viernes, 8 de abril de 2011


Parejas perdurables (continuación 28)

Se oían unos gritos estridentes breves. Con cierta frecuencia, se repetían. Estábamos comiendo en el restaurante a pie de carretera de Rosal de la frontera, a punto de entrar a Portugal.

-Debe ser un niño.- Dijo Tere.

-Pero será anormal.

El dueño del establecimiento, viendo que íbamos acompañados de dos niños, se acercó interesado. Parecía feliz de dar a conocer que era padre de una preciosidad de infante, que requería el afecto de los mayores con aquellos chillidos.

Me sentí incómodo al darle conversación, ya que me estaba formando una idea de la preciosidad.

Insistió en presentárnoslo, pero como se hallaba en una cuna en la trastienda, pidió que le viéramos allí. Su insistencia, la resolví, ofreciendo a Tere que le acompañara, mientras yo me quedaba para atender a J.C. y a Dani.

Al rato regresaron, con gran contento por parte del mesonero y sonrisa complaciente de Tere.

En ruta de nuevo, Tere contó el espectáculo. Venía a ser un niño con síndrome de Down con el agravante que no se le sostenía la cabeza. Le pronosticaron que el grado de afección no le permitiría tener el don de la palabra. Requería mucha atención por parte de sus padres para conseguirle una vida feliz. Necesitaba constantes caricias de todos.

-Hiciste bien al quedarte con los niños, Carlos. Tuve que realizar un esfuerzo para no mostrar mi aflicción. Le acaricié y al instante me devolvió una sonrisa. Pero teniendo en mis manos a una cabeza voluminosa, que no se sostenía sin apoyo de algo, o alguien y babeando, temí no contenerme y derramar lágrimas de tristeza.

-Pues mira que yo, con lo sensiblero que soy, me habría derrumbado. Y no hablemos de que lo vieran los niños.

Un día, treinta años después, nuestro primogénito J.C., consumado doctor en medicina, nos contó la extremada suerte que tuvimos al procrear siete hijos, sin ninguno padecer graves trastornos genéticos.

Cuando nos explicó los motivos y las estadísticas conocidas, tomamos conciencia de cuanta razón tenían sus palabras, por lo cual, dimos de corazón las gracias a Dios por habernos librado de la estadística.

Como se nos hacía tarde, pasamos la frontera, que si no hubiera sido por un pequeño indicador con el título PORTUGAL, ni nos hubiéramos enterado del cambio de País. Aquí distinto que Andorra, no había ni vallas, ni Aduanas, ni Verjas como en Gibraltar, ni… era carretera libre.

Nos saltamos Beja y Setúbal. Queríamos llegar cuanto antes a Lisboa.

Cuando casi olíamos la Citade maravellosa, unos guardianes nos invitaron a abonar veinte escudos (como si fueran un euro y medio de los actuales) como peaje del Ponte Salazar.


Vista desde Lisboa, del Ponte Salazar y el Cristo Rey, al otro lado del Tajo.

Nuestro itinerario realizado por la Red Viaria general, por fin acababa en el ansiado destino.

Nos sorprendió que vetaran el paso. De haber aviso en Setúbal de tal impedimento, hubiéramos tomado la ruta de Vila Franca de Xira, pero una vez en la boca del puente, era una broma dar una vuelta de ciento cincuenta kilómetros. La gasolina ya habría costado lo que pedían.

Resignados, aceptamos la explicación de que era una mejora realizada por el Presidente Salazar necesaria para conectar Lisboa con la parte industrial portuguesa y que deberían pagar los viajeros a través de veinte años. (Posteriormente, se llamó al puente 25 Abril, se ampliaron carriles y quedó el peaje no para veinte años, sino por tiempo indefinido).

Hago constar, que consultado por Google lo referente a este puente, me causó desazón. En todas las entradas consultadas y han sido muchas, se indica que se iniciaron las obras del puente en 1962 y en Agosto de 1966 se inauguró.

Como la cantidad de información histórica consultada, no tiene contradicción, tanto Tere, como yo mismo, debemos ser víctimas del túnel del tiempo.

Podemos asegurar ambos, que el año que cruzamos este puente, lo hicimos con J.C. y Dani, con sus casi dos años de edad. Y esto era el año 1964 que lo confirman las partidas de nacimiento.

Por lo visto, transcurrimos por un puente fantasmagórico, ya que si no estaba terminado, ¿cómo llegamos sanos y salvos a Lisboa, sin percance?. Y buenos que fueron los 20 escudos entregados al guarda, aunque bien es verdad, no nos dieron comprobante. Ello hace que no sé si creer a Google, o a los recuerdos de Tere y míos. Y esto es preocupante por nuestra salud.


Recuerda Tere:

Estaba leyendo todo lo que AVICARLOS expone en este viaje, y me decía a mí misma que no tenía nada en mente para poder explicar. Pero he llegado a la conclusión que debía comentar algo… es de sabios rectificar. (eso dicen)

No es que haya olvidado el impacto que me causó ver a aquella niña, que tenía que permanecer atada porque de lo contrario, se caía, y según me explicó el padre, ya había ocurrido una vez, y dio de bruces en las brasas de la chimenea.

Recuerdo la pena que sentí, sobre todo cuando ella mi miró con una gran sonrisa, agradeciendo mis caricias. Tenía unos ojos verdes preciosos, nunca más he visto semejante belleza en una mirada, igual que su sonrisa era la cosa más dulce Ante aquel espectáculo, la verdad es que me sentí impotente ante tanta pena como sentí. Y no lograba entender que los padres no estuvieran afectados, que hablaran de ella como si en realidad no sufriera ninguna enfermedad. En fin que lo hubieran aceptado con una absoluta normalidad.

