miércoles, 7 de septiembre de 2011

Parejas perdurables (continuación 60 )

Parejas perdurables (continuación 60 )

Me avisó Prat, que acudiera aquella tarde ya que junto a todo el personal de la plantilla de su empresa, realizarían una degustación de las croquetas ya definitivas.

Cada persona daría su puntuación entre agradables, mejorables, buenas, y óptimas.

Las desagradables ya sabía que no existían por haberlas anulado con anteriores catas.

Me citó directamente a un restaurante contratado para servirnos las croquetas y como no, los vinos de acompañamiento. Una vez realizada la degustación y emitido el veredicto calificativo, pasamos a su local donde me enseñó el proceso de fabricación.

El sótano en la penumbra, de inicio no resultaba acogedor. Mesas con aserradoras, embudos, cajas de recolección material aserrado, y otras con material base como harina y leche en polvo. Luego la amasadora y finalmente los moldes. De allí subían lo elaborado a las cámaras de congelación.

Indicó que tuvieron que solicitar número de registro sanitario. Les visitaron los inspectores, y estando todo en orden, junto al certificado médico de los empleados carentes de enfermedades contagiosas, ya podían salir al mercado con su marca.

-¿Qué son tantas aserradoras?.

-Pues la base de obtención del bacalao de las croquetas. Al cortar la merluza, la Rosada, el calamar y los sucedáneos se pierde gran cantidad de aserrín, que merma el peso de las rodajas suministradas en bandejas de plástico para los comercios. Lo aprovechamos para las croquetas, que así no nos cuesta nada.

O sea que a las croquetas les añadían el componente proteínico a base de serrín de pescado. Y este serrín procedía de la piel, la carne y la espina. Entendí que era más nutritivo que si se usara su carne sola. Y para más estupor, resultaba más sabroso que los caseros.

-Pero ¿dónde está el bacalao? .Que yo sepa no comerciamos con él.

Prat, se rió y dijo que “bacalao”, el ingrediente de las croquetas, era la mezcla de todo el serrín recuperado de todo tipo de pescado, menos el bacalao. Una pizca de sal, le daba un sabor indistinguible.

En cuanto a las de jamón, estaba servido por varios bares que le entregaban los huesos del jamón, de los que rascaban la parte más rancia. Su sabor, inigualable.

Hicieron pruebas con jamón corriente y a pesar de ponerle mayor proporción cárnica, no resultaban como los rancios.

Y el queso, los desperdicios resecos asimismo donados por las charcuterías.

Inferí de inmediato que podría usar el mismo método para fabricar las de pollo. Recientemente, estábamos en tratos con la empresa valenciana Avidesa, de la que nos surtiríamos de sus helados y pollos en bandejas individuales de cuartos.

No tenía más que aserrar estos cuartos, hueso incluido y seguro serían el súmmum de las croquetas de pollo.

Hicieron demostraciones en las que indiscutiblemente, las croquetas con estos ingredientes “degradados”, sabían mucho mejor que las mismas con material dijéramos de primera calidad.

Por eso quiso primero que degustara lo elaborado, sin prejuicio, ya que mi paladar pudiera haber sufrido alteraciones subjetivas.

No tuve más remedio que darle la razón ya que las elaboradas en casa, en comparación con las congeladas por él, resultaban insípidas.

Pero aquél éxito reportó conflicto con Galicia.

Llevábamos meses que ni él ni yo realizábamos pedidos de croquetas y como deferencia pequeñas cantidades de platos precocinados.

Sin que supieran aún el motivo, un vendedor de Galicia, acudió a la empresa de Prat en su antiguo domicilio de Barcelona, ya en ciernes de desmantelar, con la intención de activar las paralizadas ventas, presentando nuevos productos y procurarse sustanciosos pedidos.

Yo me encontraba allí con él precisamente para determinar como dar al traste con lo que nos quedada almacenado. El vendedor, alucinado escuchaba nuestra conversación en que cada uno hacía al otro oferta de las croquetas que no se habían colocado aún por Madrid, a precio casi el de adquisición a Galicia.

El vendedor, nos llamó la atención. ¡Oigan, que nosotros vendemos croquetas!.

