viernes, 6 de mayo de 2011

Parejas perdurables (continuación 36)

El zahorí, aseguró que en la parte baja de la finca, a 23 metros profundidad encontraría agua. Esto lo daba por seguro y por experiencia de la zona, sin embargo no me podía asegurar el caudal apropiado para su elevación.

Indicó que se requería mantener una altura mínima de agua en su nivel freático. Si se extraía mayor caudal del que dispusiera, su altura mermada del rio de agua dulce, daría paso a filtraciones de la sal marina. Una vez filtrada, ya no había solución y el agua sería para siempre salada.

Esto era preocupante. Le pedí que buscara por la parte alta de la finca. Esperaba que allí no le llegara la influencia marina. Así lo hizo y tras un par de días de recorrer todo el perímetro del confín superior de la finca, me dio la mala nueva.

-Esta es la única parte por donde discurre agua. Pero preveo tener que profundizar unos 50 metros.

-Pues lo tendré en cuenta, pero en principio nos apañaremos abriendo el pozo en la parte baja. Me urge una solución aunque sea provisional.

Lo que me echó atrás, fue el precio de excavación que se incrementaba un 20% por cada metro a profundizar. Cincuenta metros costarían como ocho veces el de 23.
Además estaba dispuesto a accionar la bomba mediante un motor eléctrico controlado por sondas de máximo y mínimo. Aseguraría que jamás rebasara la mínima presión necesaria para bloquear la entrada de la salina.

Pusieron manos a la obra para el pozo nº 1, a la vez que la maquinaria alquilada, excavadora, retro y niveladora, abrían el camino de la nueva finca adquirida.
El propietario optó por venderla y yo tuve que ofrecerla a un capitalista, que la aportara para sumar sus ocho hectáreas a las 24 mías. El proyecto sería más interesante.
Tuve un flash, de mi pasado con la Inmobiliaria Castillo. Tomé la precaución al tratar con el Capitalista. Impedirle intervención alguna en el desarrollo de la urbanización. Debería afrontar el rateo de los gastos que fueran apareciendo, sin derecho a ventas por su cuenta. Y las ventas las realizaría USAMA s.a., abonándoselas por el valor estipulado al metro cuadrado de toda la Urbanización. De no haber aceptado, no le hubiese admitido como propietario de terreno que una vez urbanizado, especular por su cuenta era previsible. Temí un paralelismo al de los usureros que rodearon antaño al Sr. Castillo.

El abogado me dio la buena nueva. Presentaría la solicitud a Urbanismo, directamente a través de la Diputación (Entidad supramunicipios). Al ser una Urbanización abarcando dos Municipios, el ámbito jurisdiccional, era de su exclusiva incumbencia.

De darnos la aprobación, los Municipios tendrían que acatar el dictamen. Sin embargo requería que al menos abarcara una superficie de cuarenta hectáreas, veinte para cada Municipio. Total me faltaban ocho. Recordé que un vecino de Nova, estaba interesado en vender sus 6 Has. adyacentes a mi linde sur, muy apropiado para redondear la superficie de la parte de Nova. Luego di orden a los vendedores que indagaran por Cubera, cuales eran los propietarios lindantes conmigo que quisieran vender o participar con su propiedad a la construcción de Santa María. Dos hectáreas bastaban para, cumplir lo requerido.

Se enteró el propietario de la finca que me vetó la ampliación del camino, por los varios candidatos, que me ofrecían las suyas. Discurrió, que tras varios meses de actuación en Santa María, aquello iba en serio y pudiera sacarle partido a su propiedad. Tras haberla heredado, ningún beneficio le reportó. Solo gastos por arbitrios, ya que no la cultivaba.

Le ofrecí un valor muy por debajo de lo que solicitaba. Más bajo que el que yo ofrecía a los demás. Me lo echó en cara, insistiendo en que la situación de su terreno era mejor que la de la finca vecina que recién adquirí.

-Tenga en cuenta, que su finca entorpece un camino inutilizado. Ya no me interesa hacer más gastos con pérdida de viales. Adquirí la de su vecino y ya solventé el acceso. Si comprara la suya tendría que perder muchos metros y acarrear con los gastos de otra calle. Esto es ruinoso.

Le dejé meditabundo. Lo consultaría con su mujer.

Con quien lo consultó, fue con posibles compradores que al reconocer in situ la propiedad, perdían interés. Su acceso era para finca rústica y ya no existían por aquellos parajes capitalistas interesados en cultivar huertos.
Le costó entenderlo pero finalmente cedió la propiedad a mitad del precio del que le ofrecí por primera vez. No le salió a cuenta especular con negocios que le eran ajenos.

Así con sus cuatro hectáreas, ya podía presentar el proyecto de 42 Ha. a Urbanismo. Orpí, intervino también en esta nueva adquisición, con lo que elevaba su interés participativo en USAMA s.a.
Modificó el proyecto a presentar en el que ahora incluía otra calle de acceso directo desde la plaza de Cubera y otra prevista para salida a la carretera general.
Mientras no estuviéramos legalizados, Obras Públicas era tabú. El enlace lo haría el organismo oficial una vez demostrado el interés público.

