Parejas perdurables ( continuación 47 b)
El Director de la Electra de alumbrado, había sido colega de estudios por lo que nos unía buena amistad.
Ante el drama de repetir la instalación para las farolas de Santa María, tuvimos que esforzarnos ambos en mantener la calma.
Su Empresa había cumplido escrupulosamente y con eficiencia. La prueba era el resultado. Funcionó la instalación dentro del plazo establecido correctamente. Y precisamente al agotar el tiempo de pruebas y dar por finiquitado el contrato resultó que “ROBARON” los cables de cobre de toda la línea.
La facilidad que tuvieron los rateros para tal acción, nos dimos cuenta que obedecía a nuestra falta de experiencia y al cúmulo de coincidencias.
Recientemente una disposición oficial, obligaba a un sobredimensionado de los tubos de plástico de protección de los cables eléctricos que se debían introducir para instalaciones subterráneas. Y los tramos entre las iluminarias resultaban de una longitud muy manejable.
Otro elemento a favor de los cacos, era que desde el momento en que se interrumpe al sensor fotoeléctrico, la línea quedaba automáticamente desconectada.
Otro factor, el que en la Urbanización, no había ningún guarda. Hasta este día no me conciencié que era necesario. Otro gasto y otro empleado, en nómina.
Y el tope para favorecer a la misión delictiva, que en el extremo de la urbanización, donde tenía la plantación de manzanos, quedaba una choza de pastor que jamás le vi la necesidad de asolarla.
Se trataba de un refugio que antiguamente los pastores usaban para cuando les pillaba una inclemencia meteorológica. Era una pequeña construcción semejante a un iglú, solo que en lugar de bloques de hielo, el material de paredes y techo abovedado, eran piedras y barro.
Con todas estas facilidades a disposición de los ladrones, no tenían más que cualquier día entre lunes y jueves, en que por las noches nadie había el la Urbanización, solo tenían que ir cortando los tramos entre farolas con gran comodidad, ya que tirarían los cables deslizantes de las tuberías desde el mismo suelo.
Los llevarían a la choza y una vez concluida la labor sin que nadie les entorpeciera, en plena noche, quemarían el par de kilómetros de cobre recubierto de plástico, en el interior de la misma.
Nadie vería ni el fuego ni el humo al ser de noche. Luego, lo cargarían en una furgoneta y si te vi, no me acuerdo.
Como este supuesto, quedó demostrado como de hecho real, las sospechas recaían a dos sectores de personal apto para tal proeza. Ambos sectores debían ser conocedores de las circunstancias y haber pisado muchas veces Santa María.
Un sector podía provenir de mis peones de las obras ya diseminadas. El otro, del personal de mi colega. Todo, no siendo descabellado, resultaba demasiado aventurado para atribuir a nadie la fechoría.
Recurrí al seguro que mientras no obraba definitivamente la instalación del alumbrado finiquitada, le correspondería a al Instaladora.
Pero tampoco coló, ya que la recepción sí la realicé dando el visto bueno, por lo que la responsabilidad de la aseguradora, se desvanecía.
Al final, como buenos amigos, quedamos que yo abonaría el material a restituir y a su cargo correría la reinstalización.
Antes de proceder a tomar un vigilante, lo traté con mi gestor para saber hasta qué punto era conveniente declararlo y en concepto de qué.
Al estar levantando las paredes de los Apartamentos, me sugirió que podía utilizarlo como empleado fijo, a cambio de permitirle una vivienda provisional. Con ello disponía de personas que morando fijos, hacían la función de guardas diurnos y nocturnos.
Esto no tuve más remedio que acatarlo, pero inició mi miedo a un futuro descalabro. Estaba la prensa plagada de publicidades de urbanizaciones.
Desde mis inicios para los trabajos del Sr. Castillo, que no veía claro como un País que en aquél tiempo disponía de una población no superior a los cinco millones de habitantes, formando un millón de familias, de las cuales como mucho doscientas mil, podían permitirse el lujo de tener dos viviendas, la habitual mas la de recreo.
A pesar de haber desarrollado Santa María, con penurias, hasta aquél momento me mantuvo el afán de vender casi todo, liquidar bancos y empleados, para ofrecerme a empresas que tardíamente me requerían.
En lugar de mis pasos dirigirse a esta ideal salida, me llevaban por caminos más complejos.
Mis anuncios ya formaban parte de otros similares ocupando páginas enteras de la prensa más acreditada “La Vanguardia”. Y a pesar de ocuparse Robino de las campañas publicitarias, como a fin de cuentas lo pagaba yo, me entró el pánico. La cosa empeoró al ver las campañas de Sofico por la Tele que tenían un costo superior a la venta de un apartamento diario. Inexplicable. Mejor dicho sí me lo explicaba, lo que no me explicaba cómo podían existir tantos incautos. Y el surgir la nueva Venecia Catalana. Se trataba de los anuncios de Ampuriabrava, en la Costa Brava. Algo para millonarios, chales con entrada por motoras o veleros en sus canales o por coche en la parte de terreno firme.
Total si yo durante los diez últimos años intervine en ciento cuarenta con una media de 500 parcelas y existían más de doscientas que me eran desconocidas pero que a ciencia cierta, dominaban las de mil parcelas, significaba que este negocio estaba saturado.
Este miedo repentino influyó en dejarme camelar por Batlle, al reavivar su interés por el negocio de su mujer. Trajo tres vestidos muy monos salidos de la manos de su Sra. y que los obsequiaba a Tere.
En principio, creí oportuno mostrale mi buena voluntad, pero……..
