COLONIZACIÓN DE RENOVA
Cap 15
El encuentro al parecer casual entre ambos grupos de cazadores, respondía a un interés
común que era el de la subsistencia de sus tribus. El grupo de Gurri, ya sedentario de muchos
años, solo salía a cazar por las inmediaciones de la caverna. Esporádicamente, debían
ausentarse a grandes distancias por emigraciones de la fauna. En estas ocasiones,
deseaban lograr muchas piezas con lo que paliara el nefasto efecto de su prolongada
ausencia. La idea pues de Gurri de incrementar el número de cazadores, era diáfana. En
cada salida, obtendrían mayor acopio de piezas cazadas.
El grupo de Torr, con necesidades similares, provenía de unas tierras que se iban cubriendo
de hielo. La fauna dejó de ser lo abundante y variada que acostumbraban a cazar. También
ellos estaban incrementando el ámbito cinegético. Sin embargo llevaban un tiempo
amedrentados por avistar nuevas especies de aves que por volar muy alto les era imposible
obtener beneficio alguno.
Gurri ante la cita de aves raras, recordó los dibujos en la pared de la cueva realizados por sus
progenitores. Con mayor énfasis instó a Torr, para realizar una batida conjunta. Se repartirían
las piezas cazadas y volverían cada grupo a sus lares.
Un compañero de Gurri, se integraría con el de Torr y viceversa. Así, conociéndose ambas
tribus, podrían con propiedad decidir lo más conveniente que con toda seguridad, lo más
apropiado sería abandonar las tierras frías para habitar las cálidas de la caverna de Gurri.
Cinco días después, veintitrés humanos entre machos y hembras, se daban a conocer ante el
numeroso pueblo de Gurri.
Uno de los acompañantes de Torr, se fijó en las pinturas murales, dando aspavientos y
llamando la atención de todos. Tenía razón al alarmarse, aquellas figuras eran muy parecidas
a las aves raras avistadas por el Norte.
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Axel al conocer los beneficios inesperados por el descubrimiento en los análisis del magma
aflorado en Renova, comunicó sus ansias a Astrid.
-El próximo viaje, antes de posar la nave en Virgo, lo haré en Renova. El material
volcánico, puede ser el ingrediente que acelere la habitabilidad de Virgo.
-Pero, Axel, ya sabes que esto es contrario a la política impartida por el Alto mando de
La Isla.
-Sí. Lo sé. Como también que yerran en la recomendación. No es una prohibición
racional. Lo que sí lo sería, si simplemente se regulara. No se trata de entorpecer la
evolución de los humanoides, sino favorecerles a distancia, mientras nosotros nos
enriquecemos con su cultura ancestral y con la vida que el magma volcánico puede
aportar a Virgo.
Astrid, vio que el deseo de Axel era profundo y antes de tomar partido en secundarle, le pidió
que la dejara reflexionar unos días. Lo que en cualquier caso, no denunciaría sus intenciones
a nadie. Temía que pudiera causarle problemas, incluso que lo destituyeran de su cargo como
dirigente colonizador.
Ubicada ya de manera estable, La Isla en el plano orbital proyectado, era el momento histórico
de reemprender los viajes colonizadores para Virgo. Una serie de naves se disponía a partir.
La de Axel, fue la postrera. No quería que se enterasen prematuramente de su desvío hacia
Renova. Y Astrid muy a pesar suyo, no le acompañaba
.
El ansia de Axel en regresar a la zona volcánica, se estaba aplacando. Sin embargo calculó
que los años que ellos en La Isla pasaron para equiparar tiempos vitales con los de los
planetas, a Renova le habrían supuesto un valor seis veces superior de promedio.
No se equivocaba. Los homínidos que avistó, no existían ya. Pero sí su progenie
COLONIZACIÓN DE RENOVA
Cap 16
Saber que Sixta acompañaría a Axel en este viaje solapado, dirigido a Renova y no a Virgo, era lo último que hubiera deseado Astrid. Ya le dolía separarse de él a causa de la discrepancia interpretativa de lo ordenado por la Autoridad, pero Sixta había sido desde siempre su rival y ahora la suplantaba en este proyecto.
Las oportunidades que tendría de acercamiento a su amado, podían ser tentadoras. Y quien sabe si con su atractiva estampa sería aceptada también por Axel en la intimidad.
Procuró apartar estos pensamientos, centrándose en los problemas que iban surgiendo en el control de los ordenadores de las treinta y tres ciudades.
Al cambiar de órbita, algunas de las periféricas sufrieron tensiones en las vías de unión interciudadanas, llegando al límite de elasticidad. Se debió a que la gravitación de las Galaxias se acusaba en La Isla, con un valor muy pequeño, pero no nulo.
Por este motivo, los ingenieros debían calcular con mayor precisión los grados de inclinación del plano de la órbita.
La corrección se llevaría a cabo en un mes como mínimo, pues el proceso debía ser imperceptible día a día.
Ya habían experimentado algún desajuste similar al inicio del cambio de órbita, por un exceso de traslados de material entre estas ciudades y las centrales. El equilibrio perfecto no podía existir mientras los ciudadanos libremente practicaban turismo, pero lo tolerable resultaba precisamente en no sobrepasar el valor de masa desplazada, al cinco por ciento de la masa de la Ciudad visitada, tanto en más como en menos. Y éste era un valor muy elevado de masa. Casi inalcanzable ni que se realizara un intento a posta.
Mientras los ingenieros le dieran los datos correctos, Astrid, se desenvolvía perfectamente al introducirlos en los ordenadores.
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Gurri, ante la excitación provocada por el bárbaro de la tribu de Torr, temió por la seguridad de todos. ¿Habría admitido a los extraños con demasiada benevolencia?. ¿Sería la incursión de agoreros como éste a lo que su padre le puso en alerta?.
Una vez calmados, intercambiaron ideas. Torr y los suyos, expusieron con detalle las veces que vieron estas aves. Gurri, relató todo lo sabido por su padre y que aseguraba que las imágenes murales eran un buen reflejo de lo que él y sus cazadores pudieron observar antaño. Pero de ello hacía como veinte años.
Torr aseguró que los vieron en tiempo como mucho, medio año. Que su aparición coincidió con la huida de la fauna. Y que en una ocasión, las vió posándose en tierra de fuego.
La alarma empezaba a cundir. Gurri debía atajar toda especulación. Si Torr y los suyos vieron a las aves que antaño vió su padre, era necesario de una vez por todas demostrar que no se trataba de dioses.
Acordaron pues que doce cazadores a la mañana siguiente partirían ya mezclados los de Gurri y los de Torr para llegar a la tierra de fuego. Su viaje duraría muchos días.
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