domingo, 28 de agosto de 2011

Parejas perdurables. (continuación 58 )


Picot, preocupado me dio la noticia.

-Carlos, los vendedores han notado que la falta de pedidos por la zona sur, se debe a que distribuidores de Barcelona, ofrecen las croquetas de Galicia a más bajo precio que el nuestro.

Aquello sí que resultaba preocupante.
Tuvimos trato con Galicia, según el cual por la adquisición de diez toneladas iniciales, nos concedían exclusiva para distribuirlas por la provincia de Girona.
De ser cierta la contratación de favor, nadie podía adquirir croquetas y platos precocinados a precio inferior al que nos facturaban. Siendo esto así, ¿cómo podían entrar por Girona distribuidores desde Barcelona y aún servir a los clientes a más bajo precio?.
Me puse en contacto con el director de Precongel de Galicia. Estaba dispuesto a denunciar el hecho, y conocer la identidad del invasor.

-¿Podría averiguar, cual de sus clientes opera desde Barcelona?. Si se trata de varios, sepa que uno de ellos está vendiendo sus productos por debajo del valor adquirido. Y además lo hace en nuestra provincia.

Esto cualquier comerciante ya entiende por donde van los tiros. De no realizarse tal proceder solo puntualmente, y por poco tiempo, no se podía esperar otra cosa que un fraude. Al ponerlos sobre aviso, tanto Galicia como Girona, nos beneficiamos previendo acontecimientos.

Me informaron que evidentemente en Barcelona tenían un solo cliente, a semejanza nuestra, pero que era de gran solvencia, como demostró con los pedidos cumplidos realizados y que ahora estaban pendientes de un suministro sustancioso. Seguro, que se trataba de algún ardid comercial de promoción. Aún así conminarían al cliente que no se adentrara por nuestra provincia.

Tal como imaginé. Pero no podía esperar que el tema se resolviera por una simple llamada de Galicia, así que determiné entrevistarme con el gerente de GelBar, que resutó ser un conocido de un conocido y que se apodaba Prat.

-Mire Prat. Entiendo que los negocios son negocios, pero le aseguro que el que está realizando es contraproducente para ambos.

Tengo bien calculado el coste del reparto que da un ridículo beneficio aún en el caso de ser óptima la venta. Ud. por más que quiera, al entrar por Girona, tendrá como mínimo que realizar 50 km. de más de ida con otros tantos de vuelta, que los que nosotros realizamos. Y sobre les está regalando el producto.

No sé porqué pero siendo Prat diez años menor que yo, parecía ser un ducho comerciante y mejor vendedor. Y congeniamos. Precisamente me temí vérmelas con un zorro viejo que resultara un hueso duro de roer, o un Director de empresa inasequible. Nada de eso.

Me invitó salir al bar de enfrente y expuso su política y táctica de empresa.
Las croquetas no eran más que la excusa para vender arcones de congelados LINDE, empresa con la cual mantenía estrecha relación. Cada nuevo punto de venta con su arcón suministrado de contado o a plazos, como quien da un caramelo al cliente, le ofrecía productos a precio normal y croquetas rebajadas. El negocio eran los arcones. En Barcelona ya llevaba doscientos instalados.
Y ¿porqué el regalo eran las croquetas?, pues para deshacerse de un sobrepedido realizado que ocupaba cámaras y no tenían ágil evacuación.
Por aquellos días al fin agotaba lo almacenado, pero le servirían 50 Ton, de su último pedido y buscaba la forma de consumirlas con mayor rapidez.

Aquél problema pues era endémico. Siendo Barcelona cosmopolita resultaba reacia a los congelados. ¿Cómo no tenía que serlo el público gerundense, que estaba más en contacto con el campo y los huertos individuales?.
Sin embargo todos coincidíamos que era cuestión de unos años el que nos convirtiéramos los catalanes tan adictos a congelados de todo tipo, como lo fueran los Neoyorkinos.
A cuarenta años vista, eso ha sido una realidad como un templo. En 20011, tanto la TV como los panfletos buzoneados a los pisos, libran una batalla para lo contrario. Para que se consuma menos congelado y precocinado y se usen los productos naturales.

Y aún más, ya abundan las tiendas de productos Ecológicos. Me temo que solo para atender a ricos, pues lo único que compite con los congelados, son los Chinos.

Amistosamente, trazamos un plan para salir airosos. Cesaría su intromisión por Girona, pero me ofrecía seguir por mi cuenta el contrato con LINDE. A él le restaría una comisión por cada diez arcones colocados y otra muy sutanciosa por los expositores.
Los expositores mínimos eran de metro y medio de longitud y podían fácilmente ocupar un espacio de cualquier comercio. Pero los de cinco y seis metros, eran palabras mayores y asimismo lo era la comisión correspondiente.

Quedaba el problema de que él dispondría de otras cincuenta toneladas de croquetas y yo diez. Si para mí resultaba ocupar la cámara hasta tres meses, a él le ocurriría algo semejante con lo suyo.
Me propuso realizar una incursión por Madrid juntos y allí con la cantidad de tascas de callos y bocatas de calamar, que se hallaban puerta a puerta, las croquetas serían bienvenidas. Eso era muy conocido por mí desde mi etapa militar.

Y Prat conocía a un colega, que trataba con cámaras de congelados. Otro cliente de LINDE.

La verdad era que nuestra relación se aceleraba. Él cumplió en todo. Ganamos dinero con los arcones vendidos. Sacamos una venta normal de croquetas, aunque muy lentamente.
Y demoramos la visita a Madrid, para conocernos mejor y madurar el plan de visitas a realizar. Sería un programa intenso.
Salida a las nueve de la noche en tren cama, de Barcelona. Llegada en la estación de Atocha en Madrid a las nueve de la mañana, habiendo desayunado en el tren.
Nos distribuiríamos cuatro visitas a realizar cada uno según citas previstas, hasta las dos de la tarde, en que nos reuniríamos en Sol, para comer e intercambiar impresiones y por la tarde juntos visitar a su colega para rematar gestiones.
A las nueve noche, cenar en el tren en Atocha. A las nueve de la mañana ya habríamos regresado a Barcelona.

Sí. Éste fue el plan que seguimos una vez organizadas las citas mediante ofertas escritas a bastantes posibles clientes madrileños de los que solo seis contestaron con curiosidad, ignorando si interés.

El trato que tuvimos, me recuerda el final de la película Casablanca, en que el Prefecto y Ricky, intuían que su relación era el comienzo de una buena amistad.
A pesar de muchos avatares desagradables, durante unos años, lo fue. Actualmente me gustaría dar con él, pero llevo veinte años en que le perdí la pista y él no formaba parte alguna de pareja ni perdurable ni efímera. Simplemente le conocí siempre soltero.

Y mi catalogación del amigo Prat, en esta ocasión era corroborada por Tere que en alguna ocasión nos acompañó a festejos, conociéndole en persona y no por asuntos de negocio.

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