Entre risas, le comunicamos que simplemente se trataba de una estratagema comercial, ya que disponíamos de un comprador minoritario en Valencia y nosotros esperábamos vaciar cámaras para entrar nuevo género.

No le concretamos que este nuevo género lo fabricaría Prat.

Sin embargo, la relación con Galicia se fue enfriando a partir de entonces, hasta recibir amonestación Prat, por incumplimiento de contrato, que aun y siendo verbal, los gallegos le daban mucho valor.

Por lo que me atañía a mí con los congelados en Girona, el negocio estaba bien encauzado. Tenía contactos por las provincias del Sur. Comerciaba hasta aquél momento con ellos solo para la adquisición de marisco de Huelva, o intercambios con los de Málaga, Linares y en menor cuantía con Madrid, que suministraba desde Alcalá los arcones para nuestros puntos comerciales.

Esto, iba a incrementarse de modo exponencial. Vistas las facturas de los portes, empecé a urdir la idea que con camión propio, ganaríamos bastante. Y así como Prat me oferció las croquetas de serrín, estaba dispuesto a que se uniera para el transporte por la Península de lo que adquiríamos y lo que suministraba. Serían recorridos mensuales visitando a ,los clientes de todas las provincias.

Cuando lo hablé con Picot, le pareció bien pero ya me aguó la fiesta con su sapiencia. Un camión frigorífico que realizara buena función, debía ser de capacidad superior a las diez toneladas y con aparato de refrigeración, superior a los 25º C bajo cero. Esto requería una carrocería especial, como las que construían en Arbucies y colocarles un Frigiking, adaptado como hacían los talleres de Bañoles. Aquello nos saldría por un ojo de la cara.

Es verdad, en aquellos inicios del desarrollo del mercado congelado, prácticamente los camiones eran adaptaciones artesanas. Y viajes de largo recorrido, no pagaban los costes para dar beneficio, aquellos de cinco o menos toneladas. Para algo así, ya podíamos seguir pagando portes a los suministradores.

Lo pensé unas semanas, pero vi que la facturación de la mercancía entrada durante el mes y la parte correspondiente a los portes desde Vigo, Madrid, Huelva, Tarragona y los menores de La Escala de nuestra Costa brava, representaba un porcentaje elevado que se comía los beneficios.

Así que aproveché la vista del captor de clientes para el banco de Gerona, para sondear las posibilidades. No era la primera vez que nos visitaba Marce, para captar nuestro papel comercial a negociar por su banco. La negativa constante, esta vez ya me lo pensé mejor y fue condicionada.

Muy bonito el proyecto, si no fuera por no haber contado con el factor humano.


Parejas perdurables (continuación 60 a )

Contactamos con Avidesa, por su campaña de expansión de su venta de helados. Al principio, llamaba la atención que una empresa avícola, se pasara a la repostería.
Los bromistas decían que sus helados sabían a pollo.

Claro que si ganaron en muchos mercados a Frigo, no era por su sabor a pollo, sino por sus buenos sabores y presentación original. Y claro que sus helados llevaban grasa de pollo. Precisamente, ese fue el motivo de poder comercializar los helados a bajo precio. Hasta que no se decidió a elaborarlos, era Avidesa la que suministraba la grasa de pollo a las competencias fabricantes de helados. No todo era mantequilla de vaca.

La empresa se ganó el título de “Ejemplar”, por su solvencia, su trato con los empleados y sus sindicatos, muy bien conceptuada comercialmente.

Tanto era así que por el sorteo de Navidad del año en que nos convertimos en clientes suyos,
un Hado benevolente, agració a Don Luis Suñer, propietario de Avidesa, con el premio Gordo.

GALERÍA DE FOTOS DE ALZIRA (9) __EMPLEADOS DE AVIDESA EL DÍA QUE SALIÓ EL GORDO DE LA LOTERÍA DE NAVIDAD DE 1968EN ALZIRA


Fotografía: Un día feliz para los empleados de Avidesa.
Comentarios: El número 57.150 fue el agraciado en el sorteo de la lotería de Navidad de 1968. Fue vendido en la administración nº 1 que regentaba Francisco Comes Lacasa. El mismo fue adquirido, al azar, por Alfredo Pellicer para distribuirlo entre los trabajadores de Avidesa y Cartonajes Suñer. Hoy hace de ello 39 años. En la foto, algunos agraciados de ese día.
Año en el que fue tomada la foto: 1968.
Fuente: Alfonso Rovira (autor de la fotografía).

http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigat...12/22/047.html

Por su buena relación con los empleados, la adquisición de varias series del número premiado, la repartió como aguinaldo para todos.