Parejas perdurables (continuación 47 b )
A la tercera va la vencida. Así fue. Tuve otra visita de Batlle. Me propuso ocuparme de la construcción de su torre en el solar de Santa María, que adquirió de contado. Y con ello, adujo que era una lástima, pero él no disponía de suficiente capital para el lanzamiento del negocio de su mujer.
-Conchita, mi mujer, tiene buena mano para la confección de prendas femeninas. Dos veces al año acude a las pasarelas de París y de Roma, para estar al tanto de la moda. Se forma una idea y luego lo plasma en tejidos originales y con variantes en los diseños. Dispone de dos viajantes que recorren uno el litoral cántabro y otro el mediterráneo. Sería oportuno, emplear a otro para la ruta central.
Este año, con los pedidos actuales tiene el taller a tope. Y es de suponer que si los viajantes aportan más clientes, no tendrá más remedio que cancelar los nuevos pedidos.
Esto que en principio resultaba óptimo para el negocio, de no atenderse, será un fracaso. Los clientes, desconfían de las empresas que incumplen con los pedidos en cantidad, o en fecha de entrega. No digamos de un incumplimiento de ambas cosas. Y ahora ya es conocida la marca de CONSEAR (confecciones selectas artesanas).
-¿Porqué, no invierte Ud. en el negocio, mediante la aportación de un local de dimensiones apropiadas a las necesidades presentes y futuras?. La instalación en mesas y maquinaria, es muy simple. Y la mano de obra que se nos ofrece, es mayor de la requerida.
Sería la forma de no solo perseverar en el negocio, sino ya una ampliación apta para servir a toda España.
-¿De qué cifras hablamos?.
-De un local de trescientos metros cuadrados, la mitad para taller y la otra para exposición al público. Actualmente tiene seis modistas, que pasarían a ser las mentoras de una docena de principiantas nuevas.
Y el local no tiene porqué valer más que lo recaudado en tres ejercicios.
-¿Y esto en números?
-Doce millones.
-Si Ud. invierte lo que le costará la torre en la ampliación de CONSEAR, ya tiene la mitad resuelta.
-Con la mitad no resolvemos nada y además dejamos fenecer la ilusión de nuestra soñada torre de recreo.
Le expuse que era bastante dinero y no me convenía rebajar cifras en el banco. Pero insistió, que ellos mensualmente producían cantidades respetables de papel comercial dimanantes de los pedidos servidos.
Lo clásico en aquél tiempo, eran las letras sin aceptar giradas a 30, 60 y 90 días, que al emitirse un mes después del acuse de recepción del género y el margen de otro mes para la liquidación bancaria, casi se trataba de medio año financiado con el riesgo consabido.
Podía entregar al descuento bancario este papel y de nuevo, me liaba, y los bancos se crecían, por obtención de un cliente muy rentable.
La idea empezó a calar en mi mente. Poner capital en un negocio dispar del de la construcción. Formaba lo que se llama diversificación de riesgos. Y lo podía usar también para rentabilizar la revista de los grupos musicales.
Se destinaba principalmente, para la juventud, a las que les llegaba la revista gratuita. Y precisamente era esa juventud, la más proclive clientela de modelitos de pret a porter. Anuncios en ella, redundarían al progreso de la nueva empresa de Modas.
Había una pega. ¿Lo cuento a Tere?. Si no le gustó que me mezclara con la juventud disquetequera, menos le gustaría saber que meto con la juventud sedienta de última moda.
Pero en verdad, que no veía solución a lo de cumplir con los compromisos que me abrumaban para acabar la Urbanización y entregar a los Municipios los viales e instalaciones, al llegar a su término.
Vislumbraba la necesidad de crear una Comisión Urbanística de Santa María. Provisionalmente, sería el órgano jurídico para seguir las directrices Municipales y de Urbanismo. Todo ello escapaba de mis manos. No podía atender tal diversidad de temas. Y a los segundos de a bordo, aunque los temía, se me hacían imprescindibles.
Y vaya que me ahogaba en un vaso de agua, pues tres años después, la llamada de Luis, rememorando nuestros años de soltería, acabó con mis pequeños embrollos para enzarzarme en otro de tamaño natural.
De momento, aparte de buscar seguridad diversificando los riesgos, era evidente que Santa María ya necesitaba un Restaurante, que además de su negocio por sí mismo, sería reclamo para los parcelistas actuales y futuros. Orpí había proyectado los bloques de dos Apartamentos Gemini, con la total previsión que uno de ellos albergaría al restaurante de la Urbanización.
Cuando reflexionaba en el berenjenal en que me metí, me entraba el pánico. Orpí, había sido una ayuda para el Gabinete y para la Urbanización. Ahora carecería de su apoyo. Robino, más que apoyo para mí era un lastre. Perdía mucho tiempo para controlar el negocio, o la mala inversión de la revista discográfica.
Y el gestor, se desentendía de cualquier decisión, que obviamente a mí me correspondía. Como colofón, Rodriguez en su calidad de abogado, solo me servía cuando los bollos estaban armados, pues en mi despacho acudía diversidad de personajes con asuntos variopintos y agobiando para dar soluciones a los problemas, o para aceptar sus ofertas.
Entre los últimos, apareció otro que tal……..
Ramón se dio a conocer recomendado por el Director del banco Exterior y su propuesta según él era irrechazable, se trataba del comercio en el ámbito de los Deportes.
Pero…..si yo estaba fuera de este mundo del deporte, que básicamente se circunscribía al fútbol, desde mi regreso de la mili…..
Saludos de Avicarlos.