Redactadas a mano, describía las once parcelas que fueron de su abuelo y signado bajo el Reinado de José I, Bonaparte.

¡Toma castaña!. Una escritura de los tiempos de Pepe Botella, así llamado despectivamente el rey de España impuesto por Napoleón . Su reinado duró cinco años. ( 1808 hasta 1813).

Pepe Botella

Salido de mi asombro, croquicé lo que se describía de cada una de ellas y luego le pedí que pacientemente, fuera contando lo que recordaba de ellas.

A la mañana siguiente con estos datos, recorrimos lo que podían ser sus propiedades. A base de tanteos, algunas de las parcelas coincidieron con lindes y superficie, pero carecían de acceso.

Otras se desvirtuaba la figura, evidentemente modificada por el vecindario y una última, resultó imposible de localizar. Intuí que se trataba de un montículo pedregoso, alrededor del cual lindaban propiedades de tres vecinos.

Una vez superficiadas las diez fincas identificadas, le entregué los planos, para proceder si lo requería el abogado al hacer acto de dominio. Pero la última, imposible.

Durante los veinte años el vecindario,había seguido el refrán, “ Al vecino darle, pero no quitarle”.

Por lo visto cumplieron con la primera parte del refrán, y cada año, al limpiar sus tierras, las piedras las echaban al vecino ausente, pero la segunda parte no se cumplió, ya que a base de ensanchar las parcelas librerándolas de piedras, reducían la superficie lindante hasta convertirla en un túmulo pedregoso.

Para demostrar esta suposición había que superficiar las propiedades de los supuestos usurpadores. Sus propiedades, excederían entre los tres la superficie equivalente a la usurpada.

Como Don Jacinto, entendió el revuelo que armaría, se dio por satisfecho con la recuperación de las diez aclaradas. Don Jacinto, mostró mejor criterio que los herederos de la Era en litigio a la que asistí en Alcalá de Henares años antes .

Total que si nos topáramos con los Serrano, tenía tema para hablar de nuestro pasado. A la mañana siguiente, después de recorrer prácticamente toda la Ciudad y catar la diversidad de tapas de sus bares, esta vez pagué sin novedad la factura del hotel y para mayor tranquilidad pensé en pernoctar en Tuy, la primera ciudad española en la frontera portuguesa.

Pero un Urbano de Viana do Castelo, nos convenció para subir al monte del Santa Luzía.

http://www.youtube.com/watch?v=AwUtV...eature=related

http://upload.wParejas perdurables (continuación 30 a)

Panorámica de Porto

Partimos después de comer en Oporto, hacia Viana do Castelo. Recomendada por ser una hermosa Ciudad, muy visitada por los Gallegos ya que prácticamente eran vecinos, de modo similar a lo que representa Perpiñán Francesa, con los Catalanes.

Ya en el centro de Viana, preguntamos a un Urbano por un hotel económico. Nos miró extrañado, ya que para ellos, un automóvil impecable con aspecto de recién adquirido, era sinónimo de transporte para turistas potentados.

-¡Oh!. Pero no pueden marcharse sin visitar Santa Luzía. Un panorama “maravelhoso”.

Y que nuestra moneda era muy superior a la de ellos. Que no íbamos a arrepentirnos de subir al Monte de Santa Luzía donde se ubicaba una basílica y un hotel en privilegiada ubicación, rodeado de jardines y resto del monte forestal.

Pensé que más que Urbano, debía ser un promotor turístico, ya que nos sedujo su entusiasmo al alabar a determinado hotel. ¿Y si resultara que cobraba comisión?.

Sin poner pegas, le hice caso, ya que no se trataba tampoco de comportarnos como míseros, en un viaje paliativo de nuestro antaño fallido de novios.

Santa Luzia desde el Hotel

Vista Hotel


Razón total del Urbano. Maravillados quedamos por la panorámica, por los jardines, por la paz y tranquilidad de una construcción rodeada de bosque, como un cuento de hadas.

Y algo asombroso. La explanada amplísima a los pies de la escalinata del hotel, apta como parking para gran cantidad de vehículos. Y solo habían dos. ¿Seremos los terceros huéspedes?. Algo de ello habría de cierto. Se trataba del último día festivo en Portugal. Los visitantes tomarían las de Villadiego, al revés que nosotros que aún disponíamos de seis días de asueto.

Sala estar

Disfrutamos, lo indecible de tal apacible lugar. Lo curioso es que cuarenta y siete años después, al rememorar esta Gira por la península, J.C., no supo dar detalle de sus vivencias. Aunque a sus seis años de edad, debía recordar como mínimo lo que le hubiera impactado.

Todo lo que nos contó fue que recordaba un viaje de muchos kilómetros. Cansado de coche. Y ni enterarse de los hoteles, a éxcepción de la llorera de Dani. Y lo de jugar a plena calle en La Línea de la Concepción. Y después de mucho exprimir sus recuerdos, estuvo de acuerdo que la huella indeleble, fue la travesía francesa. Ya entendí su motivo.

Muy contentos por haber hecho caso de aquel urbano, salimos hacia Valença, donde cruzamos el puente internacional, para entrar en Tuy.

Puente España-Portugal en Tuy


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