El trabajo en el Gabinete se desarrollaba a la perfección. Tuve suerte con Judit. Quizá celosa por el comportamiento brillante que tuvo Tecla, intentaba emularla.
Y ya se recibían visitas para información de la futura urbanización.
Tan pronto tuviera la primera construcción acabada en Santa María, la acondicionaría como oficina de ventas. Pero como las cuatrocientas parcelas que dispondría para venta ya merecían respeto, el Gabinete topográfico se quedaría chico.

Como en pocos meses se incrementaría mi familia con el quinto vástago, debería adquirir otro piso de mayor superficie y con un mínimo de tres aseos.
Y al actual, reformarlo para despacho único de la inmobiliaria USAMA s.a.
Disponía menos de un año para tener todo en marcha. La inversión se hacía abrumadora.
Acudí al Banco Exterior de España, que se estaba promocionando y expuse mis proyectos al Director de la Agencia cercana.
Resultó la cuestión inesperadamente positiva. El Director joven y emprendedor, me pidió que le trajera un balance actual y una redacción de mi proyecto, con lo cual me concedería una póliza de crédito sustanciosa y me conminaba a que le trajera para su descuento, las letras procedentes de ventas a plazos, tal como se estilaba. Con ello la línea de crédito se haría millonaria.

Salí eufórico. Esto tendría que comentarlo con Orpí y ¿cómo no?. Con Tere, la más importante socia.

Parejas perdurables (continuación 36 a)

La excavación del pozo se retrasaba y no podía desperdiciar días para terminar las obras. Las cubas de agua contratadas, no serían solución para la decente presentación de una construcción a un público expectativo desde Cubera. Un depósito en el terrado, servía para eventualidades y nada más.

Contraté a una empresa que mientras se trabajaba en el pozo, abriera las calles que comunicaran Cubera con el pozo y los dos Chalets habida su licencia.

Incluso, dando por descontado que afloraría el agua, mandé excavar las zanjas para la red por el subsuelo de las calles proyectadas.

El movimiento de maquinaria y la cantidad de obreros concentrados en Sumella, resultaba alarmante, mientras no disponía de la licencia Municipal. La excusa de que se trataba de apertura de camino para acceso a las viviendas que sí tenían permiso, ya no se sostenía.

El pueblo entero sabía que trabajábamos con planos para realizar una Urbanización. Los vecinos que poseían tiendas de comercio, lo aplaudían por la expectativa puesta en mejorar sus negocios con la afluencia de turismo que se preveía. Pero los que de alguna manera se debían al Ayuntamiento, por quien lo encabezaba, pronto tendrían que manifestarse. Y no por bien.

Al fín mi abogado consiguió que con los cambios introducidos en el proyecto, Urbanismo lo aceptara. Debía abrir una calle de 16 m ancho por el límite jurisdiccional de los dos Municipios dividida por la mitad en una longitud de trescientos metros. Con ello, las fincas futuras, evidenciaban la pertenencia a los dos Municipios en una frontera de ocho metros de calle para cada uno.

Presenté los proyectos refrendados por Urbanismo a los Ayuntamientos, justo cuando ya mis sospechas se hacían realidad. El Alcalde había presentado una oposición a Urbanismo, alegando razones ridículas. Su influencia era de temer. Sin embargo mi abogado salió a la defensa por justificar la oposición fuera de plazo. Por los pelos, ganamos la batalla.

Pero no la GUERRA, que duró todos los años de mi permanencia en la Urbanización.

Ahora debía concentrarme en contratar la electricidad con ENHER. Vistos los planos, se avinieron a traer la electricidad en Alta Tensión, hasta el centro. Sin embargo me obligaban a mi cargo la construcción de la estación transformadora. Me entregaron los planos y por sus dimensiones, dieron al traste con la prevista construcción de la Ermita rural.

Sin electricidad, no era viable la Urbanización, sin embargo sí lo era sin la Ermita.

En definitiva, quien quisiera orar, a medio kilómetro tenía la Iglesia Santa María en Cubera.

Para acelerar las ventas, me puse en contacto con el regente del restaurante de la carretera, para que me concediera sábados y festivos, una zona de su local, a la que acudirían mis vendedores y los clientes.

No le pareció nada mal la propuesta, pues significaba garantía de aumento de clientela. Así, a la espera de las primeras obras terminadas, solucionaba mi oficina de ventas. Y así lo anunciamos en los periódicos.

Orpí, me hizo ver que si dedicaba tanto tiempo a la Urbanización, él sólo, no podría atender a los trabajos del Gabinete, de modo que, o nos turnábamos en los trabajos de campo, o tomábamos a un Aparejador conocido para jefe de un equipo.

Esto empezó a marearme. Verdad que los trabajos del Gabinete, eran rentables, pero ni la mitad de lo que esperaba de la Urbanización. Si seguía aumentando plantilla, llamaría la atención de los Sindicatos del gremio. Hasta el momento no había ningún empleado que perteneciera a ningún sindicato. Y esto facilitaba los tratos de tú a tú. Ganábamos todos, pues no dependíamos ni de horarios rígidos ni de valoraciones de horas extras, ni de consideraciones de festivos.

Y nada menos que ahora pensaba proponer a los que les interesara actuar los fines de semana de vendedores en Cubera. Entablé diálogo con todos ellos y en principio, a ninguno le pareció mal. Es más cinco de ellos, preferían no figurar en plantilla ya que con horarios parciales podían seguir estudiando.

Visto que se iban solucionando los problemas, me embarqué en una campaña publicitaria intensiva. En principio para tres meses puesto que el coste asustaba.


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