domingo, 25 de noviembre de 2012

COLONIZACION DE RENOVA

COLONIZACIÓN DE RENOVA (2ª parte)
Cap 17

-Astrid, recurro a ti , ya que los políticos del Alto Mando, nos toman por locos. A mí y a cuatro colegas más.
Chian-Zu, era uno de los tantos ciudadanos que siguieron la moda de matricularse en Astronomía desde que se salió de la Quinta Dimensión.

Hasta el día que contemplaron la luz de un Cosmos naciente, La Isla llevaba miles de años menospreciando esta disciplina. Era considerada como simple historia. No tenía interés útil para ninguna de las funciones habituales. Quienes optaban por estudiar lo relatado en la Bitácora de millones de años atrás, eran considerados como bichos raros. Los ahora tildados de Frikis.

Astrid ya conocía a Chian-Zu de su tiempo estudiantil. Siempre le llamó la atención el color de su piel, lacio pelo negro y ojos rasgados. Sus padres le eligieron precisamente por ser tan distinto de ellos mismos. 
Y estaba cualquier grupo familiar en su derecho de elegir entre los genes criogenizados conservados en los bancos milenarios y cuyas características estaban perfectamente detalladas en su pedigrí, o seguir con una gestación natural por genes del padre, con lo que el parecido sería normal.

La verdad era que en La Isla convivían doscientas razas diferenciadas y esto resultaba un agradable aliciente. La monotonía, pocos la deseaban. Por ello, a Astrid que no se distinguía de la mayoría, Chian-Zu, siempre le resultó atractivo.

-¿Y de qué puedo servirte yo?.
-De mucho. Descubrimos que un asteroide muy irregular y de tamaño apreciable, nos persigue.
-¿Quéeeee?. Explicate.
Astrid temió, que Chian-Zu, estaba camelándola. Se daría cuenta que ella le miraba con buenos ojos, a pesar de estar comprometida con Alex . Y que llamándole al atención con intrigas, aprovecharía su ausencia para intimar.

-Ni más ni menos que lo dicho. Sé que ya acabasteis con la programación de La Isla por esta nueva órbita, con lo que nuestra velocidad será semejante a la de las órbitas planetarias. Perfecto para realizar los viajes interplanetarios sin notar el jet lag. Y es por ello que los astrónomos colegas míos, me llamaron la atención al contemplar a un asteroide que dejaba su órbita usual, para seguir la nuestra.
-Y ¿esto, nos afecta?.
-Pues no tenemos certeza aún ya que hay que realizar mediciones en dilatados tiempos, pero sí, que a la larga podría suceder lo que a los planetas de nuestros ancestros les acaecía con bastante frecuencia. Los asteroides, los uranolitos, e incluso cometas, acababan por chocar a grandes velocidades con la superficie planetaria. Y esto siempre era peligroso. Recuerdo por la historia que una mole de dimensiones mil veces la del asteroide que ahora observamos, acabó con un treinta por ciento de la fauna planetaria.
-¿Tenemos pues el peligro de que se nos caiga en La Isla y acabe con nosotros?. Esto sería una hecatombe real. Vivimos millones de años huyendo del destino del Cosmos antiguo, para que una vez llegamos al nuevo, un simple asteroide acabe con nuestras civilizaciones.
Podríamos decir que huyendo del fuego, nos metimos en las brasas. Pero sigo sin ver de qué te sirve haberme metido miedo.
-Pues por tu relación con Axel. Contacta con él exponiéndole el problema para que decida si es, o no, conveniente trasladar la información al Alto Mando. A él siendo un héroe y tan sabio, sí le escucharán. Y se podrá estudiar alguna solución, en el caso que se demuestre el peligro es real y relativamente cercano.
Astrid no se atrevía a confesarle que poner en alerta a Axel, ya era un problema. El Alto Mando, le suponía en Virgo, cuando él ya llevaba semanas en Renova. 

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Gurri y Torr, se prepararon para la marcha a la tierra de fuego. Planificaron sus actuaciones contando Torr, las dificultades que conocían en tan largo camino a emprender.
La tierra de fuego estaba más allá de un largo tránsito de tierra helada. Hasta allí habían venido de más lejos aún unos colosales animales con colmillos de grandes proporciones, herbívoros, a los que temerosos, no se atrevieron a cazar.



Por el contrario, con tres días de camino más hallarían los terrenos yermos. Era pues necesario de proveerse para tantos días con carne de venados, que acudían a beber en un lago cercano. Y obtener muchas pieles para cubrirse los pies y el cuerpo. Andar por los terrenos helados era penoso y dos de sus compañeros allí perdieron la vida por el frío.
Por último allí vieron las aves gigantes, aunque muy lejanas y les dio la sensación de que su comida eran rocas.

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