martes, 9 de noviembre de 2010

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SAGA DEL FOTON

Un vendaval, arrastraba a los Cabezones , hasta un nuevo filtro. Poco tupido por tratarse de la mascarilla del revisor del Atlas.

El técnico impoluto con su equipo aséptico, cabeza cubierta, gafas adheridas y mascarilla para la respiración, había realizado un esfuerzo para acercarse lo máximo ante una ventanilla. Su inspiración, atrajo un volumen de aire en el que llevaban tiempo estacionados B1 y B2.

Las comprobaciones de cada experimento eran exhaustivas. El ámbito cerrado de los detectores merecía máxima precaución para no contaminarlo.
La mascarilla del técnico, filtrando el aire, separó a B1, que topando con una hebra quedó adherido a ella.
B2 que a pesar de hallarse a su lado, no quedó afectado, siguió la corriente de aire, hasta quedar atrapado en la mucosidad nasal del autor del vendaval.
Momentáneamente, finalizaron para los Cabezones, las posibilidades de proseguir turismo Cósmico.

El técnico, al término de su labor, pasó al vestuario, donde se despojó del atuendo prescrito para su función. Tiró la mascarilla al incinerador, pasando acto seguido al excusado.
Allí esputó a B2 que formaba parte de la mucina nasal. B2,era protagonista de otra transformación. Su hábitat era el de una macromolécula con el 90% de agua y resto sales.

Del desagüe, bombeado, llegó al alcantarillado de superficie, y tras un largo recorrido, la depuradora permitió que junto a su molécula volatilizada por la radiación solar, se elevara a la atmósfera a cuestas de un átomo de Hidrógeno.
Asombrado B2, reanudaba su periplo. En esta ocasión, se dirigía hacia la estratósfera ya conocida por él recientemente cuando viajaba en sentido contrario.

Mientras, B1 adherido al tejido de la mascarilla, sufría el castigo infernal de la incineradora. Para él una bendición, pues la energía proporcionada en la combustión, le permitió entrar a una molécula de CO2 , saliendo de la chimenea, elevándose por la atmósfera.

De nuevo disponía de vehículo para recorrer el Espacio. Se preguntaba, cual sería el destino de su colega B2, ya que el vendaval que les separó, no otorgó tiempo ni para despedirse.
Imaginó que por alguna otra hebra de la mascarilla, él se habría unido. Consecuentemente, por alguna otra molécula andaría.

Sin más preocupación, ya supuso que transcurridos unos evos, volverían a encontrarse. Esto, con tiempo, era irremediable.
Pero no contaba con recibir una ráfaga de lluvia, entorpeciendo la elevación de su molécula de anhídrido carbónico, cayendo en una arboleda, mojado sin paraguas.

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SAGA DEL FOTON

La molécula de CO-2 vehículo de B1, arrastrada por la lluvia, chocó resbalando de unas a otras por las hojas de un árbol, hasta depositarse a su pié.

Filtrado por la tierra reblandecida, B1 contactó con un micelio en pleno desarrollo.

El micelio, ávido de energía absorbía todas las sales y elementos orgánicos de su inmediatez. Los transformaba en su propia red filamentosa subterránea. También dirigía mediante su sabia, los nutrientes que formaban su órgano reproductor, los hongos en superficie.

Siendo parte de los nutrientes del micelio, B1 en su molécula carbónica, recorrió el entramado de su red, acompañado de miles de Cabezones de similar procedencia.

Unas semanas después, el recorrido de B1, lo realizaba por la parte superficial del hongo.

Avistado por un recolector de setas, fue a parar primero a un cesto y después a una plancha metálica a alta temperatura. De allí, al estómago de un comensal, gourmet de la buena cocina.

El proceso de asimilación de la ingesta, llevó a B1 a recorrer el riego sanguíneo del gourmet.

Le tocaba vivir otra fase novedosa. Su pertenencia a un ser Humano, no se prolongaría.

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Llegado a la estratósfera, B2, fue absorbido por las numerosas partículas viajeras del viento Solar. Con ansias de reemprender movimiento veloz, se adhirió a una Onda gamma. Allí obtuvo la bienvenida de numerosos hermanos. Su felicidad, fue completa al participar de sus cantos y vítores.

Volvía a recorrer el Espacio, contemplando la magnificencia Cósmica. Perteneciendo a una onda de las más energéticas, disfrutaría de un prolongado tiempo, antes no se volviera a encontrar con algún objeto másico.

Tal eventualidad, realmente no le preocupaba, más bien la deseaba, puesto que las constantes variaciones de entidades a las que pertenecía, le proporcionaban la sal y pimienta de la vida.

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En su recorrido sanguíneo, a B1 le divirtieron los pasos constantes por intercambios de la sangre con los tejidos del Humano. Algunas veces ofrecía resistencia a saltar de célula en célula. Prefirió abordar las de distintos tejidos, como buen catador de aventuras. Iba conociendo la forma en que se desarrollaban unas y otras.

El proceso básico, era idéntico, pero cada cual se desarrollaba con peculiaridades propias.

Y observó como de vez en cuando se devoraban tras una verdadera batalla campal. Comprendió que era el destino de las que su desarrollo no obedecía a la programación del desarrollo del Humano.

La última excursión realizada en este cuerpo, fue la que le llevó al tejido epitelial. El metabolismo, del Humano, formó una escama en la que B2 llegó con naturalidad. Y con la misma naturalidad se desprendió del Humano, al nadar éste por un lago.

Allí cerca, se hallaba la depuradora donde emergió tras su salida del detector Atlas. Imaginó que hallándose en un medio acuoso, podría repetir la no tan lejana experiencia y pasar otra vez a la atmósfera.

En esta ocasión, no fue así. Fue engullida la escama, por un pez de los tantos como pasaban el tiempo engullendo bocanadas de agua con plancton.


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