Prorateó de manera justa las participaciones, a tenor de la categoría adquirida en la empresa.
Así los dirigentes, salieron multimillonarios, en tanto que los peones salieron solamente ricos.

Fue al regreso de las vacaciones cuando volvimos a ver al viajante que vendió, por necesidad su participación a un cliente. Su empresa pasó el mes de Enero eufórica, con la incorporación al trabajo de quinientos empleados con sus quinientos coches flamantes.

Incluso hubo abandonos de la plantilla, por parte de algunos emprendedores que crearon su propio negocio. Él se presentó a la celebración general, con la cara de circunstancias, como el único que seguía pobre.
Nos enteramos que dos años después, la mayoría siguió siendo pobre.
Pero la empresa continuó su curso con espléndida trayectoria hasta el fallecimiento de Don Luis Suñer, prócer de Alcira.
Avidesa fue adquirida por Nestlé y sus helados se llamaron Cami.

Tal como se desenvolvía nuestra incipiente empresa, el entente con Prat, estaba afianzando un futuro próspero para ambos.
Ya estaba decidido a comerciar con todas las Provincias Españolas. No se trataría solo de reparto minorista a las tiendas de Girona, lo haríamos como distribuidores mayoristas de las nuevas croquetas y lo que se terciara.

Por ello, al atender a Marce, le propuse que más que descuento de letras, me apetecía una póliza de crédito por valor del camión próximo a adquirir.
Salió esta vez contento, ya que su misión como brazo derecho del Director del Banco, era engrosar capital captado y ofrecer crédito.

Se presentó a la mañana siguiente, el propio director, para entrevistarse conmigo y catalogar la cifra de negocio a su criterio aceptable.
Quiso ver la Cámara. Advertido que no era conveniente entrar sin estar debidamente equipado, insistió en que ya conocía otras del ramo y que para unos breves instantes de inspección, no merecía la pena.
No insistí y entramos. Una vez dentro en ella, ya vi como se encogía. Para postre, accionaron los ventidores ya que lo hacen automáticamente, al registrar un grado de descenso.

El aire racheado le dio en la cara cuando apenas había realizado cinco pasos por un pasillo. Dio media vuelta corriendo a la salida.

-Se lo advertí.

-Caramba no me lo esperaba. Nunca estuve en una cámara, ni tan grande ni tan fría.

Lo que ocurrió es que no interpretó que era de Congelación. Las que conocía eran de refrigeración, máximo a diez grados bajo cero.
En definitiva, aquello le iluminó el rostro. Imaginó que se hallaba ante una empresa de futuro, con base suficiente para poder darle crédito de seis cifras.
El proyecto pues siguió adelante. Se lo comuniqué a Prat, para que calculara su máxima producción mensual posible con sus instalaciones, que en tiempo máximo de seis meses dispondríamos de transporte apto para hacer la gira peninsular.
Los contactos con todos los comerciantes del ramo en España, colapsaron teléfonos. Formamos un listado de los interesados enviándoles folletos con nuestro baremo, invitándoles a que además de intercambiar mercancía, usaran nuestro transporte.
Mientras se construía el contenedor, pusimos un anuncio para contratar transportista.


13 Ton carga 2 literas Frigiking







No esperábamos que tan pronto surgiera un pretendiente. Nada menos que el padre del encargado de mantenimiento de nuestras cámaras.

Tuvimos varias sesiones, en las que se mostró más que interesado en ser nuestro transportista. Aguardaría lo que hiciera falta para entrar a formalizar contrato, ya que realmente, los talleres no terminarían su trabajo hasta un trimestre más tarde.

Le complació y pidió que le permitiéramos dar instrucciones de los acabados que le gustaría tuviera la cabina con dos literas y aditamentos de aseo.

No me pareció inconveniente alguno, aunque se estaba mascando la tragedia.

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