Al salir y reunirme con mi marido y mis hijos, recuerdo que tuve que hacer grandes esfuerzos, para no abrazarlos, como si con este gesto les pudiera proteger de todos los males.

Me duró mucho tiempo aquella sensación de tristeza. (Es una suerte que el cerebro, nos ayude a esconder de alguna manera esas escenas que nos dañarían muchísimo, si las tuviéramos siempre presentes.)

Durante lo que nos faltaba para terminar el viaje, no había día que no recordara con nostalgia a mis hijos pequeños que se habían quedado en casa de mis padres. Pero a partir de este momento se intensificaron mis pensamientos.

Es curioso como los acontecimientos de la vida nos conducen por caminos que ignorábamos. Cuando quedaba embarazada, lo primero que pensaba, y verdaderamente me aterraba, era que cuantos más hijos tuviera, más posibilidades existían de tener que vivir algún percance grave. No pensaba en enfermedades. Yo iba más allá. Pensaba en la muerte. Ya sé que suena muy macabro.

Odio las matemáticas, no me gustan, no las entiendo, pero esto si lo entendía, era como una lotería, cuantos más números tuviera, más posibilidades.

Yo que siempre he dicho que la muerte es como un cambio, que es vivir en otro estado, en cuanto he intentado aplicarlo a los hijos, no puedo asimilarlo. Todas mis teorías y mis convicciones no me sirven como etiqueta para los hijos.

Este relato suena muy triste, lo siento pero es que al poner AVICARLOS, lo ocurrido justo antes de entrar en Portugal, han venido a mi memoria todos los pensamientos de entonces. Lo pasé verdaderamente mal.

Suerte que mi cerebro, lo volverá a colocar en su sitio. O sea, no olvidado, pero tampoco será una obsesión, como lo fueron los primeros días desde la visita.

Prometo que el próximo escrito será mucho más divertido, ya que subiré la segunda parte de UN DIA CUALQUIERA.

Parejas perdurables (continuación 28 b)

http://www.youtube.com/watch?v=v6P68...eature=related
Lisboa Antigua

-Ya esta bien Dani. Compórtate. Estás dando un espectáculo. Esto es un comedor y no estamos solos. ¿No te da vergüenza llorar ante tanta gente?.

El pequeño Dani, que se había comportado durante el transcurso de la semana de viaje, de repente sin motivo aparente, se puso a berrear en el instante en que se le pidió que cogiera bien la cuchara para tomar la sopa.
Pero mi amonestación, surtió el efecto contrario al pretendido. De lloro sonoro, pasó a berrinche histérico. Su madre intentó apaciguarlo. Nada. Seguía bramando.
Viendo como el comedor en pleno estaba contemplándonos, avergonzado, cogí de la mano a mi hijo y me lo llevé a la habitación del hotel.

-Tere, vosotros comed no se enfríe la sopa. Volveremos cuando se haya calmado.

En la habitación, siguió berreando. Si intentaba acariciarle, pataleaba.

-Tu mismo, cuando te calmes volveremos a comer.

-¡ No!….¡ no!…Buaaaaa ..¡no!…..

-Pero, NO ¿Qué?.

-No… Buaaa……..


No había manera. Le hice ver que allí no había nadie y que podía llorar cuanto quisiera. Que lo que hacía, no tenía sentido. Ni eso le convenció, siguió con su sinfonía, hasta que por lo visto cansado del esfuerzo, fue callando. Se sentó en la cama, lógicamente agotado.

Llegaron Tere y J.C. indicando que podíamos ir tranquilos al comedor, ya no había nadie. Desistimos de ello tanto yo como Dani, pues ambos nos hallábamos alterados. Ya no apetecía ir a comer.
Intrigados por el motivo de la serenata, preguntamos.

-Bueno niño, ya que estás calmado al fin, ¿puedes decir porqué llorabas?.

Tardó en levantar su mirada del suelo, para con cara compungida soltar:

-No lo sé…….

Una frase de Tere: “Para matarlo, vamos.

Esta rareza, Dani hasta que no cumplió los cinco años, nos la mostró al menos seis veces más. Siempre, de improviso, se detenía en lo que estuviera haciendo, ponía cara enfurruñada y soltaba sus repetidos NO con rabia, y a llorar. Pasado el berrinche, no se acordaba de lo que le inició. A punto estuvimos de consultar al médico por este raro comportamiento. Cuando lo decidimos ya fue tarde, jamás volvió a llorar. Nos quedamos todos incluso al día de hoy sin conocer motivos. Él mismo se sorprende de lo que contamos. Vagamente recuerda que algunas veces lloraba, sin saber porqué.

Para olvidar el incidente, paseamos por Cascais. Vimos las lindas construcciones con vivos colores resaltando de las que lo eran de un blanco nítido. A los niños les encantó el lugar de los pescadores con sus barcas, apartado de la playa extensa destinada al turismo.


Cascais

Una torre de Estoril fue la residencia de Don Juan de Borbón y familia Real de España en el exilio hasta la muerte de Franco. Don Juan por motivos políticos, renunció al trono a favor de su hijo Juan Carlos, ya que no podía abdicar la corona, sin haberla ostentado.
Franco tenía dispuesto que a su muerte, le sucediera Juan Carlos para gobernar España, desligándose de la sucesión dinástica a partir de Alfonso XIII.


Estoril- Praia do Tamariz.

Recorrimos Estoril y regresamos al hotel de Lisboa. Esta vez sin más incidentes, cenamos y nos acostamos .

. Los problemas seguirían el sábado.


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